"La familia inteligente sabe tomar decisiones". Entrevista al psicólogo Antonio Ortuño

Como sabéis uno de los temas que más me interesan es el de ofrecer a los padres herramientas para educar a los niños de manera respetuosa y me ha parecido tan interesante el libro del psicólogo Antonio Ortuño que he querido acercaros un poco más su trabajo y sus propuestas en una entrevista.

¿En qué consiste tu trabajo como psicólogo infantil?

Trabajo desde hace más de veinte años enseñando a familias estrategias respetuosas y buenas prácticas para que aprendan a afrontar los problemas relacionados con la educación en la infancia y en la adolescencia. Trabajo conjuntamente con los padres y las madres para que se sientan competentes y aprendan herramientas y habilidades para ejercer de forma inteligente su función.

¿Y cuál es la función de la familia?

La función de la familia es, principalmente aportar seguridad a los hijos.

Un menor con seguridad quiere crecer, quiere responsabilizarse, quiere agradar y ser protagonista de su historia. Aprende a conocer y aceptar sus limitaciones y posibilidades, a quererse y a querer, a gestionar sus decisiones y riesgos, a ser consecuente, a afrontar nuevos retos y realidades, a relacionarse con los demás con empatía y asertividad. Vamos, todo un lujo.

¿Y cómo se aporta seguridad a los hijos?

Habría como dos grandes pilares. Un pilar estaría repleto de cariño, amor, disponibilidad, protección, cuidado, aceptación incondicional. Otro pilar debe contener las reglas de la convivencia, el reparto de las responsabilidades y de las decisiones, el manejo de la confianza y el respeto, los parámetros de libertad, la gestión de los conflictos. Ambos pilares son necesarios para fomentar un apego seguro.

Y de estas dos funciones, ¿cuál crees que se falla más en esta sociedad?

Las familias que atiendo en terapia y en mis cursos de formación han criado en el desamor o en el descontrol, o en ambas. Pero creo que falla más el descontrol. Querer y amar a nuestros hijos genera menos dudas a los padres que cómo ejercer el control para gestionar los desacuerdos. Yo tengo más experiencia de trabajo en como reconstruir un apego seguro fortaleciendo la credibilidad y la coherencia en las pautas educativas.

¿Esto último suena como poner límites?

El niño, entre otras cosas, nace con un sistema para captar y elaborar información que precisa de un sistema externo de supervisión para que madure. La necesidad infantil de explorar, de conocer el mundo que le rodea, se debe realizar en un contexto de seguridad donde se minimicen los peligros, y una manera es ofertando esa libertad, pero con unos parámetros, unos límites.

Para poder fomentar la responsabilidad, se tiene que aprender a tomar decisiones. Y para poder tomar decisiones es necesario tener la sensación de control sobre la situación, y conocer las alternativas y las consecuencias de esas alternativas, además de hacerles sentir competentes con grandes dosis de empatía. Para mí esto es lo que debe significar poner límites.

Hablas de repartir la toma de decisiones en la familia ¿hay alguna receta?

La educación consiste en preguntarse continuamente ¿esto que estoy decidiendo por mi hijo, lo podría decidir él ya? Cuando un bebé nace, todas las decisiones son de los adultos. Todo está en la zona de control de los padres.

Pero paulatinamente los adultos deben ir compartiendo y delegando esas decisiones. En un principio el control es del adulto. Decidimos por ejemplo, qué ropa se compra. Pero tarde o temprano los hijos querrán ser protagonistas y participar en la toma de decisiones. El control en ese momento hay que compartirlo. Y quiere negociar la compra de su ropa, o su forma de vestir.

Y por último, la responsabilidad ya es del niño, ya quiere decidir. El control es suyo. Ya viste a su estilo.

¿Eso es la técnica del semáforo inteligente a la que te refieres en tu libro?

Exactamente. Es una técnica que ayuda a las familias a diferenciar tres situaciones, que serían los tres colores del semáforo:

Semáforo ROJO: el control de la situación lo posee la persona adulta. El hijo no puede tomar decisiones, ya que puede poner en peligro el bienestar de alguna persona, sobre todo la suya. Es algo que no se puede tolerar ni aceptar. Es el espacio donde se ejerce la autoridad, teniendo en cuenta la postura y la opinión del otro. Yo lo he llamado autoridad empática. Son situaciones donde no cabe la negociación. Es un NO amable, respetuoso. Y los NO son innegociables.

Semáforo AMARILLO: el control de la situación se puede y debe compartir. Tanto el adulto como el menor pueden tomar decisiones. Se confía en los hijos y se respeta su toma de decisiones. Puede no gustar del todo a una de las partes, pero se puede aceptar y tolerar. Es una situación negociable, donde se tiene que llegar a compromisos, con una visión cooperativa buscando que ambas partes ganen algo. Desde diferentes puntos de vista se llega a un acuerdo, de manera proporcional, aunque un poco asimétrica. Es algo así: decides sobre lo que yo decido que puedes decidir. Pero, como resultado final, la decisión tiene que ser del hijo.

Semáforo VERDE: el control de la situación y la responsabilidad es totalmente del hijo. El niño toma decisiones que afectan a su proyecto de vida, no a la de sus padres. Digan lo que digan los adultos, los niños son los que deciden en último término. Los padres aprenden a acompañar, a ponerse detrás en su viaje, a estar disponibles cuando el hijo (no los padres) lo crea conveniente, a mostrar confianza cuando tiene que decidir y, muy importante, el hijo debe y tiene que percibir que se respetan esas decisiones.

¿Por qué el nombre de familias inteligentes a tu libro y a tu proyecto?

La etimología de la palabra inteligencia es de origen latino inteligere, compuesta de intus (entre) y legere (escoger). Ser inteligente, entre otras cosas, es saber elegir la mejor alternativa, es anticiparse, es saber predecir.

La familia inteligente sabe tomar decisiones, sabe resolver los problemas que afectan a la supervivencia y al bienestar de sus miembros. Su objetivo es aportar seguridad y credibilidad a los hijos en un contexto amoroso y estructurado.

La familia inteligente asegura un crecimiento infantil sano. Ayuda a los hijos a procesar de forma adecuada la inmensa cantidad de información que reciben a diario, aprendiendo a discriminar e inhibir lo irrelevante, a adaptarse a diferentes realidades, a anticipar y a hacer predicciones de su comportamiento, a regular su conducta y sus emociones, a planificarse.

En definitiva, a ser responsables. Por eso, es necesario que los padres proporcionen a sus hijos situaciones a resolver, ofertando alternativas con sus consecuencias para que el cerebro infantil pueda tomar decisiones, pueda anticipar, pueda imaginar el futuro. Es la mejor manera para que madure feliz.

Le agradecemos enormemente al psicólogo Antonio Ortuño la entrevista que ha concedido a Bebés y más y aprovecho para recomendaros de nuevo su interesante libro "Familias inteligentes".

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