Los padres de hoy son los más estresados de la historia y la crianza intensiva es la culpable

En la actualidad, el hecho de ser padre o madre puede llegar a sentirse casi como una misión titánica. El Dr. Vivek H. Murthy, director general de servicios sanitarios de Estados Unidos, ha puesto sobre la mesa una realidad que muchos padres han sentido en su propia piel: la crianza es más desafiante que nunca.

Este sentimiento de agobio no es nuevo, pero hoy se ve amplificado por el contexto actual, donde nuevas preocupaciones como los dispositivos móviles, la violencia escolar y los problemas de salud mental (entre los que están el abuso de sustancias o las adicciones) están constantemente en el horizonte. Te explicamos qué es la crianza intensiva y por qué genera niveles tan altos de estrés en los padres.

¿Por qué el estrés parental está en niveles alarmantes?

La creciente presión sobre los padres de educar a sus hijos de manera óptima se ha convertido en un tema crítico, al punto de que expertos lo han catalogado como un problema urgente de salud pública, similar a preocupaciones históricas como el tabaquismo o el VIH.

Pero, ¿qué ha cambiado tanto en la dinámica familiar para que el estrés de la crianza alcance niveles tan alarmantes? ¿Qué factores influyen? ¿De qué hablamos en realidad?

La crianza intensiva: una crianza que consume

La respuesta radica en la llegada de lo que se ha denominado "crianza intensiva". Este enfoque, acuñado por la socióloga Sharon Hays a finales de los 90, implica una dedicación meticulosa a cultivar talentos, habilidades y logros en los niños. Los padres se ven presionados a invertir cada vez más tiempo y recursos en la educación de sus hijos, con la esperanza de que esta inversión les asegure un futuro exitoso.

Este estilo de crianza se manifiesta de diversas maneras. Los padres que adoptan la crianza intensiva se involucran activamente en la vida de sus hijos, fomentando su participación en actividades extraescolares, dedicando horas a ayudarles con tareas escolares, y siempre están disponibles para escuchar sus preocupaciones.

Si un niño se queja de aburrimiento, la respuesta inmediata suele ser buscar una nueva actividad que les mantenga ocupados y en constante aprendizaje. Esta implicación puede parecer admirable, pero también conlleva un alto costo emocional.

La presión económica y social: un cóctel explosivo que agota

De acuerdo con un estudio realizado por el sociólogo Patrick Ishizuka en 2018, muchos padres consideran la crianza intensiva como el enfoque más efectivo para preparar a sus hijos para un futuro brillante.

Siguiendo con el análisis del estudio, los padres que siguen este estilo facilitan la participación de sus hijos en actividades extraescolares, juegan con ellos en casa, les preguntan sobre sus pensamientos y sentimientos y responden al mal comportamiento con discusión y explicaciones.

Sin embargo, esta dedicación tiene un precio: la crianza intensiva exige un considerable compromiso de tiempo y dinero, lo que puede llevar a los padres a un estado de agotamiento.

La constante necesidad de estar "a la altura" de las expectativas puede generar un estrés intenso que afecta no solo a los adultos, sino también a los niños que, en última instancia, sienten la presión de cumplir con estas altas expectativas.

En este sentido, los padres se culpan a sí mismos cuando temen no estar a la altura de las circunstancias. La mayoría dice que siente que los éxitos o fracasos de sus hijos se reflejan en ellos, y un porcentaje significativo se siente juzgado por su forma de criar a sus hijos, según descubrió el Pew Research Center.

La dedicación de la crianza intensiva tiene un precio: exige un considerable compromiso de tiempo y dinero, lo que puede llevar a los padres a un estado de agotamiento.

La realidad económica, las redes sociales y la presión autoimpuesta

Como deciamos, la realidad económica actual juega un papel determinante en este fenómeno. En un mundo donde las oportunidades laborales son inciertas y las expectativas salariales son cada vez más elevadas, los padres sienten que deben proporcionar a sus hijos todas las ventajas posibles.

Este miedo a no hacerlo puede llevarles a sobrecargar a sus pequeños con actividades que, aunque enriquecedoras, pueden resultar agotadoras para ellos. El problema se agrava por la inmediatez y la conectividad de la era digital. Los padres, bombardeados constantemente con imágenes de otros padres que parecen tenerlo todo bajo control, pueden sentir que no están haciendo lo suficiente.

En este sentido, las redes sociales se convierten en una fuente de comparación y, en muchos casos, de inseguridad, haciendo que la crianza intensiva parezca no solo la norma, sino también la obligación.

Por otro lado, y en relación a todo esto, sabemos también que en los últimos años, la presión ha empeorado, dijeron los profesores Milkie y Nomaguchi, quienes escribieron una revisión de los estudios sobre la intensidad y el estrés de la crianza de los hijos desde 2010. Y es que los padres sienten que necesitan compensar lo que sus hijos perdieron durante la pandemia.

Encontrar el equilibrio en la crianza: ¿es posible?

Ante este escenario complejo, es importante recordar que la crianza no debe ser una competencia. La parentalidad implica una balanza delicada entre la involucración y el respeto por la autonomía de los hijos. En este punto, los expertos sugieren que encontrar un equilibrio es clave.

De esta forma, en lugar de enfocarse únicamente en el rendimiento académico y las actividades extraescolares, los padres deberían dedicar tiempo a disfrutar de la simple compañía de sus hijos, permitiendo momentos de juego libre, creatividad y escucha activa, así como la oportunidad de aprender de los fracasos, de divertirse, reír, disfrutar, experimentar...

No buscar ser el padre perfecto o el éxito constante, sino el equilibrio y la felicidad

En definitiva, aunque la crianza intensiva puede surgir de un deseo genuino de proporcionar lo mejor para nuestros hijos, es importante reconocer sus límites. La presión para ser el "padre perfecto" puede resultar en un estrés agotador e innecesario, tanto para los adultos como para los niños.

En este sentido, la crianza debe ser un viaje compartido, uno que se base en el amor, la comprensión y la adaptación a las necesidades de cada familia. Al final del día, no se trata de quién tiene la mejor (o más llena) agenda de actividades, sino de quién crea un hogar lleno de apoyo, felicidad y comprensión.

Foto | Portada (Película Starbuck, 2011)

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