Todos tenemos obligaciones y tareas tediosas a las que nos cuesta hacer frente, y por supuesto los niños también; especialmente a medida que van creciendo en autonomía y responsabilidad.
En ocasiones, esas tareas llegan a ser tan pesadas, sacrificadas o aburridas, que las vamos postergando hasta acabar haciéndolas a última hora, posponiéndolas continuamente o incluso pasándolas por alto.
Esta conducta se denomina procastinación, y aunque tanto niños como adultos hemos caído en ella alguna vez, debemos ser conscientes de la importancia de asumir nuestras responsabilidades e inculcárselo también a nuestros hijos, para evitar que la procastinación se convierta en un hábito de vida.
¿Por qué procastinamos?
Ya lo dice el refranero español: "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy", pero precisamente la procastinación va de eso; de postergar indefinidamente una tarea u obligación a pesar de ser conscientes de que debemos enfrentarnos a ella.
Los motivos por los que niños y adultos procastinamos pueden ser variados:
- Falta de motivación: este es el motivo más común. La tarea que debemos afrontar no nos gusta ni nos motiva, por lo que siempre encontramos la excusa perfecta para no abordarla.
- Falta de disciplina y rutinas
- Excesiva exigencia: las personas demasiado exigentes consigo mismas podrían tener dificultades para afrontar ciertas tareas más tediosas o dificultosas, al creer que no serán capaces de llevarla a cabo según marcan sus cánones o por miedo al fracaso.
- Confusión: también es frecuente ir postergando una tarea cuando no sabemos cómo afrontarla, el objetivo a conseguir no está claro, nos parece inalcanzable o carecemos de las herramientas necesarias para llevarlo a cabo.
- Mala gestión del tiempo: a veces dejamos para última hora una determinada tarea porque creemos que nos llevará menos tiempo y esfuerzo de lo que realmente se requiere.
- Estado de ánimo: estamos tan tristes, deprimidos, estresados o preocupados que nos cuesta afrontar nuestras obligaciones, especialmente aquellas que requieren más esfuerzo.
Cuáles son las consecuencias de la procastinación
Como decíamos al inicio, si no educamos a nuestros hijos para evitar caer en la procastinación, esta conducta podría acabar convirtiéndose en un hábito de vida con consecuencias negativas, tanto a corto plazo (en el día a día y en su ámbito escolar), como a largo (en el ámbito profesional)
Estas son algunas de las consecuencias de la procastinación:
- Estrés y ansiedad: si dejamos para el último momento aquellas tareas que cuentan con una fecha límite, nos enfrentaremos al momento con presión, ansiedad y estrés.
Por ejemplo: en el caso de los niños y adolescentes, esta situación la observamos con frecuencia cuando posponen al último día estudiar un examen o hacer un trabajo.
- Nos dejamos llevar por las emociones: cuando procastinamos estamos eludiendo nuestras responsabilidades y dejándonos llevar por lo que nos apetece y nos hace sentir bien. Esto puede provocar en los niños baja tolerancia a la frustración e incapacidad para enfrentarse a los problemas y solucionarlos.
- Incomodidad, sufrimiento, baja autoestima y sentimiento de culpa por no saber o querer afrontar las obligaciones cuando corresponde.
- Autoengaño: sin embargo, aunque sepamos que no estamos haciendo lo correcto e incluso nos sintamos mal con nosotros mismos, la procastinación produce alivio y sensación momentánea de bienestar, por lo que al final acabamos autoengañándonos y cayendo en el bucle de este mal hábito.
Cómo enseñar a los niños a no procastinar
Aunque es normal que un momento determinado los niños eviten hacer aquellas tareas que les resultan más aburridas o les generan más esfuerzo, debemos enseñar a nuestros hijos desde pequeños la importancia de no procastinar.
Os dejamos algunos consejos que podrían ayudaros:
Averigua los motivos por los que tu hijo procastina
Si la procastinación es un hábito en tu hijo, dedica un tiempo a averiguar por qué lo hace, con el fin de ayudarle a corregirlo:
- ¿Asume tu hijo más responsabilidades de las que le corresponden?
Hay niños que se ven sobrepasados por tareas que asumen de forma voluntaria porque no saben decir no, o porque sus expectativas de tiempo son demasiado optimistas (creen que pueden hacerlo todo sin dificultad).
- ¿Es tu hijo demasiado perfeccionista?
Si crees que el problema de la procastinación es que tu hijo tiene un alto nivel de exigencia, tiene miedo a fracasar o a no cumplir con las expectativas, pregúntate cuáles pueden ser los motivos (¿quizá eres demasiado exigente con él/ella? ¿Ha asumido tu hijo algún rol o etiqueta que le lleve a actuar así?...) y ayúdale a lograr una mayor flexibilidad mental.
- ¿Está asumiendo tareas acordes a su edad, madurez y habilidades?
A veces caemos en el error de exigir a los niños el cumplimiento de una serie de tareas que no van acordes a su nivel de madurez, por lo que carecen de habilidades y herramientas necesarias para llevarlas a cabo.
- ¿Está atravesando un mal momento?
Como hemos visto al inicio, posponer tareas también podría estar relacionado con un mal estado anímico. Por eso, si hasta el momento tu hijo se había responsabilizado siempre de sus tareas y de pronto ha comenzado a procastinar, o le notas triste, apático o distraído, averigua los motivos.
Elimina distracciones
A la hora de afrontar una tarea es fundamental que fomentemos en el niño la atención plena, eliminando todo tipo de distracciones que le aparten de su objetivo.
Ni premios ni castigos
Algunos padres optan por la retirada de privilegios, los castigos o las recompensas para incentivar a sus hijos. Pero ya hemos visto en numerosas ocasiones que caer en este tipo de prácticas no solo es un error, sino que las consecuencias a largo plazo pueden ser fatales.
Ayúdale a gestionar su tiempo
El concepto de tiempo que tienen los niños es muy diferente al de los adultos, de ahí que nos parezca que siempre hacen las cosas con gran parsimonia y sin que parezca importarles el paso de las horas.
Por eso es importante que les guiemos a la hora de gestionar su tiempo, siempre atendiendo a la edad y necesidades del niño, así como al tiempo máximo que pueden mantener su atención y concentración.
Enséñale a abordar primero las tareas más sencillas
Os irá bien preparar un check-list de tareas pendientes e ir tachando una a una conforme las vaya realizando.
Si a tu hijo se le han acumulado varias tareas para el último momento, es posible que se sienta desbordado, angustiado y no sepa cómo desenredar semejante embrollo, de ahí que la única solución factible que encuentra sea la de procastinar.
Ayúdale a enfrentarse a sus obligaciones delimitando claramente todas sus tareas y acometiendo en primer lugar las que le lleven menos tiempo o menos esfuerzo.
Fracciona las tareas más complejas
En el caso de que tu hijo tenga entre manos una única tarea, pero especialmente compleja, es recomendable dividirla en tareas más pequeñas y fáciles de gestionar y abordar.
El placer de "tachar" tareas pendientes
Es recomendable que el niño tache de su lista de tareas pendientes aquellas que vaya realizando, pues esto provoca en el cerebro una sensación positiva de placer y bienestar, que a su vez aumentará su autoestima y confianza.
Valora su esfuerzo
El esfuerzo es un valor que debemos inculcar a nuestros hijos desde que son pequeños, ayudándoles a convertir sus buenas conductas en hábitos y animándoles siempre dar lo mejor de sí mismos.
Para ello es fundamental que el niño vea y entienda los motivos por los que merece la pena esforzarse, valoremos su constancia y trabajo y le hagamos sentirse orgulloso de las metas que vaya consiguiendo.
Establece rutinas
Los expertos siempre insisten en la importancia de mantener unas rutinas en la vida de los niños, pues no solo les aporta seguridad y confianza, sino que también les ayuda a enfocar sus tareas y asumir responsabilidades.
Por ejemplo, en la medida de lo posible debemos procurar que los niños hagan sus deberes siempre a la misma hora y en el mismo lugar, acondicionando para ellos un espacio adaptado (con sillas ergonómicas, buena luz, sin distracciones...) y motivador. Igualmente, es importante que se vayan a la cama pronto, para asegurarles un correcto descanso.
Da ejemplo
Como siempre decimos, no hay mejor enseñanza para un niño que el ejemplo de sus padres, pues nuestros comportamientos y forma de proceder en el día a día, acabarán siendo imitados de forma inconsciente por nuestro hijos.
Fotos | Portada (iStock)
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