Si le dices a un niño que es malo en matemáticas, acabará por creérselo

Un estudio de la Universidad de Georgia (Estados Unidos) revela que la forma en la que se habla a los niños sobre asuntos matemáticos afecta a su rendimiento. Sobre todo, cuando los mensajes que les transmitimos relacionan ciertos rasgos personales o habilidades innatas suyas, como la inteligencia, con su rendimiento.

¿Qué más dice el estudio y cómo podemos hablarles a nuestros hijos, y alumnos, para motivarles y acompañarles de la mejor forma posible en sus estudios y desarrollo?

La forma en la que hablamos a los niños sobre las matemáticas afecta a su rendimiento

Según el estudio, animar a los niños durante sus estudios con respuestas relacionadas con sus rasgos personales o habilidades innatas puede disminuir su motivación y rendimiento en matemáticas con el tiempo.

El estudio, que fue co-dirigido por Michael Barger, profesor asistente del Departamento de Psicología Educativa de la Facultad de Educación Mary Frances Early, se centró en el área de las matemáticas, pero, ¿quién dice que no puede afectar también a otras áreas?

Según el estudio, los padres que hacen comentarios que relacionan el desempeño de sus hijos con atributos personales como la inteligencia, están usando lo que se conoce como "respuestas personales". Hablamos de frases como:

- "Eres muy inteligente".

- "Las matemáticas no son lo tuyo".

En cambio, aquellos que relacionan las acciones de sus hijos (como por ejemplo el esfuerzo, la perseverancia o el uso de estrategias) con su desempeño, están utilizando "respuestas de proceso", como por ejemplo:

- "Trabajaste muy duro".

- "¿Qué podría ayudarte la próxima vez a la hora de afrontar un examen de matemáticas?"

Las respuestas personales se centran en algún rasgo del niño (que no puede cambiar), y las respuestas de proceso, en acciones que sí dependen de él, como la motivación o la forma de estudiar.

¿Qué diferencia hay entre un caso y otro? Que en las respuestas personales, el elogio, aunque se centre en el niño y suene bien a primera vista, podría socavar su motivación si se le presentan dificultades. Porque, por ejemplo, si el niño experimenta problemas después de que le hayan dicho que es tan inteligente, tal vez podría pensar "quizás se equivocaron conmigo".

El estudio: 500 participantes evaluados a lo largo de un año

Los investigadores pidieron a más de 500 padres que informaran sobre cómo respondían al rendimiento de sus hijos en matemáticas y sobre sus creencias y objetivos en esta materia. Los estudiantes fueron evaluados a lo largo de un año para medir su motivación y rendimiento en matemáticas.

Es mejor hablar del esfuerzo que de la inteligencia

¿Los resultados? Los padres que consideraban que la capacidad matemática era cambiante, eran más propensos a dar respuestas de proceso centradas en el uso de estrategias y los esfuerzos de sus hijos más que en su inteligencia u otros atributos personales.

En cambio, los padres que creen que la capacidad matemática es inmutable y que el fracaso en matemáticas no puede ser constructivo, dieron respuestas más orientadas a la persona. Finalmente, los padres con altas expectativas para sus hijos dieron una combinación de ambas respuestas.

Evitación, ansiedad y peor rendimiento en matemáticas

El estudio reveló que los niños que recibieron más respuestas que relacionaban sus rasgos personales (como la inteligencia) con su rendimiento o fracaso, mostraban una menor preferencia por los problemas matemáticos desafiantes.

Además, estos niños también exhibieron niveles más altos de ansiedad matemática y obtuvieron una puntuación más baja en una prueba de rendimiento en esta misma materia.

Los niños que recibieron más respuestas que relacionaban sus rasgos personales con el fracaso, tuvieron más ansiedad matemática y peor rendimiento en esta asignatura.

Pero... ¿por qué impactan así estos mensajes?

Según Barger, investigador del estudio, "hay un par de posibles razones por las que este tipo de mensajes no están mejorando necesariamente el rendimiento en matemáticas":

1. Podría ser que ahora son tan frecuentes que simplemente no tienen tanto impacto.

2. Y también podría ser que algunos de estos mensajes no lleguen correctamente si no son auténticos.

Orientar, sí; juzgar, no

La forma en la que le hablamos a los niños tiene un impacto en su autoestima y en sus creencias a la hora de pensar que pueden o no "ser buenos" en una determinada materia (en este caso, las matemáticas). Y esto tiene un impacto en su motivación y rendimiento, además de que les puede generar ansiedad, como muestra el estudio.

Pero son niños que un día serán adolescentes y que tarde o temprano tendrán que decidir si quieren estudiar, o qué quieren estudiar. Y este estudio nos lleva a pensar que, quizás sea interesante seleccionar bien qué mensaje vamos a lanzar, o qué palabras vamos a utilizar con nuestros niños.

Así que, antes de decir este tipo de frases tan centradas en sus capacidades innatas, dale una vuelta y piensa en decir algo que ayude a tu hijo o alumno, que le motive y que no sea una sentencia o esté centrado en algo que él no puede cambiar (en realidad, la habilidad matemática sí puede entrenarse). Orientemos y guiemos a nuestros niños, pero no sentenciemos su futuro con estas frases ni los juzguemos.

Si quieres motivar a tu hijo, no hables de su inteligencia, sino de su esfuerzo; él debe percibir que es posible cambiar su capacidad matemática, es decir, que no es algo permanente.

Centrarse en la estrategia y el esfuerzo, no en el rendimiento

En definitiva, si quieres elogiar a tu hijo, o a tu alumno, céntrate en sus estrategias y en las acciones que le funcionan para aprender o divertirse en el cole, y no en su rendimiento.

Se trata de motivarles para seguir estudiando y de preguntarles abiertamente, no de etiquetar su conducta, su forma de ser, etc. Y sobre todo, que el "fracaso" es siempre, una oportunidad para aprender y para hacerlo mejor la próxima vez.

Fotos | Portada (Freepik)

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