El periodista asturiano Rodrigo Fáez escribió en su cuenta de Twitter:
"Quedo a comer con unos amigos. En la mesa de al lado hay dos bebés. Tras 23.008 alaridos me da por girar la cabeza en plan 'oye, vale ya'. La madre responde a la mirada: 'Es un bebé'. Recordad: el resto no tenemos por qué aguantar a vuestros niños. ¿Estáis de acuerdo? ¿O no?"
En solo tres días, su tuit ha sido retuiteado más de 1.500 veces y ha recibido 2.400 comentarios, tanto de apoyo como de críticas, porque es evidente que es un tema que genera polémica. Esto nos hace preguntarnos: ¿Tanto molestan los niños en los restaurantes? ¿De quién es la culpa? ¿Tiene razón en quejarse? ¿Hay que ser más tolerantes?
Este tuit ha sido el origen de la polémica. Entre los muchos comentarios que aprueban su queja:
Pero, también hay críticas al considerar que los niños no tienen la culpa y que su comportamiento es responsabilidad de sus padres:
Y recuerdan que los niños también pueden tener una rabieta repentina (aunque estén 'bien educados') o los bebés llorar por molestias o enfermedades (y no se puede hacer nada, como es el caso que nos ocupa):
También están las personas, con las que me identifico por completo, que señalan que los adultos molestan bastante más:
Pero hay muchos más comentarios: más de 2.500, así que si tienes tiempo puedes pasarte por la cuenta de Twitter y dar tu opinión, después de valorar lo que dicen los demás.
La polémica de los niños en los restaurantes
No es la primera controversia que se despierta en torno al comportamiento de bebés y niños en los restaurantes.
De hecho, hace unos pocos meses, publicamos el caso de Rudolf Markl, propietario del hotel-restaurante Oma’s Kuche, que explicaba en un medio local por qué había prohibido la entrada a los menores de 14 años a partir de las 17:00 horas, momento en el que comienzan a servirse las cenas.
El hombre aseguraba que "le encantan los niños cuando saben comportarse", y que por ese motivo no les ha prohibido por completo la entrada. Pero tras muchos años observando a sus clientes llegó a la conclusión de que muchos padres se desentienden por completo de sus hijos cuando van a un restaurante, y acaban dejando en manos de los trabajadores del local su atención y educación.
Pero no hay que ir tal lejos. El restaurante Livingston de Salamanca también fue objeto de polémica al redactar una normativa sobre cómo debían comportarse los niños en su establecimiento. Recibió tantas críticas, que tuvo que rectificar y eliminar el cartel con cinco normas escritas.
Los adultos no son perfectos
Leo todos los comentarios y los casos de "niñofobia" en locales públicos y tengo que reconocer que me asusta hasta dónde está llegando el gusto por el ocio sin niños.
¿Normas de comportamiento dirigidas a los menores antes de acceder a un local? ¿Quejas porque los niños molestan en la mesa de al lado? ¿Acaso no hay adultos bastante más molestos que muchos pequeños?
Solo hay que detenerse un momento a pensar: ¿qué pasa con aquel vecino de mesa que se ha pasado con el alcohol y se pone a decir payasadas en voz alta? ¿O los que cantan en medio del local porque están felices de estar juntos?
O piensa un momento: ¿alguna vez has conseguido cenar o comer en un restaurante sin que te interrumpiese varias veces el sonido insoportable de los móviles o la conversación a voz en grito del que responde y que te penetra por el oído por más que procuras regresar a conversar con tus compañeros de mesa?
Pero, ¿quién se atreve a decir a los adultos que hagan lo mismo, que mantengan la compostura?
Y no digamos nada de otros establecimientos públicos, como hoteles o cines, donde las muestras de falta de respeto por los demás llegan a situaciones insospechadas: los mismos que se tiran a la piscina de cabeza sin importar quien está debajo, como si fueran sus dueños, se quejan de que los niños juegan en el agua; o protestan en el cine si se escucha el llanto de un niño: ¿y qué ocurre con ese móvil que suena en mitad de la película o los cuchicheos con sus acompañantes que te penetran en el oído desde el asiento de detrás?
Los niños no tienen siempre la culpa
Cuando los padres nos damos cuenta de que nuestros hijos pueden molestar e intentamos calmarlos, entretenerlos con algún juguete recurso que siempre llevamos en su bolsa o incluso salimos con ellos fuera a jugar cuando terminan de comer. O al menos la mayoría de nosotros.
Tengo que reconocer que algo tan sencillo como una servilleta y un boli prestado del camarero han servido en alguna ocasión para que mi hija estuviera entretenida dibujando sin decir ni mu.
Pero en el caso de los bebés, ¡imposible que puedan mantener el tipo siempre! Así que aún me maravilla más el comentario de nuestro compañero periodista: ¿Qué pretende que haga la madre? ¿Qué le tape la boca? ¿Qué le encierre en casa hasta que vaya a la Universidad?
Aunque nuestro bebé sea un bonachón "y se comporte estupendamente en la calle" puede ponerse a llorar sin consuelo en caulquier momento: porque tiene sueño, le duelen los dientes, se agobia por el calor, le molesta el pañal sucio... ¡Es un bebé! Y llora cuando algo va mal, porque no sabe comunicarse de otra manera.
¿Cuántas veces los padres hemos salido a la calle con el bebé en la sillita para intentar tranquilizarle y que se duerma? Eso es lo habitual.
Por eso, no estaría mal que la próxima vez que entremos en un restaurante y nos “moleste un niño” pensemos antes de quejarnos:
Qué hacíamos nosotros a su edad.
Si nuestros hijos, ya mayores, siempre se han comportado como lo que ahora consideramos correctamente (si haces memoria descubrirás que ellos o incluso tú de pequeño también te hubieras molestado a ti mismo).
Si la culpa de los gritos, lloros, o servilletas volando, es de los padres o los niños. La responsabilidad no es de los menores, sino de los adultos que los acompañan.
Si su actitud es realmente tan molesta. Porque parece que todo lo que hacen los niños nos molesta y acabamos etiquetándoles negativamente sin ton ni son.
Eso sí, esta es solo mi opinión personal de madre y no pretende sentar cátedra, ni mucho menos. Tan solo hacer entender a quienes protestan qué sienten los padres cuando arremeten contra sus hijos. Si lo he logrado o no, está por ver.
Fotos | iStock
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