Amamantar en público no es de hippies, y debería estar más normalizado

La leche materna es el alimento más completo que podemos dar a un bebé, ya que va cambiando a medida que crece el niño, para contener todos los nutrientes necesarios para su desarrollo.

De hecho, durante miles de años, nadie se planteaba la idoneidad de este oro líquido, ya que era la manera natural de alimentar a los bebés. Y las mujeres de todo el mundo, daban el pecho a sus hijos como algo natural, sin que fueran juzgadas por ello.

Entonces, ¿por qué ahora tenemos que seguir defendiendo a las mujeres que amamantan a sus hijos en público? ¿Se ha perdido en España la cultura de amamantar? La doctora Susana Ares, coordinadora del Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría (AEP), afirma que sí y asegura que la sociedad ve a la madre que da el pecho en público como una hippie, cuando es algo totalmente normal.

Mi experiencia 'a escondidas'

Siempre he tenido claro que quería dar el pecho a mis hijos y afortunadamente pude hacerlo, aunque quizás no todo el tiempo que hubiera deseado. Porque en los siete años que se llevan, la apreciación de una madre dando el pecho a su hijo cambió considerablemente para bien, pero no todo lo necesario.

Me separaron de mi hija cuando nació y nadie en la maternidad pública me orientó cómo ponerla al pecho por primera vez tres horas después.

Pero tampoco mejoraron las cosas después, ya que darle el pecho en la calle, se convirtió en una verdadera odisea: tenía que irme al coche, tapar la ventanilla con una chaqueta para que no nos vieran, ir corriendo al baño de un bar cuando la tocaba comer y poner a mi bebé a mamar sobre la tapa del inodoro... ¡Temía que mi pequeña quisiera comer en la calle por si no encontraba un lugar donde esconderme!

A los tres meses tuve que abandonar la lactancia para reincorporarme al trabajo, ya que "cogerse el permiso de lactancia era una excusa para trabajar menos" (según lo veía mi jefe). Tampoco contaba con una red de apoyo a mi alrededor que me permitiera continuar ofreciéndole el pecho a mi hija tras largas jornadas laborales.

Aún recuerdo lo cargados que estaban mis pechos los primeros días de la vuelta al trabajo y que tenía que encerrarme en uno de los inodoros del baño para extraerme la leche a mano y aligerar algo el dolor.

Tengo la sensación de que toda la lactancia fue a escondidas, porque no estaba bien mostrar mis pechos en público.

Una lactancia más abierta

Por fortuna con mi hijo pequeño nuestra experiencia con la lactancia fue completamente diferente. No nos separaron en ningún momento desde que nació y nada más colocármelo encima reptó él solito al pecho y se puso a mamar. ¡Me sentí tan feliz al comprobar que todo estaba bien!

Y los días y meses siguientes fueron igual de sencillos: comía cuando quería y en el lugar donde surgía. Solo cuando coincidía de paseo con mi madre, me pedía que "me tapara un poco por educación". Y ponía una chaqueta por delante o lo que tuviera a mano, por no discutir.

Pero sinceramente no soy consciente de si me miraban mal cuando amamantaba a mi bebé en público porque no me importaba. Sabía lo que quería y que lo que hacía era lo mejor para mi hijo y, lo que pensara el resto del mundo, me daba igual. Y así fue hasta que tuvimos que suspender la lactancia por problemas de salud.

Así que cuando mi hermana pequeña tuvo a su primera hija y la dio el pecho hasta los dos años, solo pude sentir envidia. Como es natural, se lo ofrecía cuando ella lo solicitaba y cuando creció mi sobrina, era ella la que se subía encima y le retiraba la camiseta o lo que llevara puesto ¡y a comer! En cualquier sitio.

Y con mi sobrina pequeña, igual. Estuvo lactando más allá de los tres años, hasta que ella misma se destetó hace solo unos meses. Y todo fue posible porque su madre pudo disfrutar de un permiso de lactancia, de una sala en su trabajo para extraerse la leche, de un horario laboral reducido para poder estar más tiempo con su hija y de una abuela que le daba los bibes con leche materna cuando ella no estaba.

Y os aseguro que, ninguna de las dos somos unas hippies, ni mujeres liberadas y sin pudor que nos paseamos mostrando nuestros pechos a todos. De hecho, nunca he hecho topless en público, pero sí que no veo sentido alguno en que las madres tengan que esconderse hoy, como yo tuve que hacer en la lactancia de mi primera hija.

Porque alimentar a nuestros hijos es algo natural y bonito y el problema lo tiene quien se fija en los pechos de la mujer y los ven como algo 'pervertido'. ¿Puede haber algo más hermoso que una madre criando a su bebé mientras los dos se miran con amor?

Y los que lo critican "por el mal ejemplo que pueden dar a los niños", vuelven a caer en una gran mentira: son ellos quienes educan mal a sus hijos al señalar como 'erróneo' algo tan natural como dar el pecho, incluso criticando a las mujeres que amamantan en espacios públicos.

Lo que tienen que hacer es predicar con el ejemplo delante de sus hijos, normalizando una imagen que se ha repetido a lo largo de la historia y que parece que hemos olvidado.

Porque eso es la lactancia: la forma natural y normal de alimentar a nuestros hijos, aunque los datos reflejen que solo dos de cada cinco bebés siguen alimentándose exclusivamente con leche materna en España.

Por qué hay que normalizar la lactancia

La leche materna siempre alimenta y sus beneficios para la madre y el bebé están científicamente demostrados: reduce el riesgo de muerte súbita del lactante, contrarresta la predisposición genética a la obesidad, menor probabilidad de sufrir diabetes, inmunidad a largo plazo, hipertensión y de otras patologías cardiovasculares,y muchos más.

Así, aunque tras las primeras horas del parto es normal no tener mucha leche, la producción se va ajustando a la demanda del bebé. De ahí que sea tan importante ponerle al pecho cada vez que llore o cuando muestre signos de hambre, sea en un espacio público o en casa.

Pero parece que no todo el mundo piensa igual, porque no es la primera vez que tenemos que 'denunciar' algún caso de discriminación a una madre porque está dando el pecho a su hijo.

Las madres son 'invitadas' a taparse en los aviones, en las piscinas, en un centro comercial...

Las madres insisten en afirmar que esta prohibición radica, sobre todo, en los prejuicios y falta de información social, a pesar de que la ONU reconoce la lactancia materna como un derecho humano para bebés y madres.

Conclusión: La lactancia es algo natural y nadie debe restringir este derecho en ningún espacio público.

Ejemplos como las de algunas modelos amamantando en la pasarela, políticas y deportistas dando el pecho mientras siguen con su actividad normal, son sin duda buenos ejemplos para aquellas personas que aún piden que una madre se tape cuando está amamantando. ¡Si hasta el Papa anima a las madres a amamantar en la Capilla Sixtina!

Y es que en pleno siglo XXI debería ser algo incuestionable, aunque por desgracia cada cierto tiempo siguen surgiendo polémicas de este tipo que nos indican la necesidad de visibilizar el problema.

Y estos días, que se celebra la Semana Mundial de la Lactancia, queremos volver a hablar de ello. Es nuestro granito de arena por normalizar algo que tiene que ser normal y siempre lo ha sido. Porque amamantar en público no es solo cosa de hippies.

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