A partir de los 6 meses de edad se produce uno de los cambios principales en la alimentación del bebé. Es entonces cuando debes empezar a ofrecerle a tu hijo otro tipo de alimentos, además de la leche. Es lo que se conoce como el inicio de la alimentación complementaria, cuyo nombre quiere decir precisamente eso, que se trata de una alimentación que complementa a la lactancia, ya sea materna o artificial.
Hasta los 6 meses de vida, los pequeños deben alimentarse exclusivamente de leche. Esta alimentación, que tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Asociación Española de Pediatría recomiendan que sea con leche materna por ser la más natural y beneficiosa para la madre y el bebé, será a demanda, es decir, siempre que el bebé lo requiera y durante el tiempo que sea necesario.
¿Está mi bebé preparado para comer otros alimentos?
Igual que ocurre en otras facetas del desarrollo infantil, no todos los bebés están preparados para el inicio de la alimentación complementaria al mismo tiempo. Es por eso que debes ofrecer nuevos alimentos sin obligar al bebé ni forzarlo. Algunas señales que indican que el bebé ya está preparado para iniciar la alimentación complementaria son:
- Se aguanta sentado sin ayuda
- Ha perdido el reflejo de extrusión, es decir, que no escupe ni empuja con la lengua los alimentos cuando tocan su boca
- Se interesa por aquellos alimentos que ve a su alrededor
Estos indicios suelen producirse entorno a los 6 meses de vida, por eso en esa etapa se recomienda iniciar la alimentación complementaria. En ese momento, puedes empezar a ofrecerle al bebé otro tipo de alimentos, como por ejemplo fruta o cereales, incorporando los cereales con gluten poco a poco. No olvides que la leche seguirá siendo el alimento principal del bebé así que, ofrécele el pecho a menudo, si sigues con la lactancia materna, o leche de fórmula, si has optado por la lactancia artificial.
¿Cómo introducir los alimentos?
Los nuevos alimentos que vayas incorporando a la dieta del bebé debes ofrecérselos de uno en uno, esperando al menos 3 días antes de introducir uno nuevo, para observar posibles reacciones, intolerancias o alergias. Cocina los alimentos de la forma más sana posible (al vapor, hervidos o a la plancha) y dáselos o bien triturados (en forma de cremas o purés) o bien a pequeños trocitos o chafados con un tenedor, en función de la capacidad de cada niño. Evita el uso de sal y añade un chorrito de aceite de oliva.
Aunque no hay un consenso total en el orden y momento en el que comenzar a ofrecer ciertos alimentos, la mayoría de profesionales recomiendan empezar por los cereales, frutas y verduras a los 6 meses de edad (a excepción de las de hoja verde, como las espinacas y las acelgas, que se retrasan hasta los 12 meses); carnes blancas (pollo, cordero, pavo, conejo…) alrededor de los 7 meses; incorporar la ternera a los 8 meses y empezar con el pescado blanco (merluza, lenguado, rape, etc.) sobre los 9 meses. El huevo, las legumbres y la leche de vaca se recomienda introducirlas a partir de los 12 meses; los frutos rojos y frutos secos (siempre triturados, ya que pueden causar ahogamientos) a los 18 meses; y el marisco y otros crustáceos a los 2 años de edad.
El entorno, fundamental para despertar el interés por la comida
Es posible que en alguna ocasión el bebé se niegue a comer y rechace los alimentos que le ofrezcas. En estos casos, debes tener en cuenta algunos factores clave para que el niño muestre interés por la comida. No fuerces al bebé a comer, ya que además de contraproducente (puede ser que no coma por encontrarse mal o tener molestias) solo conseguirás el efecto contrario, y las comidas pueden convertirse en una auténtica odisea.
Evita el uso de la televisión y otros aparatos electrónicos para entretener al niño mientras come. El objetivo es que sienta interés por los nuevos alimentos, no que coma sin más, así que es mejor que no haya distracciones.
Una buena forma de que sienta curiosidad por los alimentos es dejarlo que investigue, los toque, los manipule y los pruebe por sí mismo. No importa que se ensucie las manos o manche el suelo, eso tiene fácil solución. Además, algunos expertos concluyen que jugar con la comida estimula el desarrollo cognitivo de los bebés.
Comodidad y seguridad
El pequeño debe estar cómodo y a una altura adecuada. Es conveniente usar una trona apropiada para su edad a partir del inicio de la alimentación complementaria. La Polly Progres5, de Chicco, es una trona evolutiva con cinco configuraciones diferentes para adaptarse al crecimiento del bebé.
Se trata de una única trona homologada para poder usarse como una práctica hamaca desde los 0 meses; como una trona convencional, a partir de que el bebé se aguante sentado por sí mismo (alrededor de los 6 meses); y como un asiento elevador hasta los 36 meses. Para ello, cuenta con un sistema de cremallera que te permitirá adaptarla a cada etapa.
Puedes ver sus características y montaje en este vídeo.
Comiendo en familia
A la hora de comer es importante que toda la familia se implique y participe en esta rutina y se siente junta a la mesa. Comer es un acto social, un momento que solemos disfrutar con los amigos u otros familiares. Los niños frecuentemente actúan por imitación, así que conviene que nos vean pasar un rato divertido y agradable frente a la comida, para que lo asocien a algo positivo. Los momentos en la mesa serán relajados y sin tensiones, ya que si estamos nerviosos cuando le damos de comer al bebé, también le estamos transmitiendo nuestro estado de ánimo y la situación puede empeorar.
Siguiendo estos consejos, el inicio de la alimentación complementaria, un importante hito para el crecimiento y desarrollo de tu bebé, será más sencillo. Con el tiempo, alrededor de los 12 meses más o menos, tu bebé ya podrá comer como un miembro más de la familia, intentando siempre que sean platos saludables y equilibrados.
En Momentos Chicco
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