¿No los castigo porque se portan bien o se portan bien porque no los castigo?‏

¿No los castigo porque se portan bien o se portan bien porque no los castigo?‏
15 comentarios

Cuando tienes hijos es habitual hablar con otros padres y madres de los niños, de cómo son, de la última trastada que te han hecho e incluso de cómo lo hemos solucionado. Son conversaciones en las que suelo entrar con pies de plomo porque la mayoría de los padres se extrañan cuando les digo que “yo es que nunca les he pegado” y aún se extrañan más cuando afirmo que “yo es que nunca los he castigado”.

Algunos se ponen a la defensiva, como si yo quisiera con eso decirles que soy un buen padre y ellos son malos padres y otros, tras un rato de pensar, aclaran rápidamente su extrañeza con un ramalazo de lucidez que les hace decir: “claro, no hay más que verlos, son tan buenos que no te ha hecho falta”.

Entonces yo me pregunto: ¿No los castigo porque se portan bien o se portan bien porque no los castigo?

Para la mayoría de gente, como digo, es una cuestión de suerte. No les pego ni castigo (no digo que no les grito porque más de una vez me han hecho perder los estribos, que son niños, al fin y al cabo) porque, según dicen, no me han dado motivo para ello. Es decir, que si ellos tuvieran a mis hijos tampoco darían cachetes educativos y tampoco les castigaría, algo que no me creo, pero que a ellos les deja tranquilos y en paz consigo mismo.

Sin embargo, si yo tuviera sus hijos, pues la ecuación es muy simple, eso de no corregir con la mano y no castigar sería mi perdición, porque ellos han tenido la mala suerte de tener hijos incorregibles que merecen medidas más drásticas que el diálogo.

Pero mis hijos no son tan buenos…

Entonces yo pienso que mis hijos no son tan buenos como me los pintan, porque me lían cada una a veces que para qué contar, y me equivoco en mi pensamiento porque, ni son buenos ni son malos, son niños, como los suyos. Entonces me corrijo y me digo: “pero sus hijos no son tan diferentes de los míos”, y en ese pensamiento me quedo conforme y sigo trabajándolo porque pienso que si yo tratara a mis hijos como los demás tratan a los suyos, serían igual de traviesos (malos) que los de los demás.

Por poner un ejemplo (de tantos que podría poner), este verano, en la playa, Aran, de 3 años, pensó en varias ocasiones que irse hacia la entrada de la playa era divertido. En vez de ir hacia el mar, se iba en dirección contraria, como si se fuera a casa, corriendo para que papá le siguiera.

Esta escena seguro que os suena a más de uno por haberla vivido o por haber visto a algún padre o madre corriendo detrás del niño que se te va. Empiezas a caminar pensando que volverá, luego ves que se aleja y empiezas a correr, le llamas, le gritas, “¡vuelve!”, tú acordándote de que por esa zona, en la oscuridad de la noche, la juventud hace lo que quiere y más y tu hijo corriendo descalzo. Corres más, le llamas y el niño que no hace caso.

En ese punto lo alcanzas y le explicas por qué no quieres que vaya hacia allí, el peligro, el riesgo de pisar cristales o a saber qué y que “estamos todos en la orilla, no te vayas solo”. Pero los niños, niños son, y a menudo repiten. Es tan divertido ver a papá sudar detrás tuyo, tan tentador, que “voy a probar de nuevo a ver qué pasa”.

Se escapa y papá detrás otra vez, a correr. Entonces algunos padres correrían, lo cogerían, cachete en el culo o tirón del brazo y “vamos p’allá que me tienes harto”, para la orilla por las malas y “que sepas que te has quedado sin helado”. Pero yo no soy así, no me gusta arreglar las cosas así y mientras corro como un tonto detrás de mi hijo, quemándome las plantas de los pies, pienso que estoy haciendo exactamente lo que quiere que haga.

Me acerco lo suficiente para hablar con él, le explico el riesgo de ir hacia allí de nuevo y le recuerdo que estamos en la orilla y, cuando casi arranca a correr otra vez esperando que yo vaya detrás le digo, tan tranquilo, que yo ya no juego más: “bueno Aran, que yo me canso y me estoy quemando, me voy para la orilla”, y me giro para hacer lo dicho.

No digo que haciendo esto todos los niños harán como él, pero él en ese punto se da cuenta de que a papá el juego de correr detrás suyo ya ha dejado de hacerle gracia. Se gira, se viene conmigo y se pone a mi lado. Le doy la mano y juntos llegamos a la orilla.

Esto no es una técnica. No estoy diciendo que cuando un niño se escape hagáis como yo, sólo lo explico porque en ese momento, en esos momentos, hay muchas maneras de actuar. Yo siempre elijo la segunda y, como sabe que siempre elijo la segunda, supongo que desiste de hacerme rabiar: “dos no se pelean si uno no quiere”, decía siempre mi madre, pues no me sentiré provocado, hijo mío, porque no quiero cabrearme. Como ve que no le sigo el juego, deja de jugar.

¿No los castigo porque se portan bien o se portan bien porque no los castigo?

La pregunta tiene trampa. De hecho sólo es un juego de palabras, porque “se portan bien porque no los castigo” puede ser cierto, pero puede ser también muy falso si hablamos de padres permisivos que no castigan, pero tampoco corrigen ni educan.

No castigar a los hijos es sólo un detalle dentro de un estilo educativo que escoges, un estilo que podríamos llamar como educar con calma, con paciencia, con diálogo, por poner algún nombre. Se le suele llamar también educación democrática, porque a los niños se les da voz y a menudo voto.

No sé, el nombre me es indiferente. Lo importante es saber que puedes tratar a un niño igual que tratas a los adultos, con el mismo respeto, contando con ellos, escuchando sus palabras sin decir tonterías como “ahora hablamos los adultos, los niños callan”, pero explicando que si ven que dos personas se están hablando es mejor esperar a que acaben de hablar, no hablando de ellos en su presencia como si no estuvieran (no lo hacemos con los adultos, ¿por qué sí con los niños?) y en definitiva haciéndoles partícipes de la vida en sociedad, pero explicándoles que, de igual modo que a ellos les gusta ser bien tratados, a los demás les gusta lo mismo y que de igual modo que la gente les tiene que respetar, ellos han de hacerlo también con el resto.

Motivos para castigarlos he tenido un montón (según el criterio habitual) porque, como ya he dicho, son niños y no robots. Ahora bien, entre Miriam y yo hemos ido capeando temporales a veces con mayor acierto y a veces con menor (normalmente cuando andas justito de paciencia), observando que, a medida que han ido creciendo, el comportamiento se ha ido puliendo, como quien va regando cada día un árbol seco y se da cuenta, con el paso de los años, que ahora es un árbol lleno de hojas que crece sano y decidido.

En resumen, a ojos de la gente mis hijos son muy buenos, casi modélicos. A mis ojos son niños normales, porque en casa hacen de las suyas cuando quieren, que cuando están en la calle saben comportarse y vivir en sociedad, respetando a los demás. Los demás padres los ensalzan: “qué suerte, qué majos son…”, pero yo no veo que tenga que presumir de niños, porque su manera de ser es la que yo esperaría de todos los niños y de toda persona.

Es como si alguien me dijera “¡oye, tu niño no escupe, ni pega, ni grita, ni arranca los juguetes a los demás!”. Yo le respondería: “Claro, ¿por qué iba a hacer un niño algo así?”. Pues lo mismo: ¿por qué iba un niño a no ser así?

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    • brillante

      Las personas tendemos a compararnos con los otros. Por eso, te han preguntado si tu hijo se porta bien y tú no le reprendes es porque tu hijo es bueno. La persona que te lo dice se ha comparado contigo y en vez de señalarse que su comportamiento hacia su hijo no es el adecuado, da a entender que su hijo es "malo".

      Creo que ni los niños son más buenos ni más malos, los niños copian lo que ven, sobretodo en casa. Si en casa hay un ambiente tranquilo, agradable, con empatía, con entendimiento hacia a ellos cuando quieren expresar sus opiniones y se les deja opinar, tendrás niños buenos. Si en casa ven gritos, alteraciones, desorden, los niños podrían ser "malos". Estoy hablando siempre en términos generales, porque cada niño tiene su personalidad y cada familia es un mundo. Pero lo que se ve y palpa en casa, es lo que los niños copian. Por eso, no es que te haya salido un niño bueno y qué suerte, sino que ha aprendido consciente o inconsciente todo lo que ocurre a su alrededor y así se comporta.

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    • Avatar de alito2011 Respondiendo a alito2011

      Ahy ahy ahy, lo siento Alito, que te iba a poner voto positivo y se me fue el dedo al rojo, ahora necesito descargar mi conciencia

    • interesante

      Yo también estoy en contra del típico cachete, torta o manotazo en la mano... y muchos padres me miran raro cuando lo comento: que si soy una exagerada, que hay que demostrarles que somos más fuertes que ellos y que como les podemos hacer mucho daño les imponemos respeto, etc. Es increíble, no me puedo creer que haya padres hoy en día que todavía se planteen educar a sus hijos de esa manera. Yo soy de la opinión de que el padre que pega a su hijo es ni más ni menos porque no tiene herraminetas para educar, o no quiere tenerlas... le parece que es más facil pegar que dialogar. Para eso no seas padre...

    • interesante

      Cuando yo tenía seis años, me castiganban mucho sin recreo por no terminar las tareas a tiempo. Entendía perfectamente por qué me castigaban, pero no me sirvió de nada. Seguía siendo lenta. Pasaban los años, y mi madre siempre me amenazaba con meterme en un internado, a ver si espabilaba. Tampoco servía. Tengo 37 años y sigo siendo lenta. No lo puedo remediar por mucho que me hayan castigado y amenazado. Con la mala letra lo mismo. Años y años aguantando que todo el mundo me regañara por tener una letra tan fea. Yo intentaba mejorarla, pero no podía, me resultaba imposible. Además, cada vez que mis padres iban al colegio a hablar con la tutora, acababan regañándome. Me regañaban por las buenas, eso sí, pero yo no sabía por qué. "¿Vas a hacer las cosas así y asá a partir de ahora?" Yo les decía que sí. Pero en realidad no entendía lo que me estaban diciendo ni lo que tenía que hacer. Si la gente recordara mejor su infancia y las veces que les han castigado, regañado y pegado injustamente, pondrían más empeño en comprender a sus hijos que en corregirlos. Que es cierto que hay que corregirlos, pero no hay que pedirles lo imposible para ellos.

    • interesante

      Leer tu artículo ha sido como cargarme las pilas para el curso que mañana empiezo, lo mismo que vale para los padres/madres vale para los maestros, educadores, monitores, abuelos... Todos los que compartimos esta gran tarea de educar.

      Mañana me despediré de los alumnos que he tenido 3 años en Infantil y los acompañaré a su aula de Primaria. Miraré a cada uno y recordaré las carreras que he echado detrás de ellos, las veces que les he repetido las cosas, como tu con el niño en la playa, y los veré mayores (¡como han crecido!), pero todavía pequeños (jeje).

      Luego recibiré a mis primeros alumnos de 3 años, caritas nuevas, familias nuevas, retos nuevos. Todo NUEVO. La novedad da un poco de inseguridad (incluso pereza, ya te habías "hecho" a los de antes) pero también hace surgir la ilusión (y la confianza).

      Muchas gracias por tu artículo.

    • interesante

      A mi me pasa igual . Mi hija mayor ( 4 años) es una niña muy tranquila la verdad y todo el mundo me dice que qué suerte tengo y que con ella no hace falta nada... en cambio la pequeña solo tiene 21 meses se la ve quiza con algo mas de caracter y todo el mundo me avisa de que me voy a enterar y que ya veré como al final tendré que castigar y pegar... es cierto que mi mayor es una niña con caracter tranquilo, que se contenta facil y que no ha sido nunca de tener rabietas y es cierto tambien que mi pequeña es mucho mas nerviosa y que ya a su edad se ha cogido algun rabieta de las buenas... pero yo sigo sin ver aplicacion al castigo ni a pegar. Mi hija mayor es muy " buena" si, pero digo yo que algo habremos tenido que ver su padre y yo... sin ir mas lejos ayer pegó (lo normal en un niño vamos) a su hermana y yo fui a hablar con ella, las separé y entre llantos me dijo " es que Sara nunca comparte" y es cierto, no tuve mas remedio que darle la razon, consolarla e intentar explicar que Sara no habla, que no nos entiende bien y que necesito que tenga paciencia para poder enseñarle a jugar juntas... la podría haber castigado o peor, pegado. pero como se enseña a un niño a no pegar pegando?

    • Gran pregunta ;-) a mí, me fastidia mucho que me digan: no, si tú tienes mucha suerte, te ha salido bueno el niño! y digo yo, no tiene motivos para ser malo... no?

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    • Avatar de caroferrer Respondiendo a Caro Ferrer

      si, si, pero seguro que también te lo has currado de alguna forma para que tu niño salga "bueno", esa "suerte" hay que trabajarla, te entiendo muy bien.........

    • he leido bastante sobre lo que dice armando, en libros, en este y otros blogs y estoy de acuerdo 100% con el articulo. Mi hijo tiene 3 años y no es el mas "bueno" del mundo, a veces pega o muerde en situaciones de estress, no comparte sus juguetes ni de conya, tiene unas rabietas tremendas por tonterias (para él cosas superimportantes supongo), pero la mayoria del tiempo es un niño simpatico, feliz, jugueton, cariñoso, y detallista con sus orgullosos padres. Sin embargo, oir a padres que crian con respeto como a medio largo plazo ven a sus hijos tan equilibrados me reconforta. No se si algun autor o blogero lo habrá dicho pero mi conclusion es que esto es una cosecha donde se recogen frutos a la larga y que si un niño aguanta castigos, tortazos, gritos, obediencia, y amor condicionado a un comportamiento que dictan las personas de las que depende, cuando llega a la edad de sentirse independiente, explota (se convierte en un adolescente en el sentido peyorativo de la palabra), y que si respetamos a nuestros hijos, y le enseñamos a ser autoresponsables de su comportamiento, ese problema de la adolescencia no va a ser tal ( o tan).. al menos eso quiero creer.

    • Usuario desactivado

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      Pues yo pienso que la personalidad está medianamente definida al nacer, yo tengo dos hijos y el mayor es muy bueno y responsable siempre lo ha sido, desde siempre nos ha parecido que teniamos que hablarle como una persona mayor y no como a un bebé, quizás por eso lo vemos más serio y responsable con tan sólo 5 años.

      Sin embargo el menor, no ha sido criado en un ambiente diferente y son como la noche y el día, no se parece en nada a su hermano, hace cosas que no nos ha visto hacer a nadie en casa, responde de malas maneras y eso que nunca se ha llevado un cachete ni un castigo, y su hermano se porta fenomenal con él. Sabemos que no son celos pues le quiere y se porta con su hermano fenomenal, hasta el punto de que es el quien sale en defensa de su hermano en el patio del cole.

      Pero es el tipico broncas, chulillo...y como digo no le hemos educado así, simplemente es su personalidad.

      Entiendo que los padres estamos para intentar esculpir esa personalidad si vemos que es necesario y en ello estamos...

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    • Avatar de 21852 Respondiendo a Usuario desactivado

      tus dos hijos SI han sido criados en un ambiente diferente. uno nacio y tenia a su mami y papi full time para él. El 2º nació en una familia donde tenía tiempo de los padres dividido. Ese primer rasgo de diferencia ambiental es abismal, y han marcado sobre todo en los primeros años criticos de ambos.. no se sabe como pero es un ambiente muy diferente.

    • Avatar de 21852 Respondiendo a Usuario desactivado

      Stefan tiene razón, uno es el primero y el otro es el segundo y eso ya es diferenciador para toda la vida.

      En cualquier caso, como es lógico, cada niño tiene además su carácter y su temperamento. Son cientos los factores que modelan la personalidad de una persona, y nosotros los padres, por ser quienes vivimos con ellos los primeros años de su vida, tenemos un papel MUY importante.

    • No suelo tener problemas en que las personas opinen sobre la bondad de mis hijos, aún son muy pequeños y está claro que a día de hoy sigo peleando con rabietas y exploraciones del mundo donde ningún argumento de corrección tiene cabida, aunque sí argumentamos, sabiendo que a la larga el haber razonado con nuestros hijos nos hará más grata la tarea de corregir cuando ya sepan razonar.

      Es cierto que antes de los 3-4 años las soluciones son prácticamente nulas, si mi hijo se empeña a diario en comunicar una frustración pegando a su hermana, pues lo poco que se puede hacer es prevenir y si ni con esas lo evitamos pues argumentar por que no se pega aún a sabiendas de que por ahora el argumento cae en saco roto.

      De éste asunto me molesta mucho más la persona que te pregunta si tus hijos son buenos y luego comienzan a soltar toda su sabiduría y "buen hacer" sobre los distintos tipos de castigos que a ellos les han funcionado a las mil maravillas y que sí o sí tienes que poner en práctica, augurandote los peores males si no lo haces, entonces ya salen con lo de : te tomarán el pelo, te manipularán, se te subiràn a la chepa, se te escaparán de las manos, te maltratarán, tendrás delicuentes hogareños...

      Conozco muchos padres que no pegan, a dios gracias, pero lo del castigo está a la orden del día. Si yo me porto mal no espero jamás que mi marido me de un bofetón de campeonato o me ate a una silla para reflexionar, tampoco espero jamas que mis hijos tengan que pasar por situaciones tan vejatoria, humillantes y a fin de cuentas maltrato se mire por donde se mire

    • Yo suelo decir que no les castigo "porque no me hace falta", y que no les pego porque nunca han he jo nada que me diera motivos para tener que pegarles... Ellos lo llaman "suerte" . Yo no lo llamo de ninguna forma, pero tengo claro que si actuase como ellos, mis hijos actuarían como los suyos. De hecho, es que mis hijos sí que actúan como los suyos en muchas ocasiones, pero yo no veo motivo para "tener que" reñirles, castigarles y mucho menos, pegarles... Vamos, que cada vez mas, me doy cuenta que la diferencia no son los niños, sino la forma en que los padres se toman lo que los niños hacen...

    • Yo estoy totalmente de acuerdo en lo de no castigar, y por supuesto en lo de no pegar y estoy convencida de que los niños aprenden por imitación, y esto me lo enseña mi hijo de 16 meses cada día.

      Pero ahora llevo unos días un poco preocupada, fue cuestión de hace dos semanas, estábamos en un bar con unos vecinos y mi hijo se cabreó por lo que sea y se puso a tirar los juguetes, pero con cara de rabia. Yo le decía que no los tirara, e intenté comprender que le pasaba, pero la verdad es que cuando le ví la cara de tirarlo con mala leche, me cabreé yo y lo peor fue mi respuesta, y es que le di en la cabeza, lógicamente no fue fuerte, él ni siquiera lloró ante mi respuesta, porque fue más como una caricia con respecto a la fuerza, pero la intención no era una caricia, y yo lo sé, por eso estoy preocupada y si otro día vuelvo a sentirme igual y le doy más fuerte? No sé por qué lo hice, pero desde entonces no dejo de pensar en ello.

      Espero que no me vuelva a pasar, pero yo no pensé que lo haría y mira ese día salió mi rabia así.

    • Comentario moderado
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