Le llaman el enemigo silencioso y la verdad es que llevo un tiempo pensando que es muy cierto. El azúcar que consumimos, el azúcar añadido que consumimos y que aportamos a nuestra dieta diaria, se está convirtiendo en una condena para nuestra salud, para la salud de nuestra familia, para la salud de nuestros hijos.
Consumimos demasiada azúcar en nuestra dieta y nuestros hijos también, lo que es un problema ahora y lo que es aún peor: lo será en su futuro.
Conocer el problema dicen que es el primer paso para poder atajarlo, así que hoy nos ponemos de dulce. ¿Cuánta azúcar estás consumiendo casi sin darte cuenta? ¿Lo sabes, de verdad?
Yo no lo tenía tan claro hasta hace bien poco y la sorpresa no ha sido agradable precisamente, consumimos más azúcar añadido de lo que pensamos y de lo que deberíamos que eso a medio y largo plazo es lo más preocupante.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no consumir más de 12 cucharillas de azúcar diaria aunque señala que la ingesta ideal sería de 6 cucharillas.
Si estás con un refresco de cola en la mano ya puedes ir dejándolo porque sólo una lata tiene ya más de la recomendación de la que acabamos de hablar, más de 12 cucharillas de azúcar en una sola lata de refrescos. Sería bueno hacerse una pregunta ¿cuántas latas puedes beberte en una semana? Pues echa cuentas de la cantidad de azúcar que estás ingiriendo sin saberlo y de lo que ello significa para tu salud.
¿Por qué no advertirlo?
No se trata sólo de advertir de la cantidad en miligramos de azúcar que contiene sino de advertir de lo negativo que es su consumo, porque lo es, porque hay médicos en este país que se plantean abiertamente que la industria relacionada con el azúcar en este momento es como hace unos años la industria relacionada con el tabaco, intocable sí pero venenosa quizás también.
Hace ya tres años que la Generalitat catalana se planteó poner un impuesto a las bebidas azucaradas, a los refrescos ya mencionados pero ese intento se quedó en nada, se diluyó como un azucarillo en el agua ante las supuestas presiones que se comenta que se hicieron desde instancias como la embajada norteamericana.
Dos años después, en 2015, investigadores de Harvard y el Imperial Collegue de Londres llegaron a unas cifras nada desdeñables sobre el efecto del consumo de bebidas azucaradas en la población inglesa. Hablaron de que más de 130.000 personas mueren al año sólo por diabetes y 45.000 por enfermedades cardiovasculares.
Cifras que conviene tener presentes en nuestra memoria cuando nos abrimos una lata de refresco o cuando sacudimos el sobre de azúcar para nuestro café antes de echarlo en la taza ¿no os parece?
Consumos infantiles
Y es que no, no sólo se trata exclusivamente de los refrescos. Las galletas, las chocolatinas, la bollería industrial son productos que vienen cargados de azúcar sí, pero además nos “regalan” unas grasas algunas de ellas de palma o hidrogenadas, lo que los convierte en unos productos aún más perniciosos para nuestra salud y ya no digamos para la de nuestros hijos.
Es escalofriante conocer como los alimentos dirigidos al público infantil no miran tanto por su calidad nutricional como por su sabor, por su dulzor. Alimentos procesados y dirigidos directamente a nuestros hijos con unos aportes de azúcar que deberían llevarnos precisamente a no ofrecérselos nunca, porque a nosotros sí nos preocupa su salud.
El 90% de los cereales de desayuno dirigidos a los niños tienen un alto porcentaje de azúcar y un bajo contenido nutricional. Vienen cargados de calorías vacías, calorías que desequilibran por completo la dieta de nuestros hijos.
Según todos los expertos en este campo de la nutrición, se trata de productos que es fácil relacionarlos con los altos índices de obesidad infantil que ya estamos teniendo en nuestras ciudades.
Ojos que no ven
Una obesidad infantil que sin embargo parece que algunos padres y madres no sabemos ver a tenor de los datos que ha publicado la OCU sobre el tema, sólo el 23% de los padres reconocer que su hijo o hija tiene sobrepeso y sólo un 0’2% considera que tiene un problema de salud.
No se trata ni de obsesionarnos con el peso ni de hacer que nuestros hijos se obsesionen pero somos los responsables de su educación y su educación a la hora de alimentarse bien, de forma equilibrada, también tiene que ser tenida muy en cuenta.
Un 38% de los padres analizados por la OCU utiliza la comida como recompensa con sus hijos y todos sabemos que en esos casos la supuesta recompensa no suele ser una ensalada o una pieza de fruta, sino algo que no es especialmente beneficioso precisamente para la salud del “recompensado”.
Hay algo a tener siempre en cuenta, los menores son responsables de determinar si comen o no, la cantidad de lo que ingieren e incluso en muchas ocasiones el tiempo que tardan en ingerirlo pero nosotros, sus padres, somos los responsables de que lo que ingieren sea beneficioso para ellos, sea sano, sea adecuado y esto es algo que ni podemos ni debemos olvidar nunca.
Vía | juanrevenga.com | evidenciasenpediatría.es | ocuconsumity.com | elpais.com | elmundo.es
Fotos | iStockphoto
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