Cómo saber si el bebé toma suficiente leche

Cuando nace un bebé es normal y lógico estar muy atentos para estar seguros de que esté recibiendo suficiente leche materna. Sin embargo, hay casos en los que la madre puede sentir preocupación o recibir comentarios negativos sobre la lactancia que minen su confianza.

Es fundamental un control pediátrico adecuado, pero, seguramente conocer las cuestiones que hay que tener en cuenta, puede ayudarles a estar tranquilas.

Vayamos, a continuación, a explicar los signos que deben valorarse para asegurarnos de que el bebé está tomando suficiente leche: el estado general, las deposiciones, la orina y el peso.

Antes de explicar las cuestiones que el pediatra revisará para estar seguros de que el bebé esté recibiendo suficiente leche es preciso remarcar la importancia de estos controles, pues, aunque el bebé duerma mucho y no pida comida, nos podemos encontrar en algunos casos que precisamente este estado se debe a que están letárgicos por falta de suficiente alimento y entren en una espiral en la que cada vez piden menos porque cada vez están más débiles.

Estos casos, aunque sean lo menos común, son graves, por lo que insisto en el control habitual del pediatra y en volver a consulta ante una duda razonable para descartar problemas.

El estado general

Cuando hablamos de estado general no nos estamos refiriendo al peso del bebé, y tampoco a la velocidad de su aumento de peso, sino a signos de una buena salud y nutrición como son el color y textura de su piel, sus reflejos y tono muscular, la hidratación de sus mucosas y, en general, su actividad y signos de alegría vital. Un bebé con un buen estado general, que pide el alimento y orina y hace caca con normalidad casi seguro que está bien alimentado, sea grande o pequeño, gordido o delgado.

Dentro del mismo peso un niño puede estar pasando hambre y otro estar perfectamente sano, todo depende de su peso al nacer y también, que duda cabe, de sus particularidades como individuo. Las tablas de peso hay que saber interpretarlas, sobre todo en lo que se refiere a los bebés amamantados.

Igual que hay hombres que miden 2 metros y otros que no llegan al 1.70 y ambos están sanos, igual que hay personas corpulentas y otras delgadas y ambas están sanas, con los bebés pasa lo mismo.

Por lo que las tablas y los percentiles no nos darán una respuesta sobre si el niño está o no bien alimentado por ellos mismos y, desde luego, no signfican que un bebé más grande y pesado esté mejor alimentado que uno de menor talla o peso dentro de la normalidad.

Las tablas van a servir como orientación general y para ayudar a detectar descensos o aumentos que pueden indicar un problema, pero no son, por ellas mismas, una especie de concurso a ver quien tiene el bebé más sano por ser el más grandote o rollizo.

Las deposiciones

Las primeras deposiciones del bebé son el meconio, una pasta negra y pegajosa. Normalmente las heces de transición, más líquidas y verdosas van a apareciendo a partir del segundo día, pero si a los 7 no han aparecido las caquitas normales es conveniente consultar con el médico pues puede indicar que no está tomando suficiente leche.

Las heces del bebé que toma leche materna en exclusiva suelen tener un olor agradable, a mantequilla, a nata, la leche cuajada. Suelen tener grumos y ser amarillas y blanditas, casi semiliquidas en algunos casos y en otros como una pasta. Pero también pueden ser marrones o verdosas sin que eso indique ningún problema.

Otra cuestión es la frecuencia. Los bebés amamantados suelen hacer caca 2 o 3 veces al día, pero esto tampoco es una norma, aunque si no lo hacen es adecuado comentarlo al pediatra para que valore si los demás signos de buena nutrición son correctos, que seguramente lo sean. Como digo, lo general no es norma.

A partir de los dos meses es bastante normal que el ritmo de deposiciones disminuya y muchos bebés, igual que los hay que siguen haciendo caca a diario, otros lo harán cada 3, 4 y hasta 7 días. Si los demás signos son normales no hay motivo de preocupación y no hay que dar ninguna clase de laxantes, estimular el ano o darles agua ni zumos.

Siempre que las deposiciones no sean duras y el bebé las pueda hacer sin problema tenemos que tener en cuenta que no está estreñido, y, como decía, no es necesario intervenir forzándolas.

Un cambio en la consistencia o la frecuencia de las heces no suele ser problemático, pero si es un signo a tener en cuenta. Por ejemplo, si el bebé está malito con mocos puede que mame menos y sus deposiciones sean más duras, menos frecuentes o simplemente cambien y luego todo volverá a la normalidad, si es que podemos hablar de normalidad en este tema.

La orina

Los bebés orinan muy frecuentemente, sin embargo, con los pañales superabsorventes no siempre es sencillo saber cuantas veces y cuanta cantidad están haciendo. Con los pañales normales deberían mojar unos 7 al día, y eso nos da una buena señal de que no está deshidratado o desnutrido. Si notamos que orina menos deberíamos aumentar la frecuencia de las tetadas y consultar al médico si tenemos dudas.

Sin embargo tengamos en cuenta también, que no es signo exclusivo, ya que un bebé que si orine frecuentemente podría no estar perfectamente alimentado si las tetadas no son completas, por lo que la frecuencia de la micción es solamente un punto más que tener en cuenta.

Lo que si es un signo muy grave y que va a ser necesaria una intervención médica urgentísima es la ausencia de orina. Si los pañales son tan absorventes que tenemos dudas es conveniente dejar el niño sin pañal y observar. En verano las deshidrataciones pueden ser más frecuentes, por lo que, si tenemos dudas, deberíamos acudir al médico.

Analizados los signos de alarma en cuanto al estado general, la orina y las heces del bebé, en el próximo tema hablaré con detenimiento las cuestiones que habría que valorar respecto al peso del bebé para determinar si está recibiendo suficiente leche.

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