Como todos sabréis, la leche materna es el mejor alimento que puede recibir un bebé, y de hecho, la lactancia es el modo más lógico de alimentarlo, si tenemos en cuenta que la materna es una leche específica para los bebés humanos y que, además, es una leche específica de cada madre para su bebé. Lo es porque, entre otras cosas, ayuda a que el bebé se siga desarrollando correctamente una vez nace y a que siga recibiendo defensas.
La leche materna ayuda a que los bebés amamantados puedan desarrollar su inteligencia un poco más que si no toman pecho, aunque esta es una información que suele considerarse polémica (y a menudo dolorosa para quien no amamanta), pese a que hay otros factores que afectan a la inteligencia mucho más que la lactancia, como el entorno económico y social, por ejemplo.
Los niños amamantados, ¿son más inteligentes?
Seguro que en más de una ocasión habéis oído esta frase como defensa de la lactancia materna: los niños que toman pecho son más inteligentes. Bien, si cogemos a todos los niños amamantados a un lado, y a todos los no amamantados a otro, y hacemos un estudio, es posible que sí, que se pueda demostrar que la media en los tests de inteligencia es un poco mayor en los niños amamantados. Pero eso no quiere decir que un niño amamantado sea más inteligente que los niños no amamantados, porque esto no es cierto.
Dicho de otro modo: hay muchísimos niños que nunca han probado la leche materna que son más inteligentes que muchos niños amamantados. Y la razón es la misma que vengo a explicar en el post: la inteligencia depende de muchas otras cosas, además de la leche que toma un bebé al nacer.
Pero de todas maneras vamos a ver qué dice la evidencia sobre la leche materna y la inteligencia:
- Una revisión de estudios realizada en 2015, que analizó todos los estudios que investigaban la relación de la leche materna con la inteligencia, concluyó que los niños amamantados tienen de 2.62 a 3.44 puntos más de cociente intelectual que los no amamantados.
- Otra revisión de estudios publicada este año 2017 sugiere que en los bebés nacidos prematuros la lactancia materna tiene efectos durante toda la infancia e incluso hasta la adolescencia, siendo un factor importante el tiempo de amamantamiento y la cantidad de leche materna recibida: a más tiempo y cantidad, mayor es el efecto.
¿Y esto qué quiere decir? Pues lo que he comentado más arriba: un niño amamantado es un poquito más inteligente que si no fuera amamantado, pero no necesariamente más inteligente que los niños no amamantados. Vamos, que yo, que apenas tomé teta, sería un poquito más inteligente si mi madre me hubiera dado pecho más tiempo. ¿En qué me diferenciaría? Pues no lo sé, pero probablemente la diferencia sería bastante inapreciable, si estamos hablando de 2 a 3 puntos en el cociente intelectual.
Cómo afecta el entorno de un bebé a la inteligencia
Está muy bien que como sociedad aboguemos por promover y defender la lactancia materna de los bebés y las mujeres para que toda mujer que quiera amamantar pueda hacerlo como quiera y cuando quiera, sin juicios de valor ni presiones; pero esto no quita que como sociedad, y sobre todo los gobiernos, tengan que velar también por otras cosas, como las condiciones en que crecen y se desarrollan muchos niños.
Y es que la inteligencia de los niños viene determinada en gran medida por el lugar en el que nacen, o lo que es lo mismo, por la familia en la que nacen.
Esta gráfica, que forma parte de un estudio que comentamos hace un tiempo, lo muestra claramente. Si os fijáis, nos está diciendo cuál es el cociente intelectual (IQ) de los adultos en base al tiempo que fueron amamantados. Cuanto más meses toma el pecho una persona, más alto es el cociente intelectual (viendo la gráfica de izquierda a derecha).
Ahora bien, ¿qué pasa si miramos la gráfica de arriba a abajo? Que vemos un rombo verde (hijos de familias que cobran menos), un cuadrado azul (hijos de familias que cobran un poco más), y un triángulo rosa (hijos de familias que cobran más). Así, observamos que la diferencia en cuanto a cociente intelectual de los sujetos estudiados fue mucho mayor al comparar los sueldos de los padres, que al comparar el tipo de lactancia que hacían.
Si la diferencia entre amamantados y no amamantados es de unos 2-3 puntos, la diferencia entre los que cobran más y los que cobran menos llega a ser de hasta 13 puntos.
Así, si comparamos a un bebé que no toma pecho nacido en una familia de un entorno económico y social elevado con un bebé que toma pecho 12 meses en una familia de con menos sueldo, la diferencia en el cociente intelectual es de unos 10-11 puntos a favor del bebé que toma biberón.
¿Y si comparamos al mismo bebé que no toma pecho nacido en una familia con sueldos elevados con uno que sí lo toma, también del mismo entorno? Pues la diferencia es de unos 5-6 puntos aproximadamente. ¿Y si los dos son de familias con sueldos más bajos? Unos 3 puntos más o menos.
Concluyendo
Quizás os estéis preguntando a dónde nos lleva todo esto. Imagino que cada uno extraerá sus conclusiones. Yo sólo quiero llegar a ese punto en el que si una madre y/o un padre están preocupados porque su bebé no ha sido amamantado y se les está diciendo que será menos inteligente, o poco inteligente, relativicen y tengan claro que el entorno es mucho más importante, en este sentido, que la leche que tome al nacer.
Si puede tomar pecho, perfecto; si no puede, la diferencia será muy baja y siempre podrá paliarse o disminuirse con unos estímulos adecuados y una alimentación sana y equilibrada. Por eso está muy bien que se siga promoviendo la lactancia materna y que los profesionales se formen para poder ayudar a las mujeres que quieren amamantar, pero no se debe descuidar, desde las administraciones, la lucha por lograr que no haya niños pobres. Ellos no tienen la culpa de nacer en un mundo desigual.
Fotos | iStock
En Bebés y más | Los niños que toman leche artificial tienen un peor desarrollo cerebral que los que toman leche materna, Por qué se aconseja lactancia materna hasta los dos años o más, La lactancia materna favorece el desarrollo cognitivo a largo plazo