Los que somos padres descubrimos enseguida, al tener hijos, que la intimidad es una cosa que desaparece progresivamente a medida que tu primer hijo crece. Ya cuando es bebé hay días que te tienes que ver haciendo algo tan increíble como orinar o defecar con el crío en brazos porque lo tienes dormido, te ha costado un montón que finalmente se rindiera al sueño y sabes que, si lo dejas, tienes que volver a empezar. Y ahí te plantas intentando no hacer mucho ruido, mientras te preguntas a ver cómo demonios vas a conseguir subirte los calzoncillos y los pantalones.
Cuando ya son más grandes, es una cuestión de libertad del crío, que va por toda la casa, y de búsqueda de compañía. Es muy posible que esté jugando solo tan tranquilo y te digas: "Pues voy ahora, que lo veo tranquilo"... Segundos más tarde estará aporreando la puerta porque necesita entrar al baño contigo, ni sabe para qué.
Pues bien, estos días la actriz Jessica Biel realizó en Instagram una confesión bastante increíble: desde hace un tiempo son diversas las ocasiones en que ha decidido comer en la ducha un poco para evitar lo que os comento, la pérdida de momentos para ella sola. De ese modo, aunque solo sean unos minutos, se convierte en una madre sin interrupciones; una mujer que disfruta haciendo lo que quiere sin tener que estar pendiente de lo que le pide su hijo.
Hay quien es comer, hay quien es ir al WC, hay quien...
Todos necesitamos algún momento de tranquilidad, o de intimidad. Ese momento en el que necesitas que no te molesten, en el que suplicas que al menos en ese instante puedas estar por lo que estás haciendo.
Para Jessica, el momento es comer. A esta foto le acompaña este texto: "Sí. Como en la ducha. Lo admito. Salchicha de pollo con manzana y un café espresso. Pruébalo. Te reto. #ShowerEats".
Yo también he sentido en muchas ocasiones que lo es, cuando te acabas de sentar a comer, deseoso de disfrutar de lo que tienes en la mesa, y cuando llevas tres bocados un hijo te pide que vayas a no sé dónde a hacer no sé qué, porque al parecer ya no tiene más hambre y necesita imperiosamente tu ayuda.
Y sí, claro que le dices que ahora no, que estoy comiendo, que espera un poco, que "Es que ni comer tranquilo ya puedo", pero como mucho desaparece un par de minutos y enseguida lo tienes ahí otra vez, y al final vas porque tardas menos haciendo lo que te pide que dándole largas.
Pero para otros es otra cosa: ir al WC sin que nadie te moleste, poder ducharte sin que vengan mirarte a través de la mampara, mientras te hablan y les vas preguntando qué dicen porque no los oyes, o simplemente poder estar sentado un rato viendo la tele, o leyendo un libro, cuando ya son más de las diez de la noche y siguen haciendo ruido, saltando y pidiéndote no sé qué cosas. Pues oye, al final acabas por pedirles que se callen, que no son horas, que se duerman, que ya es hora, y que te dejen un ratito de paz... un ratito que de verdad lo es, porque sabes que enseguida acabarás dormido.
Así que Jessica, te entiendo, y seguro que muchas madres también te entienden, sobre todo si son de las que pasan todo el día con sus hijos y llegan a un punto en el que se dicen "Ahora es mi momento. Mi breve pero intenso momento". Tan "intenso" como comer en la ducha y luego tomarte un café sin que nadie te moleste. Algo que todos los mortales pueden hacer con más o menos tranquilidad en cualquier momento del día, pero que para las madres es como acariciar la libertad, como disfrutar de "la buena vida" sin preocupaciones, ni que sea unos minutos.
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