"Un niño es el origen de la vida, la esencia de vivir. Una persona completa y con derechos que nace con todas las capacidades para desarrollarse a través de la exploración, el juego y el amor". Es una de las ideas claves de Ares González, profesor de educación infantil y formador de educación.
Este experto en crianza y especializado en acompañamiento respetuoso a la infancia, innovación pedagógica, familia y crecimiento personal, padre de tres hijos, trabaja desde hace 9 años en el Colegio Lourdes (Madrid), Fundación Hogar del Empleado (FUHEM). Opina que debemos centrarnos en estar presentes para nuestros hijos, darles los cuidados que necesiten, fomentar su autonomía, establecer unos límites claros, dejarles ser ellos mismos y garantizar su bienestar familiar.
Lo mejor de su forma de entender la crianza es que asegura que aunque esta tarea no es fácil, es una oportunidad única para comprobar que este reto constante se puede superar con amor. Charlamos con él sobre cómo se puede disfrutar de la crianza y educar con éxito, idea principal de su libro "Educar sin GPS", de la editorial Planeta.
Educar sin GPS: Una visión global de la crianza para que disfrutes por el camino (No Ficción)
"Nadie es perfecto: tú eres lo que tu hijo necesita"
Sin duda alguna Ares González tiene una visión de la crianza diferente, que invita a los padres y madres a descubrir qué necesitan sus hijos y su familia para vivir en bienestar. "Partiendo de esa idea, debes usar las herramientas adecuadas para que tú construyas y disfrutes tu propio camino".
Porque insiste en que "Cada familia es única y por tanto hay que respetarla con su cultura y valores". Nos anima a comprender que con "lo que tenemos en casa ya podemos disfrutar. Tenemos mucho más de lo que nos falta".
Tenemos que recordar que estamos aprendiendo y que es contraproducente querer correr en la educación de nuestros hijos: "es un proceso donde se educa cada día un poco mejor".
"Hay que cambiar el foco y mirar con gafas de niño"
Este experto en crianza y acompañamiento respetuoso en la infancia, nos explica que ponerse las gafas "nos ayuda a entender su forma de ver la vida y explorarla. Desde ahí, es más sencillo establecer un límite porque nos ajustamos a sus posibilidades". Porque, tal y como señala, "el objetivo de los límites es aprender, no obedecer".
Tiene claro que "pocas normas y claras son necesarias para la seguridad y convivencia de toda la familia", por lo que hay que entender la vida colocándonos a la altura de sus ojos y a partir de ahí establecer normas y rutinas familiares.
Explica que es habitual que queramos que nuestros hijos sean responsables y participen en las tareas del hogar, pero ¿cuándo deben comenzar?
"La participación nace en mirar a niños y niñas como personas capaces y responsables. Toman decisiones de forma autónoma y querrán colaborar en la vida cotidiana. Todos los niños y niñas quieren y se sienten capaces. Solo tú puedes permitir que vayan conquistando pequeños retos para que hagan sus movimientos más conscientes. Solo tú puedes permitir que se exprese como es y no se comporte como 'corresponde' desde una visión adulta".
"La batería de la seguridad"
El amor y el apoyo son fundamentales para los niños, pero no siempre estamos a su lado: trabajo, obligaciones diarias.... Aún así, Ares González nos señala cómo podemos demostrarles que les queremos pase lo que pase.
"Cuando nacen necesitan tenernos muy cerca físicamente para construir su propia seguridad. Lo llamo 'la batería de la seguridad', se va cargando cuando están cerca y les sirve cuando exploran lejos".
Está convencido de que "la seguridad viene del apego, el vínculo y el amor de los momentos que compartimos, ahí se recarga la batería y nos sirve para cuando no estamos con ellos (en la escuela, con las abuelas...)".
"Lo más importante del apego es la respuesta continua a sus necesidades. Está claro que no vamos a poder satisfacerlas todas, y es entonces cuando entra en juego la batería de la seguridad. Cuando está por encima del 50%, se relajan porque saben que están seguros y sostenidos por su figura de apego. Necesitan ganar la confianza suficiente, confirmando una y otra vez que tendrán una dedicación y un amor incondicionales. Este sentimiento de confianza es la base para desarrollar su autonomía y descubrir el mundo".
De hecho, asegura que son nuestros hijos quienes nos enseñan a ser padres:
"Lo normal es que les ofrezcamos lo que nos ha servido en la vida como personas. Sin embargo, a veces no funciona porque son diferentes a nosotros, así que vamos probando por el camino nuevas estrategias".
Explica que lo que hacemos con nuestro primer hijo puede no ser útil con el segundo: "Aprendemos a disfrutar con lo que nos trae el camino que no siempre es lo que teníamos pensado en un principio".
Además, añade que "nos suelen hacer de espejo mostrándonos quiénes somos":
"Actuamos de forma inconsciente y nos lo muestran (no escuchar, estar pegado a una pantalla...). Así que muchas veces nos corresponde cambiar porque no nos gusta lo que les ofrecemos".
"Basta de juzgar, cada familia hace lo que puede"
Otra de las cosas que nos frustran en nuestro papel de padres es ver sufrir a nuestros hijos y tratamos de evitar por todos los medios que se frustren, algo que el autor de 'Educar sin GPS', considera importante para su desarrollo.
"Es importante que expresen todos sus procesos emocionales ya sean una alegría por la conquista de un reto, una frustración por no conseguirlo o un lloro porque se han caído. No hay que vivir las emociones como negativas o positivas. Es necesario que sientan que vamos a acoger todas ellas independientemente que sea un enfado o una sorpresa. Lo primero nos suele costar más gestionarlo, pero se puede resolver así: calmar, conectar y acompañar (buscando soluciones si es necesario)".
Y es que nos esforzamos tanto en lograr ser los mejores padres, en convencernos de que estamos educando bien a nuestros hijos, que nos frustramos, porque es imposible ser perfecto y llegamos a convencernos de que todo lo hacemos mal.
Este experto en innovación pedagógica, familia y crecimiento personal, nos anima a dejar de juzgarnos y juzgar a los demás, porque cada familia hace lo que puede, y ofrecer ayuda si se pide.
"Como personas tenemos margen de mejora. De hecho, en el libro vamos analizando los seis puntos de la brújula para educar con ejercicios y técnicas. Sin dramas y poco a poco".
Para terminar, regala un consejo para ese padre o madre primerizo que intenta llegar a todo, ser el mejor, y nunca lo logra:
"Salid del 'síndrome de la madre perfecta'. Es una trampa en la que nos metemos inconscientemente aumentando cada día nuestro agobio, exigencia y estrés. Tu hijo o tu hija no te quiere perfecta o perfecto, te quiere tal y como eres, con tus defectos y tus virtudes. Eres más que suficiente para que crezca con bienestar".
Y nos recomienda para esos días donde todo sale al revés, esta frase del escritor Carlos Bernués: "Cariño, somos un desastre", Y, "desde ahí, con una dosis de humor, mejorar poco a poco", porque "el juego es la mejor herramienta para el aprendizaje", y "en los errores están las mayores posibilidades de aprender".
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