Somos padres, pero también pareja: cómo mantener vivo el amor cuando tenemos hijos

Tener un peque, con todo lo que implica tanto a nivel emocional como puramente logístico, a veces puede hacer que aplacemos otras cosas, como pasar tiempo en pareja... Y claro, nuestra relación puede acabar resintiéndose. Pero en realidad cuando nos miramos nos seguimos queriendo a tope, ¿verdad? Pues entonces vamos a ver qué podemos hacer para mantener nuestra relación más en forma que nunca... cuando además somos padres.

Un día conociste a una persona que te hizo tilín (o tolón, o las dos cosas), empezasteis a charlar, a intimar, a salir... Os gustabais, disfrutabais haciendo cosas juntos, tanto que un día fabricasteis un bebé (uno precioso, todo hay que decirlo). Y entonces eso de intimar, de salir y hasta de charlar (todos sabemos que cuando los peques empiezan a hablar... ¡ya no paran!) se hizo más difícil.

A menudo veo en consulta y en los talleres a parejas que, a pesar de quererse muchísimo, por unos motivos u otros, apenas pasan tiempo juntos. Entiendo perfectamente que hay veces en las que la vida nos arrolla y no hay manera de encontrar el momento para hacer algo juntos y solitos, pero... ¡es que es algo fundamental!

Con el amor no basta

El modelo que tenemos de amor romántico, ése que vemos en las pelis, ése del que hablan las canciones, nos ha “vendido la moto” de que cuando es de verdad, cuando es sincero y auténtico, puede con todo.

Esto lleva a que muchos hayan asimilado algo que en realidad es un mito (porque ni es verdad, ni es funcional ni nos hace felices a la larga, ni nada): “si nos queremos ya está todo hecho, porque el amor es algo eterno, inmodificable, inmutable... algo que resiste contra viento y marea, solo por el hecho de existir”. Y no, esto no es así. ¡Ohhhh!

Esta idea del amor es la que precisamente lleva a muchas parejas a consulta y a pasarlo regular:

  • Si pensamos que el amor es inalterable, que nos querremos siempre hagamos lo que hagamos, no vamos a trabajar en nuestra relación. Pero la realidad es que si no alimentamos nuestro amor, si no nos esforzamos, se extingue como una velita a la que dejamos sola.

  • Si pensamos que el amor todo lo puede, estamos poniendo un peso excesivo en algo que es intangible: lo que puede con todo de verdad sois vosotros, juntos, como equipo, y para eso hace falta trabajar en ello, remar en la misma dirección.

  • Si nos queremos, todo irá bien/Si dos personas se quieren, no discutirán y no tendrán conflictos. ¡Ay! Cuando pensamos que el amor nos va a hacer impermeables a los chapuzones de la vida, vamos de cabeza a darnos un golpe con la realidad: porque las relaciones no son siempre rosa, porque la vida nos expone a momentos difíciles, porque las personas cambiamos, porque tenemos días malos... Dos personas pueden quererse hasta el infinito (y más allá) y discutir, y no estar de acuerdo e incluso, fíjate, hacerse daño (sin querer, claro). Y esto no significa que se haya muerto su amor, significa que necesitan herramientas para lidiar con lo que viene, ¡ya está!

Los mitos acerca del amor nos crean unas expectativas poco realistas y claro, cuando luego topamos con la realidad lo pasamos mal, o nos pensamos que nuestro amor se ha deteriorado. Y no, de verdad, lo único que falla aquí es que la realidad es otra, pero en cuanto lo vemos, en cuanto lo tenemos claro, todo es más fácil y más bonito, ¡en serio!

Padres... pero también pareja

Como decía, quizá donde de manera más evidente se resiente la relación de pareja ante la llegada de los hijos es en la parte meramente logística, en la organización, en el tiempo: de pronto no lo tenéis, cero, nada, sobre todo al principio, cuando son bebés y nos necesitan tanto.

Pero la cuestión es que nuestra relación también es algo que necesita de nuestra atención, de nuestro cuidado, de nuestro tiempo... La paternidad es complicada, así que mejor pasarla juntos, de la mano, porque así será más fácil. Pero para eso necesitamos estar bien, ¿no te parece? ¡Pues vamos a ello!

Cómo mantener vivo el amor de pareja cuando somos padres

Entonces, ¿qué podemos hacer para mantener en forma nuestra relación cuando tenemos peques?

  1. Dedicar tiempo, el que sea, el que podamos, a nuestra relación, a dejar aparcado el rol de papá y mamá y a activar el de “chatis”. No todas las parejas tienen las mismas circunstancias, así que no existen las recetas universales, pero lo que sí es universal es la importancia de pasar tiempo juntos: un ratito por la noche justo después de que el peque se duerma (y justo antes de perder el conocimiento nosotros), comer juntos de vez en cuando entre semana, ir a tomarnos el aperitivo solitos el sábado mientras el peque está con los abuelos... Hay posibilidades, chicos, y merece la pena.
  2. Decirnos cosas bonitas, reforzarnos mutuamente: a lo largo del día, de las semanas, con todas las tareas que tenemos pendientes, el bucle del día a día nos acaba comiendo y casi sin darnos cuenta acabamos convirtiendo nuestra relación en “esas zapatillas cómodas de andar por casa”. Que ojo, ir en zapatillas es la pera de confort, pero leñe, vamos a ponerle primor, que uno se cansa pronto de ser una alpargata. Dile que te ha gustado el abrazo que os habéis dado en la cama antes de levantaros, dile que está guapo con esa camisa, dile que ese culo es lo mejor que has visto en el día (refiriéndote al suyo, jejeje)... Decíos lo que os gusta el uno del otro: sienta genial.
  3. Mira a tu pareja con los ojos de un desconocido: imagina que no le conoces de nada, que te lo acaban de presentar: ¿qué te gusta? ¿Qué te atrae? A veces cuando ya llevamos mucho tiempo en la relación nos acostumbramos tanto al otro que esas cosas empiezan a pasar desapercibidas, y es más, puede que incluso lo malo acabe comiéndole terreno a lo bueno. Así tomar un poco de perspectiva nos puede ayudar a quitar capas de “cotidianidad” y a ver, como decían en Aladdín, “el diamante en bruto” que hay debajo.
  4. Reíros: siempre que pensamos en el concepto de intimidad en pareja la cabeza se nos va rápidamente al sexo, ¿verdad? Y ojo, que está estupendo, pero hay otra cosa que es igual de potente para ganar en intimidad y complicidad, y además se puede hacer habiendo niños delante: el humor. Una pareja que se ríe junta, es una pareja feliz.
  5. ¡A tocarse! Sí, hay que hacer el humor... pero si de vez en cuando también hacemos el amor, pues oye, mejor que mejor. Quizá ahora que tenéis hijos no podéis tener sesiones de tres horas (al menos no todos los días), pero un poquito de tocarse por aquí, un poquito de ducharse juntos, de frotarse al cruzarse en el pasillo... y mira, uno rapidito de vez en cuando, que son divertidos y pueden servirnos de tentempié entre “plato y plato”, ya me entiendes, eso nos da la vida. Buscad vuestros ratitos, convertirlo en un juego, ¡y disfrutad el uno del otro!

Con un poco de azúcar...

Cuando les digo a las parejas que para que una relación funcione hay que trabajar, algunos se llevan las manos a la cabeza: ¡trabajar es poco romántico, hará que mole menos nuestro amor! Nooooo, de verdad que no es así. Precisamente el hecho de dedicar un esfuerzo consciente en nuestra relación hace que nos fijemos más en lo bueno, y que el otro, nuestro amore, se derrita aún más, porque va a percibir ese esfuerzo... ¡y eso es AMOR TOTAL!

Pero como lo cierto es que, no lo voy a negar, esto de tener relaciones sanas implica un poquito de trabajo, para que nos cueste poco o nada, para motivarnos, vamos a echarle un poco de azúcar (metafórica, claro, no vamos a rebozarnos en dulce, que bastante tenemos con deshacernos de la arena del parque que vive en nuestra casa, como para andar, además, quitando azúcar).

Ese azúcar, ese extra, esa banda sonora motivante (como cuando vamos al gimnasio) la podemos fabricar nosotros mismos, teniendo detalles que refuercen el esfuerzo del otro: vamos a intentar sonreírnos más, darnos la mano, un ratito, mientras vemos la tele (soltad los móviles aunque sea dos minutos, ¡que si se acaba el mundo os vais a enterar de todas formas!), daos las gracias por esas cosas buenas que estáis haciendo, abrazaos, miraos con amor...

Vamos, que hagáis todo lo posible porque el día a día sea favorable, amable y tiernito, porque ese es el mejor contexto para trabajar, porque esa es la mejor manera de que uno quiera estar mejor con otro ser humano.

También ayuda mucho tener clara una cosa: quiero a mi pareja, así que quiero que esté bien, porque cuando está bien, yo también lo estoy. ¡Nada de entrar en competiciones! Somos equipo, así que vamos a intentar que todos (los dos, es un equipo guay, pero pequeño) los miembros estén canela fina, ¿de acuerdo?

Así que ya sabes, la llegada de los hijos hace que se nos complique un poco la logística, pero el amor no solo no tiene por qué resentirse, sino que puede hacerse incluso más fuerte, más bonito, más maduro y más profundo. ¡Toma ya! Ahora... ¡a quererse mucho! ¡Feliz San Valentín!

Fotos: Pexels.com

En Bebés y más: Cómo enseñarle a tu hijo qué es el amor del bueno, el que le hará feliz

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