En su día hablamos de los hábitos para introducir en la rutina diaria que fortalecen la autoestima de los niños con altas capacidades. Y es que, hemos de tener en cuenta que a veces estos niños presentan particularidades, como una alta sensibilidad o una alta autoexigencia.
Para ellos, equivocarse, aprender a lidiar con el fracaso y gestionar su autoexigencia, puede ser todo un reto. En este artículo reflexionamos a través de ejemplos sobre cómo enseñarles esta valiosa lección que mejorará su tolerancia a la frustración, su bienestar general y también su autoestima.
El mito del éxito constante en las altas capacidades
Es fácil caer en el mito de que los niños con altas capacidades tienen éxito en todo lo que hacen. Sin embargo, esta expectativa puede generar una presión inmensa sobre ellos. Cuando estos niños inevitablemente enfrentan un fracaso, la experiencia puede ser angustiosa para ellos.
Vamos con un ejemplo para entender mejor esto. Ana, una niña de 10 años, tiene un talento excepcional para las matemáticas. Ana siempre fue la mejor de su clase, pero cuando participó en una competencia nacional y no obtuvo el primer lugar, se sintió completamente derrotada. Para ella, no ser la mejor era sinónimo de fracaso absoluto, y esto tenía mucho que ver con su elevada autoexigencia.
La importancia de normalizar el fracaso
El primer paso para ayudar a estos niños es normalizar el fracaso. Todos, sin excepción, experimentamos fracasos en la vida, y es clave que los niños con altas capacidades comprendan esto desde una edad temprana.
Como padres podemos compartir con ellos nuestras propias experiencias de fracaso y cómo hemos aprendido de ellas. Por ejemplo, Carlos, el padre de Ana, podría contarle cómo una vez no obtuvo el trabajo que deseaba, pero cómo también esta experiencia le llevó a encontrar una carrera aún más satisfactoria.
Crear un entorno seguro para el error
Por otro lado, es fundamental que los niños con altas capacidades sientan que tienen un entorno seguro donde pueden cometer errores sin temor a ser juzgados. Como padres debemos fomentar una cultura en la que el error se vea como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento.
Imaginemos a Marcos, un niño talentoso en la música, quien siempre evitaba tocar piezas nuevas por miedo a equivocarse. Sus padres decidieron inscribirlo a clases de improvisación musical, donde el error era parte del proceso creativo. Con el tiempo, Marcos aprendió a disfrutar del proceso y a ver sus errores como oportunidades para mejorar.
Fomentar la autoexigencia 'sana'
Otro desafío importante es la autoexigencia, que va unida a todo lo que comentábamos. Los niños con altas capacidades a menudo tienen estándares extremadamente altos para sí mismos, lo que puede llevar a una autoexigencia poco sana.
Aquí es clave enseñarles a marcarse metas realistas y alcanzables. Un buen ejemplo es el de Julia, una adolescente con un talento extraordinario para la escritura.
Julia solía pasar horas reescribiendo sus trabajos escolares para que fueran perfectos, lo que le causaba mucho estrés. Su profesora la ayudó a marcarse metas más pequeñas y manejables, y a celebrar sus logros, por pequeños que fueran. Con el tiempo, Julia aprendió a equilibrar su deseo de excelencia con una autoexigencia sana.
Apoyo constante y cariño incondicional
Recuerda que, en todo este proceso, el apoyo constante y el cariño incondicional son esenciales para que los niños con altas capacidades se sientan seguros y valorados.
Saber que sus padres los apoyan, independientemente de sus éxitos o fracasos, les da la confianza para seguir intentando y aprendiendo. Se trata de recordarles a los niños que les queremos por lo que son, por su perfecta imperfección, no por sus logros, aunque también nos sintamos orgullosos de todo lo que consiguen.
Foto | Portada (Película Matilda, 1996)