La productividad es esencial para nuestra vida diaria, tanto en el trabajo como en nuestras actividades personales. Pero hay ocasiones en las que, intentando ser productivos, cometemos el error de caer insconscientemente en pequeños hábitos que tienen el efecto opuesto.
Identificarlos es fundamental para optimizar nuestro rendimiento y lograr nuestros objetivos, pero no siempre es sencillo lograrlo. Por ello, basado en mi experiencia personal y la de otros, te comparto siete malos hábitos que muchos hacemos de forma inconsciente y bloquean la productividad.
Procrastinar
Aunque este es un hábito negativo bastante conocido, es uno en el que muchas personas solemos caer con frecuencia. Posponer constantemente las tareas importantes "para cuando tengamos tiempo", solo hace que se sigan acumulando y después se nos haga más difícil hacerlas.
Para evitarlo, es mejor intentar dividir las tareas grandes en pasos más pequeños y fijarnos metas o plazos realistas para cada uno de ellos. Cuando lo he hecho de este modo, me ha permitido estar más enfocada sin sentirme abrumada por la magnitud de la tarea.
Hacer multitarea en exceso
Realizar varias cosas a la vez puede ser una gran forma de aprovechar los pequeños tiempos muertos entre cada paso o actividad. Pero cuando caemos en el error de hacerlo constantemente o querer aplicarlo para todo, podemos tener el efecto opuesto.
Lo mejor para ser más productivos, especialmente en el ambiente laboral, es enfocarnos únicamente en la tarea que estamos realizando, ya que además de no perder el hilo de lo que estamos haciendo (algo que me sucedía con frecuencia), mejoramos la calidad de nuestro trabajo.
Revisar constantemente las notificaciones
Antes pausaba lo que estaba haciendo para leer las notificaciones del móvil, pensando que podían ser de trabajo o algo urgente. Pero aunque es bueno estar al pendiente, hacerlo de forma habitual entorpecía mi productividad y me distraía demasiado.
Para evitar esto, decidí seguir los consejos de los expertos para no caer en distracciones: establecer horarios para revisar el correo electrónico y las redes sociales, y silenciar las notificaciones que no sean urgentes mientras trabajo.
No planificar
Trabajar sin haber trazado un plan, es como querer viajar sin un mapa: tal vez logres avanzar algo, pero te vas a desviar del camino o no vas a llegar a tu meta/destino. Por ello, lo mejor es tomarse unos minutos para planificar las actividades del día, tomando en cuenta la prioridad de cada una y estableciendo horarios para realizarlas.
No establecer horarios ni descansos
De la mano del error anterior, tenemos el trabajar sin horarios y sin descanso. Muchos nos enfocamos en trabajar hasta terminar lo que estamos haciendo, en lugar de definir tiempos de trabajo. El problema de ello, es que algunas tareas se prolongan indefinidamente y terminamos agotados.
En este caso, me ha ayudado mucho el método de bloques, que establece tiempos definidos para realizar cada tarea o actividad, y que me ha enseñado la importancia de incluir tanto pausas activas como descansos a lo largo de mi jornada.
Establecer horarios para todo esto ha mejorado mi productividad, gracias a que me permite mantenerme más enfocada al trabajar en bloques de trabajo cortos, mientras que los descansos me ayudan a recargar energía y mantener la concentración en un nivel óptimo.
Ser perfeccionista
No tiene nada de malo querer hacer las cosas con dedicación y buena calidad. El problema surge cuando nos aferramos a querer hacerlas lo más perfectas posible y terminamos invirtiendo en ellas más tiempo de lo necesario (me declaro inmensamente culpable de caer en ello).
Aprender a aceptar y entregar resultados satisfactorios, en lugar de buscar la perfección absoluta, me ha ayudado a ser más eficiente y lograr hacer más cosas en menos tiempo.
No saber decir "no"
Finalmente, un mal hábito que influye tanto en lo laboral como en lo personal: no saber decir no. Hay ocasiones en las que aceptamos demasiadas responsabilidades pensando que podremos con todo, pero la realidad es que somos humanos y no tenemos una fuente inagotable de energía.
Aprender a decir que no es esencial no solamente para evitar sentirnos abrumados y cuidar nuestro bienestar, sino para lograr cumplir con nuestro trabajo y compromisos de manera eficiente y adecuada.
Foto de portada | Vlada Karpovich en Pexels