Los niños pequeños lloran en el periodo de adaptación cuando de produce la separación de sus padres, ellos piensan que esta separación va a ser permanente. Ante esta situación algunos niños lo viven de manera angustiosa, otros acostumbrados a pasar tiempo con otras personas, lloran porque se rebelan ante la situación. Esta característica de llorar y protestar en el cole durante los primeros días de clases es completamente normal y responde a su estado evolutivo. Hacia los nueve meses surge la ansiedad de separación en la cual el niño protesta cuando su figura de apego se aleja, se supera, pero se reactiva a los dieciocho y a los tres años nuevamente.
Hay una serie de pautas que podemos hacer los padres para que el niño viva su periodo de adaptación lo mejor posible. Lo primero es hablarle de la guardería o del cole y del profesor con entusiasmo. Contarles lo que se puede hacer allí; jugar con plastilina, pintar, etc. Nunca debemos mostrar angustia cuando le dejemos, hay que decirles relajadamente que volveremos en un rato.
No hay que “alargar" las despedidas, unas palabras de consuelo, un beso y la promesa de venir en un ratito. Si se prolonga la despedida será perjudicial para el pequeño y para los papás. Otra cosa sumamente importante es “no desaparecer", es decir, salir a hurtadillas mientras el niño está distraído. Esto es peor porque afianza el sentimiento de abandono.
También puede ayudarles llevar un objeto de transición, un osito, un juguete, su mantita con lo cual le hace sentir vinculados a sus padres, y por ende, su presencia. Es como si se llevarán un pedacito de su hogar a la escuela.
En pocos días el niño se irá adaptando paulatinamente a su nuevo entorno escolar. De todas maneras si el niño tiene una respuesta desbordada a la situación, si se prolonga mucho o hay cambios de conducta muy significativos hay que acudir a un especialista.