Como padres, no solo tenemos la responsabilidad de cuidar y proteger a nuestros hijos, sino también de enseñarles cosas esenciales para tener una vida plena, como una buena base en ética y valores, que además de hacerles felices también ayuden a hacer de este mundo un lugar mejor.
Uno de esos valores es la empatía, que nos invita a ponernos en el lugar de la otra persona y hacer lo posible por entender o identificarse con sus sentimientos. Y como ya lo dijimos alguna vez, si somos empáticos con nuestros hijos, ellos también lo serán con los demás.
Pero nuestro ejemplo, tan poderoso como es, no impacta únicamente a nuestros hijos: la empatía que demostramos en la crianza trasciende generaciones y se hereda hasta nuestros nietos.
Así lo ha encontrado el estudio "Empathy across three generations: From maternal and peer support in adolescence to adult parenting and child outcomes" (Empatía a través de tres generaciones: desde el apoyo materno y de pares en la adolescencia hasta la crianza en la edad adulta y los resultados en la niñez) publicado en la revista Child Development y en el que se dio seguimiento a tres generaciones durante 25 años.
La investigación inició en familias con hijos adolescentes de 13 años, acompañándolos hasta mediados de sus 30 años. En este seguimiento, se observó que el apoyo empático de las madres hacia sus hijos adolescentes a los 13 años, predijo la empatía de esos mismos adolescentes hacia sus amigos cercanos a lo largo de la adolescencia.
A su vez, este apoyo empático de los adolescentes hacia sus amigos predijo también un comportamiento más solidario en la edad adulta, que se asoció con la empatía de sus propios hijos entre los 3 y 8 años de edad.
Los investigadores señalan que "los resultados sugieren que los individuos "devuelven" el cuidado empático que reciben de los padres, y que las habilidades desarrolladas en las amistades adolescentes pueden informar la crianza posterior".
Dicho de otro modo, la empatía se heredó de abuelos a hijos y nietos. La empatía que mostraron las madres a sus hijos en la adolescencia permaneció con ellos y fue un ejemplo que imitaron no solo con sus amigos en esa etapa, sino que también es algo que lograron transmitir a sus hijos pequeños, que también demostraban empatía hacia los demás.
Los resultados de este estudio nos recuerdan otros similares en investigaciones que han sido publicadas a lo largo de los años, como el estudio que encontró que los adolescentes que tenían una relación cercana y fuerte con sus madres eran más empáticos con sus iguales.
En definitiva, el ejemplo que nosotros mismos damos como padres es uno de los más potentes a la hora de educar a los hijos, tanto que, como lo hemos visto en este estudio, puede llegar hasta nuestros nietos.
Foto de portada | Gustavo Fring en Pexels