El motivo de este trastorno del sueño puede ser producido por estados febriles, por un cambio en los patrones regulares del sueño e incluso dicen que pueden ser genéticos.
Generalmente durante este episodio, el niño tiene los ojos abiertos, parece que está despierto, pero no hay que alarmarle ni intentar despertarle, pues se podría asustar. Lo mejor, si tu hijo es sonámbulo, es intentar guiarle de nuevo hacia su cama, pues puede seguir instrucciones verbales. Algunos episodios son tranquilos, pero otros pueden ser agitados, hay que intentar suavizarlo y dirigirle hacia la cama. Principalmente debes proteger al niño de accidentes, retirar cualquier mueble u objeto con el que se pueda lastimar, además, como suelen repetir acciones que hacen de manera automática durante el día, como abrir ventanas o puertas, es necesario asegurarlas de forma diferente a la que el niño está acostumbrado a usar durante el día, con pestillos o llaves, y si tienes escaleras, sería necesario poner una puerta que impida su paso, pues podría caer.
También es recomendable que el niño recupere sus hábitos de sueño y que duerma las horas adecuadas. Y si el problema persiste, se deberá consultar con el especialista.
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