No todos los amigos cumplen la misma función: estos son los tres tipos de amistad que puedes tener a lo largo de la vida. Ya lo decía Aristóteles

Aristóteles, el gran filósofo griego, dedicó parte de su obra a reflexionar sobre uno de los aspectos más esenciales y universales de la experiencia humana: la amistad. En su obra "Ética a Nicómaco", distingue tres tipos de amistad que pueden surgir a lo largo de la vida, cada una con características y propósitos distintos.

Estos tipos de amistad reflejan las complejidades de nuestras relaciones interpersonales y también nos ofrecen una guía para entender y valorar las conexiones que formamos.

Vamos a explorar estos tres tipos de amistad según Aristóteles, cómo se manifiestan en nuestras vidas a través de ejemplos y cómo enfocar cada tipo de amistad.

1) Amistad por utilidad

La amistad por utilidad es aquella que se basa en los beneficios que cada persona obtiene de la otra. En este tipo de relación, la conexión se establece porque ambas partes encuentran en el otro una ventaja o conveniencia. Esta amistad es común en ambientes profesionales o situaciones donde el intercambio de servicios es fundamental.

Es importante reconocer y valorar este tipo de amistad por lo que es y ajustar las expectativas (sobre todo, para evitar decepciones del tipo yo esperaba esto de ti...). Y es que no todas las relaciones deben ser profundas y emocionales; las amistades por utilidad también cumplen una función en nuestras vidas.

Mantener una actitud profesional y agradecida, y estar dispuesto a ofrecer tanto como se recibe, es clave para que estas relaciones sean fructíferas y respetuosas.

En este tipo de relación, la conexión se establece porque ambas partes encuentran en el otro una ventaja o conveniencia. Esta amistad es común en ambientes profesionales.
  • Ejemplo

Imaginemos a Juan y Marta, dos colegas de trabajo. Juan es un experto en ventas, mientras que Marta domina el marketing digital. Ambos colaboran estrechamente porque sus habilidades se complementan y les ayudan a alcanzar sus objetivos laborales.

Mientras la colaboración sea beneficiosa para ambos, la amistad se mantendrá. Sin embargo, si las circunstancias cambian y uno de ellos ya no necesita del otro, la relación puede desvanecerse.

2) Amistad por placer

La amistad por placer surge cuando dos personas encuentran alegría y satisfacción al compartir tiempo juntos. Estas relaciones se basan en el disfrute mutuo de actividades y experiencias. A menudo, este tipo de amistad es más común en la juventud, cuando la búsqueda de diversión y nuevas experiencias es primordial.

Para mantener y disfrutar de una amistad por placer, es importante ser auténtico y compartir actividades que realmente nos apasionen. Aunque estas amistades pueden ser menos duraderas que otras, su valor radica en los momentos felices que nos proporcionan.

Con este tipo de amistades, es importante celebrar estos momentos y recordar que el placer compartido también es una forma válida y bonita de conexión.

  • Ejemplo

Pensemos en Laura y Ana, dos amigas que se conocieron en la universidad. Comparten una pasión por el cine y las salidas nocturnas. Sus fines de semana están llenos de risas, películas y largas charlas. La relación entre ellas se alimenta de la felicidad y el disfrute que encuentran en sus quedadas y planes.

3) Amistad por virtud

Finalmente encontramos la amistad por virtud, que es, según Aristóteles, la más noble y duradera. Se basa en el respeto mutuo y en la admiración por las cualidades morales y el carácter del otro. En este tipo de amistad, ambas personas se desean el bien y se apoyan en su crecimiento personal y moral.

Las amistades por virtud requieren tiempo, paciencia y esfuerzo para cultivarse. Aquí es importante ser honesto, leal y estar dispuesto a apoyar al otro en las situaciones difíciles y en su crecimiento.

Estas relaciones son un refugio emocional y una fuente de inspiración constante. Valorar y cuidar estas amistades, dedicándoles tiempo y atención, nos enriquece y nos ayuda a ser la mejor versión de nosotros mismos.

  • Ejemplo

Tomemos a Carlos y Pedro, amigos desde la infancia. Ambos comparten valores profundos como la honestidad, la generosidad y el compromiso con sus familias. Su relación ha perdurado a lo largo de los años porque se apoyan mutuamente en sus metas y retos personales, siempre con la intención de ayudarse a ser mejores personas.

Foto | Portada (Freepik)



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