Cultivar una autoestima sana es uno de los pilares de nuestra felicidad personal, la que no depende de factores externos. Esto no significa ser perfectos, no tener defectos o complejos, ni estar siempre "queriéndonos mucho". Se trata de ser realistas y críticos con nosotros mismos, pero a la vez ser capaces de conectar con nuestras debilidades y nuestras fortalezas en los momentos difíciles.
Ese hábito es cultivar la autocompasión. La aceptación y la aprobación de los demás es importante pero más lo es la nuestra propia. Es sentimiento de ternura y de identificación con nosotros mismos es clave para tener una autoestima elevada.
El psicólogo Mark Travers, cree que la falta de autocompasión y de una autoestima saludable pueden desembocar en problemas de salud mental como ansiedad y depresión.
Las personas con una autoestima sana practican la autocompasión
La autocompasión es la compasión hacia uno mismo. Consiste en tratarse a uno mismo con amabilidad y con respeto, sin fustigarse ni imponerse autoexigencias excesivas. Está bien querer mejorar y dar lo mejor de nosotros, pero sin mortificarnos cuando fallamos, porque todos cometemos errores, y a veces no sabemos cómo enfrentarnos a situaciones difíciles.
Las personas con una autoestima sana reconocen que están haciendo lo mejor que pueden y se animan a sí mismas con palabras de aliento, recordando que el proceso de aprendizaje y crecimiento es más importante que alcanzar la perfección.
Por dar ejemplos tangibles que podemos poner en práctica desde hoy mismo, el experto sugiere dos formas de practicar la autocompasión y mejorar nuestra autoestima.
Una de ellas es tratarse a uno mismo como tratarías a un amigo (o amiga) cercano al que quieres mucho. ¿Cómo consolarías a esa persona si está pasando por un mal momento? Reflexiona sobre cómo cambiarían las cosas si te hablaras a ti mismo de la misma manera. Solemos ser nuestros críticos más feroces incidiendo en lo que hacemos mal, en lugar de tratarnos con cariño y compasión hacia nosotros.
La segunda es darse un autoabrazo cada día. Y no de forma figurada, sino literal. Cuando sientas que necesitas una muestra de apoyo dátela a ti misma. Respira profundamente y coloca suavemente ambos brazos rodeando tu corazón como si te abrazaras. Bríndate apoyo y acepta tus sentimientos hasta que te sientas cómodo contigo misma.
Es un gesto simple que puedes hacer a diario cada mañana con un impacto profundo en tu bienestar emocional. Este hábito no solo te conecta contigo mismo, sino que también envía un mensaje poderoso de amor propio.
Foto | Portada (Una rubia muy legal, 2001)