Llevamos dos días explicando el método para dormir que ideó Tracy Hogg, también conocida como la susurradora de bebés, y tras explicar un poco cuál fue la filosofía de esta autora y contaros las premisas básicas hoy entramos de lleno en las recomendaciones de la autora.
Como ya hemos venido diciendo lo tratamos como un método aplicable básicamente porque lo comparamos con otro mucho más conocido, y a la vez más utilizado, que a nuestros ojos es mucho más irrespetuoso con los bebés, el método Estivill.
De no existir este método seríamos quizás más críticos con el método de Tracy Hogg, pero sabedores de que muchos padres desesperados llegan a plantearse la aplicación del “Estivill”, creemos necesario explicar este método, también conductista, pero que provoca, al menos, menos lágrimas.
Cómo hacer que el bebé se duerma
Hogg, como todos los autores que hablan del sueño, recomienda tener rituales para dormir de noche (luz tenue, música tranquila, baño, cena,...) y hacer la siesta para que el niño reconozca a través de estas rutinas que después llega la hora de dormir.
Una vez el niño empieza a bostezar, debemos acostar al niño, para que no se desvele, dejándole en la cuna antes de que esté totalmente dormido.
Si le cuesta dormirse puede utilizarse el chupete, según dice, para evitar que la madre se convierta en un chupete humano, controlando el uso para que el chupete no llegue a convertirse en un apoyo.
Este punto tiene, para mí, un enfoque erróneo porque como hemos dicho en otras ocasiones, no es la madre la que se convierte en chupete humano, sino el chupete el que llegó en su día para convertirse en teta de silicona. Además, veo harto difícil controlar el tiempo que un niño lo utiliza, como dice, aunque si ella que ha estado con miles de niños, habla de este método, quizás sea posible controlarlo logrando que el niño no se queje (aunque ya digo, que me extraña mucho).
Si el bebé está muy nervioso
En caso de que el bebé no se pueda dormir por estar demasiado cansado no debemos mecerlo con exceso en brazos, ni zarandearlo, pues además de excitarlo más, se corre el riesgo de crear un apoyo tal como un paseo en brazos todas las noches, un paseo en el cochecito, etc.
Para ayudarle a conciliar el sueño recomienda:
- Envolverlo: con una mantita o chal, de manera que coja calor y que sus extremidades queden recogidas, creando algo así como un útero artificial.
- Tranquilizarlo: Darle palmaditas en la espalda de forma regular, con un ritmo constante, como si fuera un corazón latiendo. Estas palmaditas se pueden acompañar de un susurro: “shhh, shhh, shhh…". Al que podemos añadir, también susurrando, frases como: “ahora a dormir, pequeñín", “buenas noches", “no pasa nada". Todo esto que se hace con el niño en brazos debe seguir haciéndose mientras se mete al bebé en la cuna y también estando ya en ella.
- Bloquear los estímulos visuales: evitar que haya estímulos visuales que le puedan distraer y que le hagan centrar su atención en ellos, volviéndole a la consciencia (si es que empezaba a adormecerse).
- No volver a las rutinas problemáticas: Si algo va mal no hay que volver a aquellos hábitos o rutinas que se crearon en su día y que nos resultan problemáticas, como llevarlo en brazos, darle el pecho o zarandearlo compulsivamente. Si se despierta, hay que volver a envolverlo con la mantita y de nuevo tranquilizarlo con palmaditas y susurros en nuestros brazos, para dejarlo de nuevo, aún despierto en la cuna, pero tranquilo y sin lágrimas.
En teoría los primeros días puede suceder que los bebés se despierten bastante a menudo, sin embargo, poco a poco, deberían ir espaciándose los despertares, hasta el punto que se reduzcan o incluso que desaparezcan.
Yo diría que el funcionamiento es similar al método Estivill: los niños se dan cuenta de que no consiguen lo que realmente quieren, que suele ser los brazos de papá y mamá de manera casi constante y por eso acaban por desistir en cierto modo de seguir llamando. La diferencia es que estos niños sí consiguen algo de brazos y susurros que les ayudan a calmarse y a dormir de nuevo y su llanto es más respetado, porque papá y mamá acuden a aliviarlo, no del modo que el bebé querría, seguramente, pero al menos es consolado, que ya es mucho.
Para que duerma toda la noche
Además de todos los consejos ofrecidos, Hogg añade unos pocos para lograr que los bebés duerman toda la noche:
- Controlar las siestas, para que no robe sueño a la noche: algunos bebés tienden a dormirse por la tarde, ya un poco tarde (digamos a partir de las seis de la tarde), acostándose después a las tantas de la noche. Otros no hacen la siesta tan tarde, pero duermen bastantes horas y por la noche sucede lo mismo.
En casos así la autora recomienda despertar al niño para que no le robe sueño a la noche. Este no es un consejo nuevo y seguro que muchas lo habéis oído: “no le dejes dormir de día y así dormirá toda la noche". El problema es que no es del todo cierto y los resultados no siempre son los esperados. Hay niños, muchos, a los que la deprivación de sueño les sienta fatal, o llegan tan cansados a la noche que luego duermen muy mal, despertándose muy a menudo, o al haber sido despertados pasan una tarde “de perros", porque no han descansado tanto como necesitaban.
- Darle una cena generosa: recomienda darle de comer una cena generosa, que le llene bastante para que luego no tenga hambre. Además, cuando el bebé lleve un rato dormido (cuando hayan pasado unas 2 horas aunque depende de cada niño), darle de comer de nuevo mientras duerme, es decir, sacarle de la cuna y, sin despertarle, darle de comer de nuevo, para después volver a dejarlo en la cuna. Supongo que la autora no debía estar al corriente de la epidemia de obesidad infantil que afecta a gran parte de los niños, porque sino no entiendo cómo se puede hacer semejante aberración dietética.
- Utilizar un chupete, pero sin que se convierta en apoyo: según dice si el bebé se sigue despertando porque pide pecho o biberón a menudo, probablemente porque necesita (y solicita) estimulación oral que le ayude a calmarse de nuevo, debemos darle un chupete. Las primeras noches seguramente succionará el chupete el mismo tiempo que estaba mamando (20-30 minutos), pero poco a poco, noche a noche, ese tiempo será menor.
De este modo se sustituye la alimentación con el pecho o biberón porque quería succionar por un chupete, logrando finalmente que no se despierte. La autora imagino que tampoco ha leído demasiado acerca de la fisiología de la lactancia y de cómo la succión nutritiva y la succión no nutritiva por la noche ayudan a establecer la lactancia, porque se aprovecha la mayor segregación de prolactina de la madre por la noche, ni debe saber que mamando también de noche los bebés acaban comiendo más, teniendo mejor peso y asegurando además la producción de leche materna (a más demanda, más oferta).
Aún con todo, hay cosas inevitables
La autora deja una puerta abierta para todos aquellos padres y madres que no vean resultados con sus métodos, ya que explica que hay momentos en que las alteraciones del sueño no se pueden evitar, como por ejemplo, cuando se empiezan a dar alimentos sólidos, cuando el bebé empieza a moverse y a explorar toda la casa, cuando da un estirón, cuando le salen los dientes, cuando tiene el pañal sucio, etc.
También explica que, por suerte, esta situación no durará siempre y que para quitar un poco de hierro al asunto hay que saber ver lo que sucede como algo transitorio. En el fondo se trata de una cuestión de suerte, ya que hay bebés que duermen mejor que otros, pero sea como sea, recalca, “los papás tienen que poder descansar el tiempo necesario para poder soportar la embestida".
Conclusiones
A medida que explicaba los puntos he ido haciendo algunas anotaciones de aquello que no me acababa de gustar o que me parecía bastante fuera de lugar.
En general es un método que no me acaba de gustar por varias razones, entre ellas dejar de lado la lactancia, como si de un vicio nocturno se tratara y no acabar dando al bebé lo que realmente quiere, que no es más que contacto continuo.
Sin embargo, sí me gusta bastante más que el método del sueño tipo Ferber o Estivill, en el que no importa si el bebé llora o vomita, porque ni siquiera se le puede coger en brazos. Con el método de la susurradora de bebés probablemente llorarán un poco más que si se les atiende con los “apoyos" tipo brazos, paseos, pecho, etc., pero probablemente menos que con los otros métodos.
Por eso lo situaría en ese punto intermedio del que no se atreve a colechar con su bebé, o no quiere hacerlo y el que piensa que necesita una solución ya y está planteándose dejar llorar a su bebé para que, a costa de no atenderle, deje de llorar.
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Foto | Augustudios, CaraFreckles en Flickr
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