Pegar es una agresión física, y aunque es algo que años atrás formaba parte de la crianza de muchos padres hacia sus hijos, lo cierto es que hoy sabemos que pegar es una conducta totalmente inaceptable y perjudicial para el desarrollo de los niños.
Es una forma de maltrato que supone consecuencias físicas, pero sobre todo psicológicas, que dejarán una huella imborrable en esa criatura.
Además, según la ciencia, esta conducta es totalmente nociva. Así lo hablamos en el artículo anterior "Los castigos físicos no corrigen ni mejoran el comportamiento de los niños, sino todo lo contrario", donde exponíamos un metaanálisis que analizó 69 estudios de diferentes países, el cual reveló que los castigos físicos no corrigen ni mejoran el comportamiento de los niños, sino que tienen exactamente el efecto opuesto.
En este artículo nos ponemos en el lado de los niños y analizamos qué pueden sentir cuando son agredidos físicamente, y también, qué consecuencias tiene pegar en el desarrollo del apego en la infancia.
¿Qué consecuencias emocionales y conductuales tiene que nos peguen?
Según el mencionado metaanálisis, castigar físicamente genera problemas de comportamiento en los niños con el tiempo, no se asocia con resultados positivos de ningún tipo, aumenta el riesgo de involucrarse con los servicios de protección infantil y predice un empeoramiento de la conducta con el tiempo.
Pero, y si además nos metemos en el interior de los niños, ¿qué crees que puede sentir un niño cuando le pegan? Te dejamos algunas reflexiones sobre esto, recordando que cada niño es un mundo y que siempre hablamos de consideraciones generales que podrían sentir los niños que son maltratados físicamente.
¿Cómo se siente un niño si le pegas?
Se siente agredido (también psicológicamente)
El primer punto es que el niño que es agredido físicamente se siente agredido, precisamente porque lo está siendo. ¿Qué queremos decir con esto?
Que cuando le pegan no está pensando que eso forma parte de una crianza normal (a no ser que lo normalice con el tiempo, lo cual es terrible), sino que se siente mal, se siente herido, maltratado. Y un niño que se siente así tiene muchísimas probabilidades de acabar desarrollando un trauma, así como problemas psicológicos de todo tipo.
Puede no entenderlo
Pero también puede ocurrir otra cosa, sobre todo si el niño es muy pequeño, y es que no entienda lo que está ocurriendo. Es decir, que no entienda el sentido de que le peguen, la causa, la explicación, el por qué.
Claro que no lo entiende, porque es algo antinatural que nada tiene que ver con educar, sino con maltratar. Y esto, además de generar una herida emocional en el niño, puede generarle mucha confusión, desconcierto y desasosiego.
No se siente querido (lo que impacta en su autoestima)
El niño que es agredido también se siente no querido, porque precisamente en la agresión es una antítesis del amor; con esto no queremos decir que los padres que pegan a sus hijos no los quieran, sino que en ese momento no lo están demostrando, porque esa conducta no tiene nada que ver con el amor.
Y es que, pensemos, si pegamos a un niño, ¿qué mensaje le estamos transmitiendo? Que no es válido, suficiente, querido, porque estamos llevando a cabo una conducta perjudicial y dolorosa para él. Y esto afecta también de forma directa a su autoestima (como si no fuera merecedor de amor).
Se siente humillado
Una humillación es una ofensa que alguien o algo causa en el orgullo o el honor de una persona. Los niños que son agredidos también pueden sentirse así, humillados, porque están dañando su autoestima, su orgullo y su dignidad (y más cuando esa agresión proviene de los padres, quienes deberían cuidarlos y protegerlos de cualquier daño).
Siente desconfianza
Los niños agredidos también sienten desconfianza hacia los padres, porque una figura que teóricamente tiene que proporcionarte amor, seguridad, sostén, calma... te está dando precisamente todo lo contrario: dolor y sufrimiento psicológico.
Así, es normal que sientan esa desconfianza hacia los padres (incluso, hacia los demás, porque acaban extendiendo esa desconfianza), lo que acaba impactando directamente en el tipo de apego que desarrollarán con sus cuidadores principales (y también con otras personas).
Pegar: cómo afecta en el apego que desarrollan los niños
Hemos hablado en varias ocasiones del apego, y de la crianza con apego. Hablamos del apego para referirnos al primer vínculo importante de la vida de cualquier bebé, que suele desarrollar con su figura principal (los padres).
Este se construye a partir de las interacciones con sus progenitores, y sobre todo, de la calidad de esas interacciones, de la forma en la que es cuidado y protegido y, en definitiva, a través de cómo los padres cubren las necesidades físicas y emocionales del pequeño.
Si estas interacciones son sanas, si el niño es protegido, atendido, querido, etc., acabará desarrollando un apego sano con sus cuidadores. Pero si hay una negligencia en su cuidado, cualquier forma de maltrato (como lo es pegar), si es desatendido, si a veces es atendido y otras no, etc., entonces desarrollará un apego inseguro.
El apego inseguro es aquel vínculo contaminado por el miedo, que el niño expresa a través de conductas como el rechazo, la ambivalencia, la inseguridad, la dependencia, emociones confusas...
Un apego seguro es la base de una forma de vincularse saludable, y si este no lo es, el niño acabará teniendo problemas en sus relaciones personales pero también consigo mismo (en su propia autoestima).
Inteligencia emocional y crianza
Recuerda que la agresión física es una forma de maltrato, lo cual es un delito, además de conllevar unas consecuencias psicológicas graves para el desarrollo de nuestro pequeño.
El mejor aliado para no recurrir a estas conductas tan nocivas para el desarrollo de los niños durante la crianza, es poner en práctica la inteligencia emocional. ¿Cómo? Aprendiendo a...
- Identificar nuestras emociones y la de nuestros hijos.
- Expresar y gestionar de forma asertiva y saludable estas emociones.
- Buscar alternativas al castigo.
- Marcar límites de forma respetuosa.
- Utilizar la empatía: ponernos en el lugar de nuestro hijo, ¿cómo nos sentiríamos nosotros si fuésemos agredidos?
- Poniendo en primer lugar su protección, seguridad y bienestar.
La importancia de la crianza respetuosa y consciente
El primer paso para luchar contra una crianza irrespetuosa es siendo conscientes de cómo estamos educando, de que quizás estamos repitiendo patrones que nosotros mismos vivimos en nuestra propia infancia y sobre todo, tomar consciencia de qué padres queremos ser y qué queremos transmitir a nuestros hijos, que son el bien más preciado y quienes merecen todo nuestro amor.
Y una vez identificada nuestra propia crianza, se trata de educar justo de la forma contraria, y utilizando la humanidad y el sentido común: eso es, desde el respeto y el amor, poniendo en práctica una crianza respetuosa y consciente.
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