Siempre hablamos de lo importante que es que la madre y el bebé establezcan un vínculo de amor y respeto que haga que la madre, que suele ser la cuidadora principal, dedique tiempo, recursos y cariño al cuidado de su hijo. Parece que al hablar tanto de ese vínculo y de esa relación madre-bebé, a veces nos olvidamos un poco de los padres, cuyo papel en la crianza de los hijos es igualmente muy importante.
Lo constata el sentido común que dice que un bebé crece mejor en un entorno cálido en el que se siente querido y lo constata también la Academia Americana de Pediatría (AAP) en un estudio en el que concluye que los papás tienen que pasar mucho tiempo con sus hijos porque por su manera de jugar y relacionarse con ellos proporcionan muchos beneficios.
Los padres actuales se involucran más en el cuidado de sus hijos
Los tiempos están cambiando y por suerte estamos dejando atrás una época nefasta para los niños en que se impuso el autoritarismo y el machismo en los cuidados; los padres de ahora se involucran más en el cuidado de sus hijos que los de generaciones pasadas y muchos ya no quieren que se hable de ellos en términos de "ayuda mucho a mamá con los niños", sino que defienden que simplemente están "cuidando de sus hijos" como uno más, porque el bebé es de los dos, de su madre y de su padre.
Pues bien, según la AAP, esta implicación de los padres en la vida de los hijos puede llegar a ser muy positiva porque los padres no suelen hacer con los niños lo mismo que hacen las madres. Esto parece repercutir en el lenguaje de los niños, que es mejor, y en una mejor salud mental (los niños tienen mejor comportamiento general cuando los padres se implican más). Además, si hablamos de niños más mayores e incluso adolescentes, la presencia de los padres en la crianza disminuye los síntomas de depresión, hace que haya menos problemas conductuales y se ve reflejado también en unas tasas de embarazo adolescente más bajas.
El juego de los padres es más intenso
Según leemos en el estudio, que se ha publicado en Pediatrics, el juego de los padres tiende a ser más intenso, más vigoroso, y promueve que los niños se arriesguen más y sean más atrevidos y exploradores. El de las mamás, en cambio, tiende a ofrecer más estabilidad y seguridad. A la hora de ofrecerlo a los hijos ninguno es mejor que el otro, sino que juntos se hacen complementarios y beneficiosos al mismo tiempo.
Según se explica en el estudio, a nivel de lenguaje las madres suelen utilizar palabras que el bebé o niño utiliza más a menudo, las que mejor comprende, mientras que los padres no tienen tanto en cuenta si el bebé o niño le entiende o no, y añaden de ese modo nuevas palabras al lenguaje de sus hijos. Además, la presencia del padre (y sus feromonas) mientras las hijas crecen parece retrasar la pubertad y retrasar la edad de inicio de las relaciones sexuales, disminuyendo, como hemos dicho, los embarazos adolescentes.
Esto no quiere decir, según explican los autores del estudio, que a los hijos de madres solteras o de madres cuyas parejas apenas se comprometen con la crianza les vaya a ir mal. Simplemente explica que la presencia de una figura masculina puede ser útil como estímulo diferente al que puede ofrecer la madre (de igual modo que se diría que es positiva la figura femenina si habláramos de un hombre cuidando él solo de su bebé).
Los padres también pueden ser cuidadores primarios
En el estudio se hace mención también a que los padres pueden ejercer el papel de cuidadores primarios, en lugar de ser siempre el apoyo auxiliar de las madres, el que llega para cuidar un rato del niño mientras mamá hace otras cosas que necesita hacer.
Ya hace años hablamos de esto al mencionar otro estudio que explicaba que cuando se analiza el cerebro de una madre y se compara con el de un padre, se observa que el de la madre tiene más actividad en la amígdala (cinco veces más) y en otras estructuras de procesamiento emocional. Esto quiere decir que las madres se preocupan más, están más comprometidas y son más conscientes de las señales de peligro del bebé, probablemente como consecuencia del embarazo, del parto y de haber asumido el rol de cuidadora principal.
Los padres, en cambio, activan más las zonas de la socialización y la empatía, diferenciando así los cuidados en que las madres atienden a sus hijos cuando lloran porque sienten que están sufriendo mientras que los padres les atienden porque saben que están sufriendo.
Pues bien, vieron que en los casos en que los padres son los cuidadores principales el cerebro del hombre es capaz de cambiar, de modificarse, y de llegar a comportarse igual que lo hace el de las madres, activándose mucho más a menudo y siendo más emocional. Esto demostró que los hombres también somos capaces de cuidar de los bebés con la misma responsabilidad que una madre, aunque probablemente con diferentes técnicas educativas y relacionales, tal y como explican en el estudio que hoy mencionamos.
Pasa tiempo con tus hijos, a pesar de que no tengas demasiado
Y pasa lo que suele suceder siempre, que los padres tampoco tienen demasiado tiempo para pasar con los hijos porque la conciliación laboral y familiar es con ellos igualmente lamentable. Esto hace que deban luchar también ellos por políticas que les permitan pasar más tiempo con sus hijos, y mientras tanto hacer lo posible y lo imposible por que suceda, por que el niño no crezca y se haga tarde; que no llegue ese momento en el que un padre se dé cuenta de que la infancia de su hijo ya se marchó, y con ella la posibilidad de vivirla juntos.
Jugar con ellos, comer con ellos, hablar con ellos, hacer actividades con ellos, aprovechar el fin de semana para hacer cosas juntos, etc. Esto hará que la relación sea mejor entre padre e hijos, que todo sea más fácil en casa, que todos se lleven mejor y se quieran más y que, de rebote, sucedan esos beneficios que hemos comentado antes, esos que dicen que cuanto más tiempo pasa el padre con los hijos, mejor va todo.
¿Aún piensas que eso de cuidar de los hijos es cosa de las madres?
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