Según las estadísticas, hasta un 90% de los niños están preparados para reptar a partir de los siete meses de edad, este ejercicio ofrece múltiples ventajas, se fortalece la columna vertebral, ejercita los músculos, le ayuda a coordinar los movimientos de su cuerpo obligando además a mover las dos partes del cuerpo lo que contribuye además al desarrollo de los dos hemisferios cerebrales.
Si tu hijo repta, tiene la posibilidad de experimentar nuevas sensaciones que le ayudan a desarrollar su capacidad de observación y su inteligencia. También favorece que aumente la seguridad en sí mismo, ya que se mueve él solo y le hace más autónomo. Según algunos especialistas, reptar no es imprescindible para que un niño aprenda a desplazarse gateando y finalmente caminando. Sin embargo, hay muchos especialistas y estudios que demuestran que es muy beneficioso y que los padres deben ayudar al bebé a ejercitarse de este modo desde que el niño tiene cuatro o cinco meses.
Para ello, hay que tumbarlo boca abajo sobre una superficie mullida como por ejemplo una mantita e intentar animarle a avanzar manteniendo esa postura. Para que la ayuda sea más acertada, debes colocar una de las palmas de tus manos tras sus piececitos para que así cuando haga fuerza pueda avanzar.
Todo proceso tiene sus fases y para un adecuado desarrollo es preferible no saltarse la fase en la que tu hijo puede aprender a reptar.
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