Uno de los valores que considero más importantes es la perseverancia. La vida no es fácil (a estas alturas ya todos lo sabemos), pero tener firmeza y constancia en la manera de ser y de obrar, constituye una herramienta poderosísima, especialmente para conseguir las metas que nos marquemos. Por esta razón deberíamos ayudar a los niños a entender su trascendencia desde que son pequeños.
Da ejemplo
Sin duda, educar con el ejemplo debería ser el punto de partida de todos los valores que queremos transmitir a nuestros hijos. Si ellos ven que te marcas objetivos y trabajas para conseguirlo (estudiar, preparar una nueva receta, armar el puzzle más difícil que puedas encontrar), y que no te das por vencido, les estarás ayudando a interiorizar que el "deber ser" es precisamente ese.
Enséñales a gestionar la frustración
La frustración está presente en nuestra vida desde que somos muy pequeños y nos acompañará siempre. Por eso es importante aprender a gestionarla desde el momento en el que tenemos herramientas para hacerlo, aprendiendo a calmarnos, a hablar sobre nuestros sentimientos y por qué no, a buscar otros caminos para intentarlo de nuevo.
Háblales acerca de la paciencia
Hay un anécdota muy simple de mi niñez que después de más de 30 años aún sigo recordando: siempre me ha gustado la gelatina, y un día quería pero no había. Mi madre sacó los ingredientes, y le dije que mezclara el polvo con agua fría y así estaría lista más rápidamente. Me explicó que de esa forma no se mezclaría y ni siquiera conseguiríamos comerla, pero insistí. Lo hizo, y me quedó clarísimo el significado de la palabra "proceso" y "paciencia".
Es importante aprender que las cosas no salen a la primera, que las metas requieren tiempo, un proceso y trabajo para conseguirlas. Obviamente cuando son pequeños cuesta más, empezando porque no son capaces de entender de una forma clara el concepto del tiempo, pero con práctica y cariño, es posible enseñarles a ser más pacientes.
Haced proyectos juntos
No hay nada mejor que ver a papá o a mamá "en acción". Construyendo algo juntos, o haciendo una manualidad, les será mucho más fácil comprender y relacionar con hechos todas aquellas frases que les solemos repetir: "tranquilo, ten paciencia", "paso a paso", "no pasa nada, volvamos a intentarlo".
Sé positivo
Está claro que el esfuerzo es importante para conseguir los objetivos, pero también lo es la actitud con la que nos tomemos los fracasos. Enseñémosles eso desde pequeños: equivocarse está implícito en el vivir, pero nuestra capacidad de levantarnos cuando caemos, y hacerlo con la disposición para volver a intentarlo, puede suponer la diferencia entre vivir feliz o lleno de miedos o inseguridades.
Fortalece su confianza y autoestima
Obviamente mucha de esa gasolina que alimenta la capacidad de recuperarnos depende del nivel de estima en el que nos tengamos a nosotros mismos. El sentirnos capaces y valiosos a pesar de cualquier fracaso que podamos tener (sea grande o pequeño, y a la edad que sea), es fundamental para crecer como adultos felices.
Esto es importante tenerlo en cuenta desde que son muy pequeños, desde ese instante en el que quieren hacerlo todo solos y descubren su independencia, o cuando les permites tomar decisiones y las respetas. Festeja sus pequeños grandes logros, porque una autoestima sana sienta los pilares para protegernos frente a los desafíos y contratiempos vitales.
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