Hace pocos años apareció un nuevo tipo de leche infantil, llamada de crecimiento, enriquecida con vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales. Recomendada para niños de uno a tres años, nos la presentan como una leche de transición entre la materna y la de vaca. Hoy en día la encontramos fácilmente en el supermercado o en la farmacia junto a la oferta más corriente de fórmulas de inicio y de continuación.
El estudio revela que estas leches no suponen ninguna ventaja alimentaria y que incluso su alto contenido en azúcares y en calorias las convierten en poco adecuadas para los niños. Si ponemos en una balanza los supuestos beneficios de la leche de crecimiento y sus claras desventajas, vemos que, realmente, no son necesarias. La conclusión del estudio es esta:
La mejor opción es una dieta variada y equilibrada, en el supuesto de un niño sano. Sólo si existe algún problema de inapetencia se recomienda tomar este tipo de leche. Por supuesto, siempre después de consultar al pediatra para descartar cualquier otro problema en la salud del niño.
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