Carta a las madres que dan biberón

Yo fui una madre que dio biberón y no deseaba hacerlo. Durante unos meses, mi bebé prematuro no se enganchaba al pecho. Y se que si conseguí relactar fue porque un cúmulo de circunstancias y apoyos me ayudaron. Pero que podría perfectamente haber tenido que seguir con el biberón y haber dado todo mi amor a mi hijo con él.

Cuando estaba embarazada pensaba "le daré el pecho si puedo". Ese "si puedo" era un condicional aceptado completamente. Realmente creía que no todas las mujeres tienen leche. Tampoco sabía mucho más. Luego la vida me sorprendió y los problemas de mi lactancia fueron cosas que no preveía siquiera que existieran.

Conseguí relactar, pero como os digo, lo considero un regalo del destino que quiso que lo lograra. Pero sigo sintiendo que se lo que es dar biberón. Pero también se que lo hubiese superado y que mis brazos y mis besos habrían compensado a mi hijo por la lactancia perdida. Quizá, para protegerme habría olvidado lo que me dolió y me diría que no era tan importante en realidad. Entiendo que las madres que han dado biberón en contra de su deseo se pueden sentir juzgadas con la defensa de la lactancia. Tenemos que autoprotegernos de algo que nos hace daño y sobre todo, por el bien de nuestros pequeños, seguir adelante con amor y disfrute de la maternidad.

También dedico gran parte de mi vida a promocionar la lactancia materna. Conozco a muchas mujeres que deseaban amamantar, que estaban totalmente convencidas de los beneficios de la lactancia materna y que incluso contaban con apoyo e información. He visto como algunas de ellas no lo han conseguido. Me siento enormemente unida a ellas. Son madres maravillosas, luchadoras hasta el límite de su capacidad, amorosas y entregadas.

Conozco también a muchas madres que no han podido dar el pecho, normalmente, aunque cueste llegar a admitirlo, porque recibieron una mala información. Podían. Pero algo falló. Destetaron por tratamientos médicos que podrían ser compatibles con la lactancia, por falsas hipolactias debidas a consejos erróneos, por creerse falsos mitos como que coger en brazos, amamantar cada vez que el niño lo desee o dormir con él son dañinas, por la falta de ayuda de sus familias, porque estaban desbordadas y agotadas y nadie supo ni pudo apoyarlas.

Cada vez que un bebé se queda con hambre y sin siquiera observar una toma por un supuesto experto se receta una ayudita en vez de indicar tomas a demanda real y sin reloj, cada vez que se manda dar agua o infusiones, cada vez que imponen pausas nocturnas, cada vez que se da leche artificial por supuestos fallos de composición o cantidad de la leche materna, cada vez, alguien se pone la base para el final de una lactancia que seguramente podría haber continuado.

Cuesta llegar a admitir que nos han robado algo y que dejamos que lo hicieran. Pero es que la lactancia nos la roban. Nos han machacado con mensajes falsos sobre que la lactancia artificial es buena. ¿Os habéis planteado si a ese producto se le han hecho los mismos controles que a un nuevo medicamento? Pues no, no se los hacen. No se lo han hecho nunca. Y nos lo han metido durante décadas como si fuera la panacea que resuelve los problemas de la lactancia, sin mencionar los que trae.

¿Que madre quiere darle algo malo a sus hijos? Pero ya habéis visto lo que ha pasado en China, ¿de verdad estamos a salvo? Yo no lo creo. Y creo que la lactancia artificial tiene efectos negativos nocivos sobre la salud pública que debemos conocer aunque nos hayamos visto obligadas a recurrir a ella y nuestros niños estén sanos. .

Las compañías productoras ganan miles de millones al año vendiendo esta leche que publicitan sin piedad e incluso saltándose impunemente los códigos deontológicos que rigen su venta. Miles de millones. Y así ha sido durante muchos años.

Pero claro que un niño puede crecer sano y feliz con biberón. Aquí estoy yo, que no me dieron ni una toma. Mi madre siempre pensó que era por culpa de la forma de su pecho. Pero no, no es así, la persona que la atendía no sabía lo que decía. Y no pudo amamantar con una gran pena. Me dio lo mejor que pudo y que supo. Pero no lo mejor, porque se lo robaron por ignorancia o por el interés de unas grandes compañías que se lucran del fracaso de las lactancias de tantas y tantas madres que con ayuda e información si habrían podido dar de mamar.

Casi todas vosotras si podíais dar el pecho. No pudisteis. Razones: personal sanitario sin formación, una sociedad que realmente no cree en la importancia de la lactancia, miles y miles de consejos y mitos falsos, falta de apoyo real de las familias y el no tener una red de mujeres. Era mejor, mucho mejor, haber dado el pecho y es válido estar triste y enfadadas por no haberlo logrado. Por eso hay que ayudar a que nadie más pase por eso. Si una mujer desea dar el pecho tiene derecho a ser sostenida, ayudada e informada, cosa que no tuvisteis vosotras.

Hay algo que sucede y que a las mujeres que están comprometidas duele mucho. Cuando se habla de los beneficios de la lactancia materna y de lo perjuicios del biberón saltan ampollas y alguien siempre dice "¿es que pensáis que somos peores madres por dar biberón?". ¿Que hacemos mal al transmitir el mensaje? Porque precisamente uno de los motivos por los que las madres se comprometen con fomentar la lactancia es por tantas lactancias deseadas que no pudieron ser.

También hay madres que deciden no dar el pecho. Para ellas es preciso que reciban toda la información veraz sobre lactancia, para que su decisión, que es de ellas, no se vea empañada por falsedades. Ellas y sus bebés también merecen nuestro respeto y trabajo, para que lo que decidan sea verdaderamente lo que ellas han decidido con todo lo que necesitan saber. Muchos motivos harán que una madre descarte la lactancia materna, y por eso es preciso ofrecerles también un enorme respeto. Yo no me considero nadie para juzgarlas, aunque defienda que la lactancia materna es lo mejor para los bebés y crea que estamos siendo torpedeados por la industria que defiende sus intereses. Ellas son responsables y sus motivos nadie más que ellas los sienten y conocen, aunque seguramente sus motivos nacen de esos falsos mitos y de la falta de apoyo a la maternidad consciente que sufrimos todas.

A veces creo que es necesario repetir muy alto, cuando se defiende la lactancia materna, algo que es más que obvio. Las madres que dan biberón son tan buenas madres y aman a sus hijos como las que dan el pecho. Precisamente por ellas y sus bebés y por otros como ellos se defiende la lactancia materna, para que nadie se vea privado de ella sin necesidad. Os respeto, sea el modo que sea en el que dais alimento. No os juzgo.

El amor lo merece. El amor de una madre cuenta, más que el modo en que alimentemos a los bebés, aunque para ellos no hay nada mejor que el pecho. A veces siento que, por mucho que defienda la lactancia materna, es preciso decirlo alto y claro. Nada alimenta como el amor.

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