
Si alguien me lo hubiera dicho hace un par de años, me habría reído. ¿Amiga de mi ex? Ni loca. Después de las lágrimas, el silencio incómodo y esas conversaciones en bucle que no llevaban a ninguna parte, me parecía ciencia ficción.
Pero aquí estamos: quedamos a tomar café, nos contamos cosas importantes y, aunque suene extraño, somos mejores amigos que cuando éramos pareja. No porque tengamos que serlo, sino porque, contra todo pronóstico, nos ha salido bien.
Ser amigo de un ex: cada caso, un mundo
Eso sí: no ha sido por arte de magia ni porque "el tiempo lo cura todo". Ha sido gracias a una serie de acuerdos claros, mucha honestidad y toneladas de autoconocimiento.
Y, ojo, esto no es un cuento de hadas aplicable a todo el mundo. En algunos casos, lo más sano es cortar por lo sano, y está bien así. Y en otros, simplemente se podrá mantener la cordialidad, o sencillamente los caminos se separan de forma natural.
Pero si alguna vez te has preguntado si es posible ser amiga o incluso, mejor amiga de tu ex, te comparto mi experiencia: cómo lo logramos y qué aprendí desmontando algunos tópicos muy extendidos.
Desmontando mitos sobre los ex y la amistad
Mito 1: Si sois amigos, es que aún hay sentimientos
Falso. Hay una diferencia gigante entre seguir enamorados y tener un cariño sincero. Ser amigos no significa estar esperando una segunda parte.
En nuestro caso, fue justo al revés: cuando aceptamos que el amor de pareja se había agotado, nació una nueva forma de querernos, sin expectativas románticas ni resentimientos. Nos dimos espacio para recolocarnos. Y después de un tiempo, la amistad surgió sola. Sin forzarla.
Mito 2: Si no puedes ser amigo de tu ex, es que eres inmaduro
Otro mito dañino. Hay rupturas que duelen tanto o que han sido tan tóxicas que lo más sano es apartarse. Y otras veces, simplemente la relación se termina y el vínculo se transforma o se debilita.
Y en casos de relaciones que han acabado 'mal', ser maduro no significa tener que aguantar lo que te hace daño, sino saber qué necesitas para estar bien. En nuestro caso, no hubo infidelidades ni abusos emocionales. Pero si eso hubiera existido, la amistad habría sido imposible y, sinceramente, innecesaria.
Cinco acuerdos que nos sirvieron para mantener la amistad
Estos acuerdos que establecimos no fueron algo pactado fríamente para 'mantener la amistad', sino algo que surgió de forma natural y reflexiva, y tras comunicarnos de forma abierta y clara sobre lo que beneficiaba nuestra relación:
1) Las cosas claras
Uno de nuestros mayores errores cuando rompimos fue seguir hablando como si aún fuéramos pareja. Comentarios con doble sentido, "te echo de menos", mensajes a deshoras… Un cóctel tóxico. Así que primer acuerdo: clarísimo que éramos ex (porque así lo sentíamos). Sin coqueteos, sin nostalgias compartidas. Solo presente.
2) Entender de dónde viene (si lo hay) el deseo de intimidad física
Aunque el deseo no desaparece de golpe, nos quedó claro que dormir juntos o buscar consuelo físico solo alargaría el duelo. Este acuerdo fue clave. Y sí, cuesta, pero merece la pena. No se trata de anular nuestros sentimientos, sino de entender que esas búsquedas de cariño eran solo fruto de la nostalgia.
3) Tiempo para el duelo y para sanar
Durante los primeros meses, desaparecimos de la vida del otro. Sin likes, sin mensajes, sin excusas. Duele, pero oxigena. Cuando volvimos a hablar, ya no buscábamos llenar vacíos, sino compartir desde otro lugar.
4) Hablar de lo incómodo sin dramatizar
Uno de nuestros mejores momentos fue admitir, sin filtro, que al principio vernos felices con otras personas nos revolvía. Lo dijimos sin reproches, con respeto y mucha vulnerabilidad.
Y al hablarlo, perdió poder. Pactamos no contarnos detalles innecesarios, pero tampoco convertirlo en un tema tabú. Con el tiempo, pudimos normalizar hablar de otras relaciones.
5) Si uno quiere soltar, se respeta
La amistad no es una obligación eterna; es un vínculo que requiere 'negociación' (y conversación) constante. Así, si uno de los dos siente que necesita distancia o que la relación ya no le hace bien, el otro lo respeta. Sin culpas. Esto nos dio libertad y nos quitó esa presión de "ahora tenemos que ser amigos para siempre".
Señales de que la amistad es imposible
Hay historias donde estos acuerdos serían impensables. Relaciones con mucho daño acumulado, con heridas profundas o relaciones donde hay hijos de por medio. O simplemente, relaciones donde el vínculo cambia y ya está.
Y hay ex que simplemente no encajan como amigos. Forzarlo es un error. Si cada uno está mejor por su lado, eso ya es un final feliz.
Algunas señales claras de que ser amigos no es viable (y no pasa nada):
- Si hay resentimiento que no se puede transformar.
- Si uno sigue esperando volver y el otro no.
- Si hubo violencia, manipulación o maltrato.
- Si la relación fue tan absorbente que la amistad solo sería una versión low-cost de la pareja.
Lo importante: estar bien
Si sois amigos, que sea desde la salud, no desde la dependencia o la culpa. Y si no sois amigos, que sea porque os cuidáis, no porque queréis demostrar algo. Lo importante es que, juntos o separados, cada uno esté bien.
Mi historia no es una receta universal. Con otros ex, la amistad sería inviable. Pero esta vez, con estos acuerdos y esta versión de nosotros mismos, funcionó.
Somos solo dos personas que se quisieron bien, y que aprendieron a quererse de otra manera. Hoy es así, mañana, ¿quién sabe? Sea cómo sea, si te ronda la idea de ser amigo o amiga de tu ex, pregúntate: ¿me hace bien o me hace daño? ¿Y al otro? Las respuestas siempre serán válidas.
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