Nos solemos preocupar por los dientes, los ojos, los oídos y la alimentación de nuestros hijos. Les enseñamos a lavarse, comer y comportarse, pero ¿nos preocupamos como debemos de sus pies?
Los pies aún en desarrollo de los bebés, tienen que soportar el peso del cuerpo entero a lo largo de toda su vida. Prestarles atención periódica y cuidado regular resulta primordial para prevenir problemas en la vida adulta. Te damos nueve consejos imprescindibles para cuidar la salud de los pies de tu bebé.
La importancia de unos pies sanos
El pie humano es sumamente complejo. Está formado por 26 huesecillos, 19 músculos y un sinfín de pequeñas articulaciones que le permiten tener movilidad, estabilidad y equilibrio. La salud de los pies comienza en la infancia.
Los pies de los bebés son blandos y cartilaginosos
En los primeros años de vida, el pie está en continua formación. Los pies de los bebés son blandos y cartilaginosos, lo que los hace fácilmente moldeables.
Por eso resulta básico vigilar los hábitos posturales, las pequeñas dolencias y el tipo de calzado de nuestros bebés, ya que descuidar la salud de los pies de los niños pequeños puede originar anomalías en sus pies y problemas en otras partes del cuerpo, como las piernas y la espalda.
Ejercitar los pies desde la cuna
Los pies no solo se ejercitan caminando. De hecho, podemos ayudar a nuestros hijos a ejercitar los pies desde que nacen. Por ejemplo: si destapamos los pies del bebé cuando está tumbado, el bebé podrá patalear, jugar con sus pies y hacer movimientos que preparan el pie para posteriormente cargar peso. Este entrenamiento instintivo les sirve para fortalecer los músculos, los tejidos y los huesos de las piernas y de los pies.
Podemos ayudar a nuestros hijos a ejercitar los pies desde que nacen
Es igualmente importante cambiar la posición del bebé varias veces al día. Estar tumbado demasiado rato en la misma posición, puede poner demasiada tensión en los pies y las piernas.
Podemos aprovechar cada cambio de pañal para masajearle los pies y ayudarle a practicar el pedaleo tumbándolo boca arriba.
También debemos comprobar que en cada etapa de su crecimiento los calcetines, pijamas de pies o zapatos no le queden demasiado justos, que no le opriman los dedos ni le impidan estirarlos. El bebé debe tener en todo momento libertad total de movimientos.
A partir de los tres o cuatro meses podemos incitarles a reptar tumbándoles sobre una manta en el suelo un rato cada día, boca abajo y haciendo tope en las plantas de sus pies con nuestras manos.
La higiene de sus piececitos
Para mantener una higiene correcta en los pies de los peques, tenemos que lavarle los pies dos o tres veces a la semana (como mínimo) durante cinco minutos con agua templada y un jabón con pH neutro. A la hora de secárselos, debemos hacerlo bien: dando suaves toquecitos y sin dejarnos zonas húmedas entre los deditos. Tampoco debemos olvidarnos de hidrátaselos con crema o aceite al terminar el baño. Así evitaremos que el pie se le reseque provocando grietas y escamas.
Debemos lavar los pies del niño durante cinco minutos al menos dos veces por semana
Por último, prestaremos atención a sus uñas. La lámina de la uña debe sobresalir uno o dos milímetros por delante del dedo para protegerlo. En caso de necesitar un corte, nunca redondearemos las esquinas.
Para evitar el exceso de sudoración, le pondremos calcetines de fibras naturales (algodón, hilo o lana). Nunca debemos aplicar polvos de talco o productos que cortan la sudoración o taponan su salida. Mantener los zapatos de los niños en buen estado también es fundamental para la higiene y la salud de sus pies.
No le fuerces nunca a caminar
El gateo es una fase importante de su desarrollo y cumple una función fundamental. Antes de dar los primeros pasos, el bebé pasa por diferentes etapas preparatorias: reptado, gateo, búsqueda de apoyo para ponerse en pie, etc. Durante esta etapa debemos procurar estimular el gateo, pero sin obsesionarnos. Muchos niños se saltan esta fase y echan directamente a andar.
No trates de "enseñarle" a ponerse de pie y a caminar sosteniéndole por las axilas, porque le estarás forzando a realizar un ejercicio para el que aún no está preparado. Todos los bebés nacen preparados para empezar a caminar por sí solos cuando su desarrollo se lo permite. Cada niño es un mundo y debemos respetar el ritmo propio de nuestros hijos y confiar en su capacidad y su instinto natural. Los primeros pasos suelen producirse entre los 10 y los 18 meses. Pero incluso si lo hacen después de esta edad, no significa necesariamente que algo vaya mal.
No trates de "enseñarle" a ponerse de pie y a caminar
Para cuidar la salud de los pies de tu bebé durante estos meses, lo mejor que puedes hacer es evitar que sus pies adopten posiciones incorrectas o forzadas cuando está sentado en el suelo o desplazándose por él.
Cuando comience a andar por voluntad propia, estimula sus pies permitiéndole caminar de forma segura sobre distintas superficies: el suelo de casa, un tapiz de juegos, la arena de la playa o el césped del parque. De esta forma, el peque experimentará distintas sensaciones y texturas que le permitirán fortalecer sus tobillos y las plantas de sus pies.
El zapato más adecuado en cada etapa
Hay un tipo de calzado adecuado para cada etapa del desarrollo de nuestros peques. Durante la etapa lactante, no debemos calzarles hasta que caminen. De esta forma nos aseguramos de que sus pies tienen plena libertad de movimiento. Lo mejor en este momento es usar calcetines o patucos de algodón o lana suave, o zapatitos desestructurados (sin forma) de piel suave, blandita, flexible y sin suela.
En la fase del gateo y la intermedia, en la que comienzan a erguirse y a mantenerse en pie, los patucos deben llevar un refuerzo suave en la puntera para evitar lesiones en dedos y uñas a consecuencia del continuo arrastre y roce con el suelo. También son adecuados los zapatos de pregateo o de adaptación.
Para sus primeros pasos, el zapato debe ser de piel, transpirable y flexible. Con suela blanda y antideslizante, sin broches laterales que puedan clavarse en el pie del niño si se sienta en el suelo con ellos puestos.
Los pies del bebé deben tener plena libertad de movimiento
Su diseño debe ser lo bastante ancho para dejar plena libertad de movimiento a los dedos y de corte bajo para permitir el movimiento del tobillo.
A partir de los 12 meses, el calzado debe proteger y sujetar el pie. Al mismo tiempo, debe permitirle una marcha correcta. Lo mejor es escoger un calzado infantil con horma ancha para que no comprima los dedos, con suela flexible y que no resbale, contrafuerte no muy rígido, tacón de menos de dos centímetros y de material transpirable y natural (algodón, lona o cuero). Los zapatos Infant de Chicco están especialmente diseñados para niños a partir de 12 meses. Es un calzado cómodo, flexible y ligero que favorece la transpiración y estimula delicadamente la planta del pie.
Nunca debemos usar zapatos “heredados” o prestados ya que el calzado de segunda mano puede estar deformado a causa de posturas incorrectas y podría forzar el pie de nuestro peque y transmitirle los defectos de su anterior propietario.
Dos pares mejor que uno
Es aconsejable que el peque tenga al menos dos pares de zapatos en cada etapa para evitar que el sudor se acumule en el interior. Todos los pies sudan, los de los bebés también. Es un acto fisiológico natural: los pies tienen más glándulas sudoríparas que cualquier otra parte del cuerpo (aproximadamente 500 por centímetro cuadrado).
Es recomendable que el peque tenga dos pares de zapatos para evitar que el sudor se acumule en el interior
El uso de zapatos húmedos puede causar maceración de la piel y aparición de micosis. Para evitarlo, no basta solo con que los zapatos estén realizados en materiales naturales que faciliten la transpiración.
Aún así es normal que estén sudados cuando el niño se los quite, ya que la piel o tejido del interior absorbe el sudor del pie. Por eso es aconsejable extraer la plantilla y dejar secar el zapato alejado de fuentes de calor, mientras tenemos a mano otro par igualmente adecuado, seco y disponible.
Controla su crecimiento
Es muy importante que controlemos periódicamente el crecimiento del pie de nuestros peques. Así podremos cambiar su calzado en el momento adecuado. Cuanto más pequeños son, más rápidamente crecen sus pies. Observar su crecimiento es importante para que el calzado que utilice sea siempre de la talla correcta.
El calzado debe cubrir los pies del bebé holgadamente. Si le aprietan demasiado restringen el movimiento y pueden retrasar el desarrollo normal del pie del niño. Si por el contrario le quedan grandes, entorpecerán sus movimientos y puede que adquiera posturas y hábitos poco saludables.
Reemplaza los zapatos por un tamaño mayor tan pronto como sea necesario
La talla correcta es aquella que permite que el pie se mueva con libertad. Para ello debemos probarle siempre los zapatos con los calcetines puestos y a última hora del día (cuando el pie alcanza su máxima anchura). Ante la duda, lo mejor es sacar la plantilla y comprobar la talla con ella.
Los pies de los bebés y los niños pequeños están en constante desarrollo y puede ser necesario cambiar la talla de zapatos y calcetines cada pocos meses. Es imprescindible que el zapato deje espacio para que crezca el pie. Un calzado inapropiado puede causar daños o agravar condiciones preexistentes. Reemplaza sus zapatos tan pronto como sea necesario por otros de un tamaño mayor.
La observación: clave para detectar anomalías
Fijarnos en la posición y la forma simétrica de las piernas y los pies del bebé incluso desde que es un recién nacido resulta clave para detectar posibles problemas. Aunque la mayoría de las posiciones incorrectas en esta etapa se deben a la adaptación del espacio del útero al exterior y se corrigen solas, hay que observar el desarrollo y el ritmo de crecimiento de los pies.
Después, al comenzar a caminar, observaremos su forma de pisar al andar y la estructura y posición de piernas, rodillas, tobillo y pie. También debemos prestar atención a si corre, salta, gira, sube, baja, chuta y pedalea con facilidad, como otros niños de su edad. De esta forma podremos detectar y tratar a tiempo posibles alteraciones funcionales de los pies y su futura repercusión en otras partes del cuerpo (rodillas, cadera, columna, etc).
Observar cómo camina nos servirá para detectar a tiempo posibles problemas
Observar cómo camina el niño y las posturas que adopta al sentarse, nos servirá para detectar a tiempo posibles problemas, como los pies planos. Un niño con problemas en los pies caminará de forma extraña y es probable que adopte malas posturas en general.
Igualmente importante es observar el desgaste de sus zapatos. Si el niño desgasta más el zapato por alguna zona de la suela o del tacón, podría ser un indicio de que pisa torcido. En caso de duda o alarma, debemos consultar siempre con un ortopediatra lo antes posible. Es conveniente enseñar a los niños a poner los talones rectos al caminar. Si lo hacen mal, afectará a todo el cuerpo y a su equilibrio. Debemos prestar especial atención si el peque se queja de dolores persistentes en la columna, las rodillas y los pies, y llevarle al médico.
Tratar cuanto antes cualquier afección
Las heridas, hongos o papilomas pueden provocar que durante un tiempo el niño apoye mal el pie y adopte malas posturas posteriores. Para evitar estas dolencias, debemos observar a diario el aspecto que presentan los pies del peque.
Una uña incarnata puede clavarse en la carne y provocarle dolor al pisar o caminar, inflamación e incluso una infección. Esto se previene cortando las uñas rectas, no curvas, y evitando el sudor de pies que reblandece la piel. También usando un calzado adecuado que no oprima los dedos. Si sucede de igual forma, podemos subsanar el problema corrigiendo el corte de la uña y aplicando un cicatrizante adecuado a su edad.
Las afecciones provocan que el niño apoye mal el pie y adopte malas posturas al caminar
Los hongos (micosis) provocan sudoración, mal olor, picor y descamación de la piel. Una vez que los hongos aparecen, hay que acudir al especialista.
Para prevenirlos, debemos guardar una higiene diaria del pie y un minucioso secado. No es conveniente dejar que el peque camine descalzo en piscinas públicas, y debemos evitar intercambiar toallas con él. El calzado de cuero, frente al de goma, también previene su aparición.
Los papilomas son un tipo de verruga que sale en la planta del pie provocada por un virus contagioso y autocontagioso. A veces resulta muy doloroso y puede variar la forma de andar del niño. También hay que acudir al médico en caso de aparición. Se elimina con productos que se aplican sobre la verruga para eliminarla, y se previene con las mismas medidas recomendadas para los hongos.
Por último, debemos enseñar a los niños a practicar la higiene diaria para protegerse contra el pie de atleta. Una vez que la infección se contrae, no debemos intentar ningún tratamiento para erradicarlo sin el consejo previo de un profesional.
Descalzo cuanto más tiempo, mejor
Aunque nuestro peque ya camine, debemos seguir procurando que ande a menudo descalzo por casa, sobre la arena de la playa o en la hierba, porque todo ello ayuda a la formación del arco en las plantas de los pies. Los pies de los bebés son planos y en su primera etapa están diseñados para funcionar descalzos.
Es recomendable que sigan andando descalzos el mayor tiempo posible
Andar descalzo tiene múltiples beneficios para la salud de los pies. Es bueno para los riñones y para la circulación; relaja y evita el estrés; elimina las toxinas y ayuda a las piernas a no retener líquidos. Además, estimula ciertos órganos conectados con las terminaciones nerviosas de las plantas de los pies.
Por todo ello, es muy recomendable que los peques sigan andando descalzos el mayor tiempo posible a pesar de haber comenzado a caminar. También en invierno, aunque caminen descalzos en casa, no se resfriarán.
Los pies son la base que sustenta todo el esqueleto de nuestros bebés. De ellos dependen el equilibrio, la buena locomoción y la salud de la espalda de nuestros hijos. Por eso requieren cuidados y atención por nuestra parte. También es conveniente llevarle al podólogo una vez al año y siempre que lo necesite. Con todos estos estímulos, cuidados y precauciones, seguro que tu peque caminará feliz y seguro.
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