El 87,6% de los neozelandeses rechazó en un referéndum que el azote que propina el padre al hijo para educarlo constituye un delito, según los primeros datos de una votación efectuada por 1,6 millones de personas en el país.
Los datos facilitados a los medios de comunicación por la Comisión Electoral conceden 1.420.959 votos al “NO” y 191.495 al “SÍ”, y que el índice de participación fue del 54,6%. La pregunta que se hizo al electorado y que tenía hasta hoy para responder por correo fue: “¿Debería ser un delito en Nueva Zelanda el azote como parte de la educación de los padres?”.
De todos modos, el resultado final se anunciará el próximo martes y no es vinculante. En España, si se realizara un referendum similar, los resultados darían también un “no” al delito como demuestran algunas encuestas realizadas aquí.
En mi opinión, un cachete no es delito, si así fuera pocos padres y madres se librarían de ser delincuentes o maltratadores, palabras que señalan hechos demasiado serios como para adjudicárselas a quien ha dado ocasionalmente a un niño una palmada en el trasero o en la mano porque no ha entendido que meter los dedos en el enchufe o salir corriendo hacia la carretera es peligroso.
El problema está en que un cachete puede ser el inicio de un modo malsano de educar o simplemente de entender la relación padre-hijos. Poner límites es complicado, y ni los expertos pedagogos, psicólogos y juristas se ponen de acuerdo en acotar cuándo hay “cachete pedagógico” y dónde hay maltrato.
Que conste que yo no creo en los denominados “cachetes pedagógicos”, y considero que hay otros modos de hacer que un niño cambie su mala conducta o reflexione sobre lo que está bien y mal. Y aunque espero que no será así, no puedo decir que nunca daré un cachete o un manotazo a mis hijas. Por otro lado, más agresión me parecen otros castigos que pueden afectar psicológicamente a los pequeños, encerrarlos, dejarlos sin comer… en fin, maltratos que no implican agresión física.
De cualquier modo, hemos de saber que los casos que han saltado últimamente a los medios de comunicación no han sido delitos por dar el cachete, sino por causar lesiones a los menores. Como el sonado caso de la madre de Jaén que fue condenada a cárcel y finalmente indultada por las lesiones causadas al abofetear a su hijo. O el padre de Cantabria que fue condenado por pegar un puñetazo a su hijo de 5 años que tuvo que estar ingresado en el hospital por lesiones.
Pero los ejemplos son claros para reflexionar sobre los límites del maltrato, nuestra conducta impulsiva y la fragilidad de los pequeños y consecuencias inesperadas y no deseadas de esos “cachetes”. Las alternativas suenan mejor…
Vía | Emol
Más información | Abc, Periodista Digital
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