Esos hombres que apenas se involucran en el cuidado de sus hijos porque ellas lo hacen mejor

Hace unos días os hablamos de esos hombres que no valoran lo que las mujeres hacen en casa y os explicamos una sencilla técnica para hacerles ver qué es eso de cuidar a un bebé, o a los hijos: que ejerzan de padres, que se queden con ellos, que vean qué es la crianza y qué es no tener tiempo de hacer mucho más, o prácticamente nada más.

Existen hombres así, por desgracia, pero hay otros que no es que no quieran hacer cosas en casa o cuidar de los niños, es que no pueden porque ellas no les dejan, o llegan a un momento en que se niegan, hartos de ser cuestionados continuamente, hartos de seguir instrucciones constantemente, hartos de no tener libertad para decidir cómo cuidarlos: esos hombres que apenas se involucran en el cuidado de sus hijos porque ellas lo hacen mejor.

¿Quién cuida de los niños?

Como ya lo explicara hace unos años PapaLobo, hay funciones en la pareja, como la del cuidado de los hijos, que por herencia social recae en las madres. Ellas los gestan, los paren y los amamantan, ellas tienen la baja maternal más larga y a ellas se vincula el bebé al considerarla su cuidadora principal.

Claro que el papá está ahí también, pero en momentos de desespero los bebés buscan a mamá y rara vez a papá. A su vez, la madre se vincula al bebé y es la que más se preocupa de su bienestar. Hay hasta estudios que han analizado el funcionamiento del cerebro de las madres y los padres en los que se ha visto que las madres llegan a sufrir cuando el bebé sufre, alineándose de manera que los cuidan porque sienten ese malestar, mientras en los padres es una cuestión más racional y de responsabilidad: las madres atienden a sus hijos cuando lloran porque sienten que están sufriendo mientras que los padres los atienden porque saben que están sufriendo.

Esta diferencia sucede precisamente porque la madre se hace responsable del cuidado del bebé (si los padres son los que se hacen responsables, ellos también llegan a sufrir como las madres, pero en el papel de cuidador secundario es un poco más difícil porque saben siempre que antes que ellos, está ella). Y en esta situación los hombres van haciendo lo que pueden, donde pueden, cuando pueden, adaptándose a la nueva paternidad.

Y aquí es donde llega el momento en que la madre dice "oye, que no puedo más, que llevo todo el día cuidando del bebé y con la casa", e intenta delegar en él: ¿lo vistes? ¿lo bañas? ¿lo peinas? ¿le pones la crema? ¿lo sacas un rato a pasear? ¿juegas un rato con él? Y el padre accede, claro, porque quiere ejercer de padre, porque quiere intervenir, porque quiere tener más relación con el bebé, porque ama a su hijo y la ama a ella y no quiere verla tan cansada.

Y se pone al lío... y entonces resulta que no lo hace igual que ella, que lo hace diferente, que lo peina más o menos moderno, que le pone la ropa que ella tenía pensado ponerle al día siguiente y que cuando va a salir a la calle a dar un paseo lo pone en el cochecito cuando ella en el paseo de la tarde siempre lo saca en el fular.

Pueden pasar dos cosas: que ella no diga nada, cierre los ojos y se diga "todo irá bien", o que le diga algo así como "no, cariño, esa ropa no. Tenías que haberle puesto el body azul con los pantalones de los bolsillos... y ahora por la tarde mejor que lo saques en el fular, porque el cochecito a estas horas no te va a ir bien, que hay mucha gente en la calle y... oye, pero ¿cómo lo has peinado? ¿Y qué crema le has puesto? Y la ropa sucia, ¿dónde la has dejado? ¿No has vaciado la bañera? Pues oye, si al final lo vas a hacer todo al revés me dejas más trabajo todavía... casi tardo más que si lo hago yo... anda, dame al niño que ya lo saco yo a pasear; saca los platos y dobla la ropa, que ahora enseguida venimos. Ah, y vacía la bañera y déjalo todo recogido".

"Pues hazlo tú, oye, a mí no me pidas nada"

Pues oye, una vez, el padre se dice que bueno, que vale, que no lo ha hecho del todo bien, que no había pensado en tantas variables, y que a la próxima lo hará mejor. Pero es que cuando ella se ha establecido en los meses que lleva con el bebé un circuito, unas rutinas y conoce al bebé mejor que nadie, lo lógico es que el padre no lo haga igual por desconocimiento. Y puede pasar que incluso conociendo dichas rutinas, piense que lo puede hacer un poco diferente, según su lógica: "bueno, pues mañana ponle otra ropa, que yo he cogido esta porque me ha parecido que así iría bien. Y déjame que lo lleve en cochecito que vamos a ir muy tranquilos... si se cansa, llevo el fular en el bolso".

Y es que, ¿qué puede pasar? ¿Que alguien los vea y piense que dónde está mamá, o que cómo ha dejado la madre que su bebé vaya peinado así? ¿O que por qué lleva esa ropa que parece de miércoles por la mañana y no de martes por la tarde? No, pero muchas madres lo piensan:

- Vístelos par ir al cole, corre, que no llegan.
- Vale, vestidos.
- ¿Qué? ¿¡Pero dónde van así!? ¡Si parece que vayan a dormir!
- Bueno, así van más cómodos... si total, van al cole.
- Que no, que no, corre, ponles esto otro.
- ¡Pero que no llegamos!
- Da igual, firmas el retraso si hace falta, pero así no los lleves.

Hay madre que no permiten que sus hijos vayan como ellas no los llevarían porque temen, inconscientemente, que alguien pueda creer que no son buenas madres, que no los cuida bien, que no llega a todo, que prioriza otras cosas. Y esto repercute en los hombres que al final cambian la estrategia:

- Vístelos par ir al cole, corre, que no llegan.
- ¿Qué les pongo?
- Cualquier cosa... una camiseta y un pantalón.
- No, cualquier cosa no, que no los quiero vestir dos veces. Dime qué les pongo.
- Ay, de verdad, pues mira, esto y esto, que lo tengo que hacer yo todo... así no me ayudas nada.

Y si esto se va repitiendo en diversos momentos del día, cada día, llegan a un momento en el que muchos hombres ya pasan de tomar la iniciativa: ¿para qué, si lo haga como lo haga estará mal? ¿Para qué, si me va a decir que no lo hago bien?

"Ya lo hago yo, que lo hago mejor"

Y sucede, que ellas les dicen que tiene que hacerse como ellas dicen, y como ellos lo hacen de otra manera, acaban por quitarles la responsabilidad: "déjame, que ya lo hago yo, que lo hago mejor", o "ya lo hago yo, que voy más rápido".

Y la relación se convierte en una mujer que quiere que con la casa y los niños se hagan las cosas como ella lo hace, porque considera que ella es la que mejor sabe cómo organizarlo todo, y un hombre que cada vez tiene menos autonomía y que cada vez duda más de sus capacidades para hacer las cosas bien... un hombre que ya no se atreve a hacer nada porque sabe que después vendrá ella y le dirá que lo habría hecho mejor de otro modo, o que hay que volver a hacerlo.

Es como esos niños que, fruto del autoritarismo, acaban teniendo miedo a sus padres, a las posibles consecuencias de hacer algo mal, y al final se vuelven sumisos y obedientes y pierden la iniciativa y hasta su propia personalidad: "solo obedezco, porque me da miedo hacer algo y que mi padre se enfade".

Y en ese momento la relación se torna complicada. Complicada porque ella es la que se encarga de todo y de vez en cuando va haciendo explosiones de "ya no puedo más", brotes de "nadie me ayuda", y gritos de "¡es que lo hago yo todo!". Y él ya no sabe si sentirse culpable por no hacer más en casa, si sentirse inútil porque parece que todo lo hace mal o si mandarla a paseo después de tantas veces que él ha hecho algo y ella le ha dicho que lo deje, que al final da más trabajo del que quita.

Dejadnos hacer, relajáos, delegad

Así que si estáis en esta situación, mamás, un consejo: no es que no queramos, es que no nos dejáis. No somos inútiles. Somos... diferentes. Claro que vosotras lo haríais de otra manera; claro que para vosotras está mejor a vuestro modo; pero, ¿verdad que al final del día los niños están contentos, han merendado y cenado y acaban todos durmiendo con su pijama? Pues ya está. Y oye, si resulta que tienen los pijamas intercambiados tampoco pasa nada... ¿acaso no duermen tan tranquilos?

Al final lo importante es que los niños puedan estar con mamá, puedan estar con papá, puedan ser cuidados por ella, puedan ser cuidados por él, y la familia avance sin que la una se sienta agobiada por tener todas las responsabilidades y sin que el otro se sienta agobiado por sentirse incapaz de hacerlo bien según los juicios de ella.

Fotos | iStock
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