Es una técnica que antiguamente se utilizaba para mantener la espalda del bebé recta, pero afortunadamente hoy la función es otra.
El objetivo de envolver al bebé recién nacido en una manta es recordarle la agradable sensación que tenía dentro del vientre de la madre.
La suavidad de la manta ceñida alrededor de su cuerpo contiene al bebé y le brinda seguridad, incluso calmándole el llanto y los cólicos en algunos casos.
La presión de la envoltura es fundamental para lograr el efecto deseado. Lógicamente la envoltura no puede ser muy ajustada para no hacerle daño, pero tampoco muy suelta porque en lugar de brindarle seguridad podría causar el efecto contrario.
¿Cómo hacerlo correctamente? Por empezar, es muy importante que la manta sea de algodón o de un material suave y blando. Si es verano, puede ser una sábana de algodón o una mantita de verano de hilo.
Tumbar al bebé sobre la manta dejándola al nivel de la nuca. Rodear el cuerpo y brazo del bebé con uno de los extremos, con los brazos y rodillas flexionados dejando sus manos libres. Hacer lo mismo con el otro extremo tensando la manta.
Luego levanta el bebé y cógelo en brazos apretadito contra tu cuerpo.
Así se calmará de cualquier malestar, además de darle seguridad y abrigo.
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