Tener hábitos nos ayuda a cumplir metas y ser más felices. Excepto cuando sucede esto

Todos sabemos que tener buenos hábitos es algo necesario y que resulta muy beneficioso para nosotros. Con ellos, es más sencillo alcanzar nuestras metas y apegarnos a las cosas que, en conjunto, nos ayudan a tener una vida más estable, saludable y feliz.

Sin embargo, aunque los hábitos son generalmente algo positivo, debemos ser conscientes de que no son una solución mágica a todos nuestros problemas ni van a resolvernos la vida. Pero sobre todo, debemos tener cuidado de no caer en el error de que dicten todas nuestras decisiones.

Hablamos de un aspecto que poco se menciona sobre los hábitos: cuando los seguimos de manera rígida y terminan convirtiéndose en una trampa.

La trampa de la rigidez

Como lo hemos dicho al inicio, tener hábitos es positivo siempre que éstos cumplan su propósito - que en la mayoría de los casos suele ser ayudarnos a ser más felices y alcanzar nuestras metas. Por ello, el problema no es tener hábitos, sino convertirlos en reglas inflexibles.

A veces, cuando establecemos rutinas caemos en la tentación de seguir las cosas al pie de la letra, principalmente en nuestro afán de cumplir esa promesa hecha hacia nosotros mismos. El problema, es que tanto nuestras necesidades como nuestras circunstancias pueden cambiar con el tiempo.

Dicho de otro modo, el hábito que quizás nos funcionó hace un año, puede no sernos útil hoy. Y de aferrarnos a querer mantenerlo, porque "es lo que nos ha funcionado", puede acercarnos más hacia la frustración que a la felicidad.

Lo mismo puede ocurrir si un hábito está aportándonos un beneficio, pero está afectando negativamente otro aspecto de nuestra vida.

Algunos hábitos no son para siempre

Tomando en cuenta esto, entendemos entonces que aunque los hábitos pueden ser positivos, hay que tener presente que no todos los hábitos son para siempre.

Por ejemplo, mientras que podemos mantener para toda la vida el hábito de comer más vegetales o beber la cantidad de agua recomendada al día, continuar haciendo running todas las tardes puede volverse algo problemático o complicado de continuar si nos hemos mudado a un sitio donde esto ya no es posible, ya sea por el clima o por el diseño urbano de la ciudad en la que ahora vivimos.

Así, el hábito que en algún momento nos ayudó a tener una vida más saludable y a liberar el estrés, comienza a volverse algo que nos dificulta la vida. Lo que habremos de hacer, entonces, es ser flexibles y adaptarnos a nuestra nueva realidad. Quizás ya no nos es posible continuar con este hábito específico, pero podemos cambiar el running por un gimnasio o por una clase de otra actividad física que nos ayude a mantener lo que ese hábito lograba, que era mantenernos activos y en forma.

Reflexionar y replantear

Reiteramos que no se trata de abandonar nuestros hábitos, sino de ser conscientes del impacto que pueden tener en nuestras vidas. Si nuestra situación y nuestro estilo de vida han cambiado, nuestros hábitos también deberían hacerlo.

Por ello, es fundamental y necesario que al momento de establecer hábitos también recordemos hacer un ejercicio de reflexión después de cierto tiempo, para definir si éstos aún nos están sirviendo o si es momento de ajustarlos.

Si encuentras que últimamente se te está dificultando mantener un hábito, quizás es el momento de analizar si éste sigue alineado con nuestros objetivos y todavía es algo que nos hace sentir bien. Pero si notas que te está generando más estrés del que elimina, probablemente ha llegado el momento de replantearlo o sustituirlo por otro.

Fotos | Montaje propio y Moe Magners en Pexels

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