Como los bebés hasta los seis meses no toman alimentación semisólida, las heces son líquidas, semilíquidas o grumosas con colores como el amarillo o el verdoso. Las pistas que tenemos para reconocer que sus deposiciones son normales, son el humor del niño, su aumento de peso progresivo y las ganas de comer.
La diarrea puede producirse por distintas causas, aunque la más frecuente es una infección gastrointestinal. Lo más importante en caso de que existiera diarrea, sería evitar la deshidratación, ya que las consecuencias pueden ser muy graves, llegando incluso a la muerte. Siempre que tengamos alguna duda sobre si tiene diarrea, lo mejor es acudir al pediatra, ya que el te indicará que debes hacer y lo que debe tomar el bebé. Otros signos de la diarrea son variados y entre ellos se encuentran el llanto sin lágrimas, el aumento de la sed, la escasa saliva, la escasa orina y un gran decaimiento. Ante cualquiera de estos síntomas es recomendable acudir urgentemente al pediatra.
Debemos tener mucho cuidado, ya que un contagio puede provocar la diarrea en el bebé, generalmente los gérmenes llegan a la boca del niño a través del agua, la leche mal hervida o por algún alimento que ha sido contaminado por el agua, aunque los insectos también juegan un papel importante y sobretodo las moscas. Una mosca que se pose en la tetina, el chupete, el biberón, puede provocar el comienzo de la infección.
Debemos intentar evitar todos los posibles focos de infección con una buena higiene, la mamá o el papá deben lavarse bien las manos antes de preparar el biberón o de manipular alguno de los utensilios del bebé. Higienizar muy bien los recipientes que utilizamos para su alimentación y asegurarnos de que la leche está bien hervida, hervir también durante 10 minutos todos los componentes del biberón y cuando le des agua, elegir una marca que garantice su pureza.
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