Chuparse el dedo es muy común en los bebés. Desde que están en el vientre materno y gracias a la ecografía se puede observar como lo hacen.
En los recién nacidos la succión en una reacción instintiva. Casi todos los bebés se chupan el dedo, más tarde o más temprano. Cuando el seno o el biberón no están cerca, es natural que el bebé se calme succionado algo, el dedo, mantita, un chupete, sus manos. Chupar el dedo generalmente llega a su auge entre los 18 o 20 meses de edad. A medida que crecen el interés por el dedo comienza a disminuir.
Si tu bebé se chupa el dedo, puedes considerarlo como un hábito que satisface la necesidad innata de succión. Si continúa chupándose el dedo, los especialistas concuerdan que no hay necesidad de preocuparse con los daños en los dientes de leche. El niño puede recurrir al dedo cuando tiene hambre, está muy cansado, incómodo o aburrido. Hacia los dos o tres años, el pequeño probablemente tendrá más cosas interesantes que hacer y estará muy ocupado para recordarse de chupar el dedo.
Si el niño continúa chupándose el dedo después de los cinco o seis años después de haber perdido los dientes de leche, es aconsejable una visita al dentista o a un orientador infantil ayudará a intervenir para eliminar el hábito.
Chuparse el dedo de forma prolongada y persistente puede llevar a una mala oclusión. Si el niño se chupa el dedo presionando la raíz del diente, esto podrá ocasionar una mala formación del maxilar superior, provocando la proyección de los dientes superiores hacia fuera. Este hábito a largo plazo también puede causar anormalidad en los huesos del dedo predilecto.
Y si no hay remedio para el hábito, lo mejor es ir pensando en un ortodoncista.
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