Esta disminución de peso es natural, se debe a la pérdida de líquidos que sufre el bebé al pasar del ambiente acuoso del útero al seco ambiente exterior. La pérdida de líquidos está determinada por diversos factores, como la temperatura y la humedad corporal, la temperatura ambiente, etc., y se eliminan a través de la orina, el sudor y el meconio (las primeras heces).
También hay que tener en cuenta que al principio el pecho produce menos cantidad de leche (calostro), ya que la verdadera subida se produce entre el segundo y el quinto día. Mientras estamos en el hospital, el personal médico controlará la pérdida de peso del bebé, una vez que volvamos a casa, deberemos pesar al bebé transcurrida una semana de su nacimiento. Normalmente, entre los 7 y 10 días, el pequeño habrá recuperado los gramos que perdió, aunque el tiempo de recuperación puede alargarse a las dos semanas.
Lo mejor para que el bebé se recupere satisfactoriamente, es ofrecerle el pecho a demanda, es decir, que tome siempre que lo pida, además, se regulará la producción de leche en base a las necesidades del bebé.
Lo que no conviene hacer es aportarle un complemento de leche, ya que si recurrimos a ellos, el bebé no tendrá tanta hambre cuando le demos el pecho y succionará menos, con lo que también disminuirá la producción de leche. Tampoco debemos obsesionarnos con la doble pesada, el crecimiento de nuestro hijo no es constante en el tiempo, por lo que se debe esperar al menos una semana para comprobar su evolución.
No olvides que todas tus dudas las puedes consultar al pediatra, por ejemplo, si el bebé toma poco pecho, no crece adecuadamente y orina poco y muy concentrado, es probable que no se alimente lo suficiente, así que no dudes en que el especialista dará la solución al problema.
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