Eres una mujer más o menos libre que trabaja, tiene una pareja, un piso y que los fines de semana disfruta saliendo por ahí, leyendo, viajando, haciendo actividades lúdicas, y todo en base a lo que más o menos te apetece hacer en cada momento. Un buen día decides que es un buen momento para ser madre, y unos meses después das a luz a tu primer hijo. Y de repente tu vida cambia de un modo que ni en sueños llegaste a imaginar, convirtiéndote en la persona a la que reclama el bebé casi cada hora hasta el punto que llegas a sentirte "una vaca lechera" o una "teta andante".
Los sentimientos no son en realidad análogos, pero están relacionados. Como pueden diferenciarse un poco (creo yo), vamos a hablar de ellos por separado y así vemos en qué se diferencian y en qué se asemejan, siendo posible sentir solo uno, los dos, o ninguno.
Me siento como "una vaca lechera"
Una vaca lechera es aquella que amamanta a sus crías y que, además, es ordeñada de manera frecuente para proveer de leche a la industria láctea y a los humanos como consumidores finales de la leche y sus derivados. Digamos que una vaca lechera no es lo que se puede decir "un animal libre", porque su existencia y su alimentación pasan a ser muy controladas para que puedan hacer su función con la mayor efectividad y eficiencia.
Pues bien, es normal que una madre pueda llegar a sentirse así, poco libre (¿qué madre lo es?) amamantando cada hora o cada dos horas a un bebé que tiene comportamientos bastante esclavizantes hacia la madre, vamos, que si hay que comparar entre un ganadero y un bebé, yo diría que los primeros pueden llegar a ser más amables y considerados:
- Un bebé no tiene ninguna espera, llora y si no tiene la "ubre" disponible puede llegar a ponerse muy rojo y a gritar como un poseso.
- Del enfado puede llegar a hacerse caca encima.
- No da lugar a ningún tipo de negociación. De hecho, si le das un sustituto de silicona no alimentario, alias chupete, no dudará en escupirlo.
¿En algún momento la lactancia te hizo sentir una vaca lechera? No estás sola. Y si encima te lo tomas con humor y aceptas ese rol, aún puedes sentirte menos sola, porque yo creo que todas las madres, en uno u otro momento, han llegado a hacer un comentario así: "madre mía, a veces me siento como una vaca lechera, todo el día con la teta fuera y con el bebé venga a pedir más producción. Como sigamos así monto una fábrica de leche materna y empiezo a envasarla".
Ahora bien, si les sugieres un "pues dale biberón" te dicen "no hombre, esto es un pensamiento en voz alta y en cachondeo, por eso no le doy yo un biberón".
Pero... si eso de ser vaca debe ser algo malo, ¿no?
Lo pongo porque escribiendo lo de las vacas me he acordado del pésimo artículo que hace unos años publicó "El Mundo", con un titular con el que pretendían generar polémica ("La Era de las Madres Vaca"), escrito por Carmen Machado, quien imagino que no tuvo mucha suerte con la lactancia y aprovechó su posición de periodista para liarla en contra de las madres lactantes.
Si consiguieron enfadarlas o no, no lo sé. Muchas madres se quejaron porque se sintieron insultadas, pero muchas otras vieron simplemente retratado ese cómico momento en el que sí, te sientes como una vaca lechera, y como dijo más de una: "y a mucha honra". Vamos, que por entonces muchas madres lactantes se acogieron a las fotos y dijeron que sí, que ellas eran madres y vacas y que querían seguir siéndolo.
Y oye, si alguna aún se siente ofendida por que le llamen vaca, como si fuera mejor que un bebé tomara leche artificial o leche de vaca, que se quede mirando unos segundos (no muchos) esta foto y listo, seguro que prefiere dar el pecho:
Me siento como "una teta andante"
Pero bueno, vamos a dejarnos de polémicas, pese a que lo interesante no es la misma, sino cómo el sentido del humor puede derribar cualquier frontera, y pasamos a la siguiente sensación de madre lactante, cuando te ves como una teta. "Soy una teta". Y cuando camino, "soy una teta andante".
¿Por qué esa sensación? Porque llega un momento en la crianza en que el bebé comparte tiempo con la madre y también con el padre y otras personas, y como se lo pasa bien con esa otra gente que no es mamá, ella queda relegada, en cierto modo, al momento teta (no es cierto, ojo, pero a veces tiene esa sensación):
- El bebé juega solo, se va a explorar, toca lo que le da la gana y cuando se siente solo o se hace daño llama a mamá para que le dé teta.
- El bebé está con el padre jugando, y como papá no le vigila igual que mamá, se da un golpe con cualquier cosa, llora y llama a mamá para que le dé teta.
- El bebé está con el padre jugando, le entra sueño y llama a mamá para que le dé teta.
- El bebé está con la abuela jugando, pero le canta una canción horrible que le da miedo y llama a mamá para que le dé teta.
- El bebé está con el abuelo, pero cuando ya lleva un rato se aburre y llama a mamá para que le dé teta.
- El bebé (lo que sea) y llama a mamá para que le dé teta.
Y así una acaba por decir "joer, si es que solo me quiere para que le dé teta", porque parece que al final solo te reduces a eso, una teta (o dos) con piernas, al menos así lo cuenta Naya Rivera, una de las actrices de Glee, que lo explica como una de las partes duras de la lactancia, pero que no es lo suficientemente amargo como para dejar de amamantar, porque lo positivo supera a lo negativo.
"¡Es que solo me lo das para que le amamante!"
Y ese sentimiento se apodera de muchas mujeres de tal manera que los hombres nos sentimos también, a veces, un poco inútiles. Porque estamos con el bebé y llora, y le meneamos, y bailamos, y hacemos el mono, el orangután, el loro, el chimpancé, el tigres, leones, todos quieren ser los campeones... y el bebé sigue llorando. Y claro, las llamamos: "¡cariño, llora!". Que es una manera de decir "ven a darle la teta antes de que se le haga una hernia o a mí me reviente el tímpano", a lo que ellas contestan "jolín, ¡si es que no sabes calmarlo! Llevo todo el día con la teta fuera y parece que la usas de excusa para que lo coja yo...". Pero no, oye, es solo que preferimos que el niño no llore, aunque nos encantaría saber calmarlos de algún modo, para no sentirnos tan faltos de pechos.
Pero vamos, que os entendemos, madres lactantes, y os apoyamos, cuando nos decís eso de que os sentís como una vaca, o como una teta andante.
Fotos | iStock
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