La ventaja de esta tercera alternativa es que las abuelas nos inspiran mayor confianza, pues nuestros hijos las conocen y las quieren mucho (¡son nuestras madres!) y, además, no estamos metiendo a nadie desconocido en casa.
Sin embargo, esta decisión nos ha traído varios problemas, pues las ideas de mi madre y de mi suegra son bastante distintas a las nuestras. Esta diversidad de opiniones entre los adultos referentes para las niñas les ha resultado confusa, muchas veces, a nuestras hijas. Por poner algunos ejemplos, que si “la abuela me deja mirar televisión" en horarios que no han sido pautados o que “la abuela me peina mejor que tú", en fin, reclamos que han tenido que ver con valores familiares o estilos de crianza diferentes. En caso de que esto también te esté pasando a ti, te sugiero que te sientes a conversar largo y tendido con tu madre o tu suegra y que le expongas cuáles son las reglas a seguir en tu casa, dejando bien en claro que te gustaría mucho que tu opinión fuese respetada y que en ningún caso te contradijera adelante del pequeño, pues puede generarle confusión. Hablando se entiende la gente, reza el dicho, de modo que también puedes conversar con tu hijo para explicarle que a veces la abuela tiene opiniones distintas a las de mamá o papá.
Aun así, si los problemas son frecuentes y sientes que no puedes tolerar las diferencias, es momento de plantearse otra alternativa para evitar que la situación pase a mayores y que se instale la falta de respeto entre los miembros de tu familia.
Como dice María Luisa Lerer en su hermoso libro “La dulce espera de la pareja": “Las abuelas y los abuelos pueden disfrutar mucho con la llegada del nieto, y comportarse como lo que son: abuelos. Que no es lo mismo que padres. Son roles distintos, cada uno con sus delicias y sus sinsabores, sus responsabilidades y libertades".
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