Un padre se defiende de las miradas por las rabietas de su hija y su respuesta se hace viral

Una de las cosas de nuestros hijos que más nos descolocan son sus rabietas. Esos momentos de llanto sonoro y molesto en el que no aceptan un no por respuesta, y en el que son incluso capaces de hacerse daño solo con el fin de llevar su deseo o demanda hasta las últimas consecuencias.

Nos descolocan porque la reacción es, a nuestro parecer, desmesurada, porque no atienden a razones y porque en nuestro interior no paramos de barajar opciones y soluciones para salir airosos de ese momento, a menudo sin conseguirlo.

Mientras pasa el tiempo y aprenden a llevarlo mejor, los padres necesitamos un poco de comprensión, justamente esa que este padre no recibe y que le llevó a escribir un post en Facebook que se ha hecho viral.

Lo que estás viendo es a un bebé transformándose en un ser social

Un rato después de cenar, el padre protagonista de esta historia, que tiene un blog que se llama "No tengo ni idea de lo que estoy haciendo" en referencia a su paternidad, demostró que en realidad sí. En realidad sí sabe, al menos un poco, lo que se lleva entre manos, por el sentido común de sus palabras.

Sentado en el coche con su hija, llorando aún, escribió en Facebook lo que le habría gustado gritar a los cuatro vientos. Lo malo de ello es que lo de gritar desahoga bastante y escribir no tanto; y lo bueno es que gritando te oye poca gente, mientras que escribiendo llegas a las casi 400 mil personas que lo han leído, si no más.

En su post de Facebook explicó lo que acababa de pasar, junto con la foto que encabeza esta entrada:

Hemos ido a cenar como una familia, y mi hija ha tenido una rabieta porque mamá no le ha dejado tirar tiras de pollo. Así que ha gritado y pataleado, y de nuevo ha gritado y pataleado aún más. Como yo era el único que había terminado de comer, he tenido el placer de sacarla de Red Robin.

Es decir, fueron a comer a una hamburguesería, un lugar donde a menudo se ven familias con niños pequeños, y la niña, de dos años, empezó a tirar el pollo hasta que mamá le dijo que no podía seguir haciendo eso. Esto fue el desencadenante de una rabieta y el padre decidió llevarse a la niña fuera para que no molestara. Entonces salió del burguer con la niña llorando y lo que recibió fue gestos de desaprobación, como si no fuera capaz de educar a su hija:

He salido por delante del bar y todos me han mirado, la mayoría sin hijos, entiendo. Nadie con hijos me pondría esa cara seria, con los labios retorcidos y un aspecto que parece decir: "si no puedes controlar a tu hija, entonces no salgas". Bien, pues no. No puedo controlarla. No todo el tiempo. Aún no.

Sin duda, son palabras realistas y humildes de un padre, como lo podemos ser todos, siendo sinceros: "no puedo controlar a mi hija de dos años", como de hecho no puede hacer nadie, por más que nos lo quieran hacer creer. Por algo lo llamarán "los terribles dos" o "la primera adolescencia".

Tiene dos años y costará años enseñarle a actuar correctamente en público; además, la única manera de hacerlo es salir con ella y mostrarle lo que está bien y lo que está mal. Diciendo 'no' un millón de veces, dejándola que tenga una rabieta y diciéndole 'no' otra vez.

Estas lecciones requieren paciencia, trabajo duro y experiencias en el mundo real, y lo siento por los que están en el burguer, por haberse irritado con su rabieta, pero son parte de esta práctica. Vuestros padres hicieron lo mismo con vosotros, y gracias a ello ahora sabéis reconocer cuándo un niño hace algo irritante en un restaurante. Es así como aprendisteis a ver una situación y decir: "Ese padre necesita controlar a sus hijos". Es así cómo aprendisteis a ser personas respetables.

Lo entiendo. Los niños son molestos cuando hacen ruido en un restaurante. Lo sé. Lo estoy viviendo. Pero antes de enfadaros y de juzgar, deberíais daros cuenta de que lo que estáis presenciando no es un problema de mala educación de los hijos, sino más bien, de unos padres que están trabajando duro para arreglar la situación. Estáis viendo lo que se necesita para convertir a un niño pequeño en una persona.

Cambiemos el chip

Así que está claro: todos debemos cambiar el chip porque una de dos, o somos padres y por lo tanto deberíamos entender lo que esos padres están viviendo, o hemos sido niños, y como tales deberíamos también entender lo que esos padres están viviendo.

Y sobre todo, porque este padre está explicando que su hija tuvo una rabieta y que buscó la manera de solucionarla. Había una intención de lograr que su hija no incomodara a nadie, así que el apoyo debería llegarles con más razón aún.

¿Y si los niños molestan y los padres no hacen nada?

Esta es la pena, que hay padres que no hacen nada cuando sus hijos molestan. Y no hablo de cosas normales de niños como jugar un poco, reír o llorar. Hablo de niños que verdaderamente faltan al respeto de personas desconocidas, sin que ningún adulto se persone para pedir disculpas ni explicar a su hijo que eso no está bien.

En tal caso, no hay mucho que hablar: la mala cara se la han ganado, e incluso algunas palabras que puedan instar al adulto a ser más cuidadoso en otro momento similar. Y es que no hay mejor manera de conseguir adultos respetuosos que enseñarles, desde bien pequeños, cómo se tiene que respetar a los demás.

Y mientras se les enseña: comprensión, como ha dicho este padre. Comprensión y un poco de apoyo moral, que nunca viene mal.

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