Cada vez que leo sobre los peligros del "sharenting", recuerdo un episodio que viví hace años: estaba en la consulta del médico y me encontré en la sala de espera con una reconocida influencer y a su hija pequeña (ella no me conocía a mi, obviamente). Al ver a la niña, me sorprendí recordando su espectacular fiesta de cumpleaños, su último viaje de vacaciones y también recordé con algo de tristeza un día en que, siendo aún más pequeña, su madre le riñó porque la niña encontró unas tijeras y decidió cortarse el pelo.
Todo eso lo sabía porque estaba en su perfil de Instagram (salvo el episodio del "nuevo look", porque eso solo lo colgó en los Stories), pero se me quedó grabada la imagen de la niña llorando por lo surrealista de la decisión de subirlo como contenido interesante para sus seguidores.
Todo esto es real y lo preocupante de todo es que no le sucede solo a esa niña. Gracias al sharenting, una práctica cada vez más habitual entre los padres que consiste en publicar fotos, vídeos o cualquier otro tipo de información sobre sus hijos en las redes sociales, hoy día podemos saber absolutamente toda la historia de millones de niños alrededor del mundo, desde su primera ecografía, el parto (algunas influencers como Verdeliss lo han subido a sus perfiles), sus enfermedades, sus gustos y en general, toda su historia.
¿Por qué el sharenting es una práctica pelogrosa para nuestros hijos?
Seguramente todos intuimos los peligros que esa práctica entraña. Sin embargo, muchos padres tiene la percepción de que es algo que ocurre de forma puntual, lejana, probablemente a personas que tengan muchos seguidores, pero no podemos estar más equivocados: que las fotos de nuestros hijos caigan en "malas manos" nos puede ocurrir a cualquiera, y puede que las consecuencias vengan en formas que puede que no hayamos contemplado.
Estamos dejando una huella digital del menor sin su consentimiento
Aún no somos conscientes de las consecuencias que traerá para una persona el tener tanta información publicada de forma pública en los perfiles personales de sus padres. ¿Qué pasará cuando esos niños sean adolescentes y sus amigos (y no tan amigos) puedan ver sus fotos disfrazados de calabaza en Halloween cuando eran pequeños? ¿Les gustará que cualquier persona pueda tener acceso a imágenes tan íntimas?
¿Y qué pasará cuando sean adultos y sus compañeros de trabajo puedan ver su vida entera a través de fotos y vídeos? ¿Estarán de acuerdo con el proceder de sus padres? Son muchas las preguntas que se me ocurren ante el caso de tener una vida totalmente pública en redes sociales desde tu nacimiento.
Estamos anulando su privacidad
En muchos perfiles de padres y madres es posible hacer un mapa pormenorizado de la vida de una persona. El ejemplo que di al empezar este post es solo la punta del iceberg de todo lo que nos podemos encontrar de forma pública: desde fotos íntimas que los padres le parecen entrañables (como la primera vez de su hijo usando el orinal), hasta información sensible como el colegio en donde estudian o las enfermedades que padecen.
Ciberbullying
El término 'ciberbullying' hace referencia al acoso psicológico entre niños y adolescentes a través de Internet. Tiene su origen en el término 'bullying', palabra inglesa que designa el acoso u hostigamiento escolar.
Se ha comprobado que el ciberbullying está aumentando entre los niños a edades cada vez más tempranas. Haciendo cálculos, esos niños que han sido los protagonistas de muchos perfiles de Instagram hasta la fecha están empezando a tener móvil, así que es probable que toda esa información publicada en los perfiles de sus padres se convierta en carne de cañón para que el hostigamiento sea cada vez más directo y peligroso.
Por ese motivo, puede ser que se acerquen datos alarmantes sobre este tipo de acoso gracias a la oleada de publicaciones de niños y bebés que empezó hace apenas unos años.
Pederastia
Uno de los principales peligros que tienen las redes sociales y la publicación de fotos y vídeos de niños es que atraen a una impresionante cantidad de depredadores sexuales que no vemos pero que están ahí, detrás de la pantalla, ocultos detrás de una foto de perfil falsa de una mamá con un bebé en brazos.
Por si fuese poco, con los móviles actuales, no hay ningún impedimento para que cualquier persona se pueda descargar cualquier foto o vídeo de otra, guardarla e incluso modificarla de una forma muy sencilla con inteligencia artificial (por ejemplo, poner la carita de un bebé en el cuerpo de otro) y utilizarla en sitios de pornografía infantil.
Esto debería ser lo primero en lo que deberíamos pensar antes de pulsar el botón de "publicar" para subir esa foto preciosa en la que se ve a nuestro niño sonriendo. Desafortunadamente estas cosas existen y muchos de nosotros no podemos llegar ni a imaginar lo peligroso que puede llegar a ser.
Personalmente creo que hay mucha desinformación sobre este tema y que la gran mayoría de los padres no reflexionan sobre la importancia que tiene mantener la privacidad de nuestros niños intacta, precisamente porque les pertenece a ellos y a nadie más. Por eso, antes de subir una foto de tu hijo a internet, piensa en él antes que en ti o en los "likes" que va a recibir. ¿Merecen la pena de verdad?