Se dividieron los niños en dos grupos. Uno se quedó con las madres y al otro se lo sentó frente a la televisión a ver dibujitos minutos antes de ser pinchados con una aguja para una prueba de sangre.
El segundo grupo estaba tan absorto en los dibujos animados que casi ni sintieron el dolor del pinchazo. Incluso menos que aquellos que estaban acompañados por sus madres.
A eso le llamo yo el verdadero poder de la televisión, un poder desmedido. Lo asombroso y preocupante es que sea aún mayor que el poder de los brazos de la propia madre.
Vía | To be mom En Bebés y más | La televisión no causa problemas de atención según nuevo estudio En Bebés y más | La televisión como niñera