"¿Pero por qué me gritas si estoy aquí al lado?", le preguntaba el otro día en el parque una madre a su hijo pequeño. La escena me resultó muy familiar, pues en ocasiones mis hijos también elevan demasiado el tono de voz cuando hablan o juegan, pudiendo incluso llegar a resultar molesto.
Es muy habitual que los niños griten, no solo a la hora de expresar sus emociones, sino como una forma de hacerse notar o incluso cuando hablan y se relacionan con los demás. Te explicamos por qué lo hacen y qué podemos hacer nosotros para ayudarles a rebajar su tono de voz.
Por qué muchos niños gritan cuando hablan
- Por imitación. Los adultos somos el espejo en el que los niños se miran, y en muchas familias los gritos están bastante instaurados en el día a día. A veces gritamos a los niños creyendo, erróneamente, que así nos harán más caso, pero otras muchas veces ni siquiera somos conscientes de que, en general, hablamos con otras personas con un tono de voz demasiado elevado.
Por llamar la atención de sus padres. Los padres debemos estar presentes con los cinco sentidos en la vida de nuestros hijos, pero desgraciadamente, el ritmo de vida que llevamos, la hiperestimulación a la que estamos sometidos o las dificultades en la conciliación pueden dificultarlo. Los niños lo notan, y una forma de intentar llamar nuestra atención y hacerse presentes es a través del grito.
Por su propia naturaleza inquieta, espontánea y enérgica -y más especialmente, en los primeros años de vida-, los niños tienden a expresar con gritos emociones como la felicidad, la alegría, el asombro o el entusiasmo, pero también otras como la irritación, la tensión o la frustración.
Por lo general, cuando los niños pequeños quieren algo lo quieren ya, pues no tienen interiorizado el concepto de tiempo y espera, y esto les puede llevar a impacientarse y elevar la voz en determinados momentos para conseguir su propósito.
Hablar con un tono de voz elevado también podrían esconder un problema de audición, por lo que si tienes cualquier duda al respecto es recomendable que lo consultes con el pediatra para una valoración.
Consejos para ayudarles a bajar el tono de voz
En primer lugar, no correspondas a sus gritos con más gritos. Y es que, como hemos comentado más arriba, los niños actúan por imitación, por lo que aunque instintivamente nos salga de dentro decir aquello de "¡no me grites!" con un tono de voz elevado, hemos de evitarlo a toda costa.
Ni que decir tiene que los castigos, insultos o amenazas verbales ("¡cómo vuelvas a gritar, te enteras!") deben quedar totalmente desterrados a la hora de educar a un niño.
Analiza si estás dando buen ejemplo, pues a veces no somos conscientes de que nuestros hijos están criándose en un entorno en el que los gritos son frecuentes (porque los utilizas a la hora de educar, porque tu tono de voz sea elevado, porque te cueste controlar tus emociones y tiendas a levantar la voz para defender una opinión o hacerte notar, porque estés pasando por una época de estrés....)
Igualmente, es recomendable comprobar el volumen al que solemos poner la televisión o la radio cuando estamos en casa o vamos en coche, así como regular el volumen de los juguetes que utilicen nuestros hijos. Y es que los gritos también podrían derivar de vivir en un entorno especialmente ruidoso.
Sé paciente en la educación de tu hijo y comprende que todo forma parte de un proceso evolutivo. Los niños no vienen al mundo con las normas sociales aprendidas, sino que tenemos que ser los adultos quienes de manera respetuosa y empática, les enseñemos a gestionar y expresar sus emociones, así como a comunicarse con los demás de forma positiva y calmada.
Conecta con tu hijo. Como hemos dicho, en muchas ocasiones el grito es la forma que tiene el niño de llamar la atención del adulto y decir "¡estoy aquí. Hazme caso!". Así pues, si tu hijo te grita ponte a su altura, mírale fijamente a los ojos y conecta con él y con su necesidad de ser visible y pertenecer. Una vez hayas conectado desde la calma, explícale que le escuchas igual si en vez de gritar habla en un tono más suave, que además es una forma más respetuosa de relacionarse con los demás.
Llevad a cabo juegos, actividades o ejercicios que le ayuden a modular la intensidad de su voz. Por ejemplo, puedes animarle a leer un cuento en voz alta controlando el timbre de su voz, hacer ejercicios de relajación para llegar a un estado de calma que le permita comunicarse de forma más pausada, enseñarle a dialogar respetando el turno de palabra de los demás, visitar con frecuencia bibliotecas o zonas en las que sea imprescindible mantener el silencio...
Si tu hijo ha comenzado a gritar recientemente, pero antes no lo hacía, analiza qué puede estar pasando tanto a nivel físico, como emocional. En este sentido, cabe preguntarse: ¿ha cambiado algo en su vida que pueda estar provocándole un mayor nerviosismo o irritabilidad? (la llegada de un hermanito, una mudanza, un cambio de cole, problemas familiares...). A veces los gritos son una llamada de 'auxilio' que esconden debajo algo importante que no saben cómo comunicar. No dejes de consultar con un profesional si tienes dudas o no sabes cómo abordar el tema.
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En Bebés y Más | Por qué los gritos no sirven para educar a los niños