Durante la cuarentena somos muchos los que hemos tirado de imaginación y multitud de propuestas de lo más variadas para entretener a los niños: manualidades, cine, recetas de cocina, ejercicio... Pero, ninguna de estas opciones son válidas para los adolescentes, que viven en una etapa de desarrollo complicada de por sí, más cuando no pueden seguir con sus actividades habituales y pasan las 24 horas al día encerrados en casa o, más bien, en su habitación.
Giuseppe Iandolo, psicólogo clínico responsable del centro de psicología infantil Psise, señala precisamente "los adolescentes son los más perjudicados por la cuarentena porque en esta edad viven sus relaciones sociales fuera de la casa", algo totalmente inviable desde que comenzó la crisis de la Covid-19.
Aunque señala que "cada familia es un mundo aparte" nos da alguna pauta a los padres para ayudar a nuestros hijos adolescentes a superar esta difícil prueba.
Los adolescentes, los grandes olvidados en esta pandemia
Doy fe de lo complicado que está resultando 'quedarse en casa' para los adolescentes, porque soy la madre de uno de ellos. Y lo que vivimos en casa, se repite en las de sus amigos, según me han confirmado sus padres. Así que no somos un caso único.
Si hace un año aún veíamos películas juntos, jugábamos al ajedrez, a las cartas y a otros juegos de mesa, e incluso echábamos alguna partida juntos a algún videojuego familiar, durante el encierro se ha negado a compartir tiempo de ocio en familia. Después de realizar sus rutinas obligatorias de higiene, limpieza y alimentación, el resto del día lo reparte entre las tareas del instituto y ocio en solitario o con sus amigos.
El psicólogo experto en adolescentes y niños, Giuseppe Iandolo, nos confirma que su actitud es normal. Esta es la edad en la que más cuentan las relaciones interpersonales fuera de la familia:
"Realizamos un proyecto en España e Italia que incluía un estudio sobre la familia. Pedíamos a los adolescentes que ambientaran su historia fuera o dentro de su casa y la inmensa mayoría eligieron el exterior".
La explicación es muy sencilla: "la exploración y la capacidad de relaciones personales con sus iguales es lo más importante a esta edad. Prefieren las relaciones con el entorno a permanecer en casa".
Durante el encierro han procurado tenerlas hasta donde les ha sido posible, mediante las videollamadas o jugando online a algún videojuego, que les permite descarga emocional y ocio en grupo.
Pero aún así, siguen precisando un contacto físico con sus iguales, que no tienen.
También, a esta edad, necesitan intimidad: "Están construyendo una identidad por lo que precisan de independencia para lograrlo".
Necesidad de relaciones no virtuales
Cuando procuro limitar su uso, siempre me responde lo mismo: "No tengo otra cosa que hacer para divertirme". Si le animo a que salga a la calle con la bici, me contesta que quiere hacer deporte, pero con sus amigos, no con nosotros, y si le llamamos para ver una película en familia, siempre dice lo mismo: "Las que me gustan ya las he visto".
Señala Giuseppe Iandolo que su actitud es lógica, aunque eso no significa que a los padres nos disguste.
Pero de momento, con el confinamiento:
"Solo puede relacionarse, desarrollar su mundo con sus iguales a nivel abstracto y telemático a través de la tecnología como único canal de sociabilización. Apoya, pero no sustituye al resto de estímulos que precisa para su desarrollo".
Porque la privación de los deportes en equipo, tan importantes a esta edad, también les afectan. El ejercicio con sus iguales les sirve para conocer su cuerpo, que no para de cambiar, para intentar acostumbrarse a él.
Señales de alerta
Este abuso de la tecnología, el aislamiento de sus amigos y de sus padres puede hacer que el joven experimente ansiedad, impulsividad y que se refleje en una alteración o refuerzo de sus conductas alimentarias.
"Un chico que come mucho cuando tiene ansiedad, es lógico que si se encuentra peor ahora por la cuarentena visite aún más la nevera. Cuando sale, compensa más esa ansiedad y no está siempre picoteando, pero al no poder hacerlo, no hay excusa para parar".
Señala el psicólogo y profesor universitario, que esa puede ser una señal de que algo no va bien y que necesita ayuda.
Otros signos de alerta, según el experto, son la irritabilidad o la excesiva introversión. Pero, en ese punto, ¿cómo saber si está cayendo en una depresión o simplemente se aísla en su habitación, porque es su mundo donde encuentra la intimidad que necesita?
Tiene que respetar la rutina familiar
Hay un punto de rutina que nuestros hijos no se pueden saltar: los momentos obligatorios de encuentro con la familia. Así lo asegura Giuseppe Iandolo, quien explica que nos servirán para valorar cómo se encuentra.
Señala el experto que durante la infancia somos los padres quienes proponemos actividades para hacer juntos, pero cuando llegan a la adolescencia tenemos que dejar que sean ellos quienes nos propongan cosas que les gusten y que podemos aceptar compartir.
Si no quieren compartir su ocio con los padres, el psicólogo nos recomienda que establezcamos unas horas para desayunar, comer y cenar en familia así como un tiempo de duración, y que tienen que respetar: "Este tiempo compartido nos puede servir para chequear su salud mental y comprobar si algo no marcha bien en su vida, para pedir ayuda cuanto antes en caso necesario.
Reconoce Giuseppe que no es muy amigo de dar consejos porque "cada familia es un mundo aparte", aunque hay ciertas pautas de comportamiento que puede ayudar estos días a los adolescentes y a sus padres:
"Respetar su intimidad sin inmiscuirse, pero dejándoles claro que siempre estaremos disponibles emocionalmente, que pueden confiar en nosotros si lo necesitan".
También es importante poner límites sensatos al uso de la tecnología: como dos horas diarias máximo de videojuegos o dejar de lado las series unas dos horas antes de ir dormir para que pueda descansar bien.
Pero termina diciendo algo con lo que estoy totalmente de acuerdo: los padres sabemos cuándo algo no marcha bien en el día a día de nuestros hijos, aunque estemos en una situación tan atípica como la que ahora vivimos. Procuramos ayudarlos y, si no sabemos cómo hacerlo, podemos pedir ayuda profesional. Lo importante es que sepan que estamos ahí, que nunca vamos a fallarles.
Nos deja el enlace a un vídeo elaborado por su centro de psicología PSISE, que nos permite entender mejor cómo lidian los niños y adolescentes con el aislamiento social a causa de la pandemia del coronavirus.
Fotos | iStock
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