Tengo amigos más auténticos gracias a estas tres habilidades de la inteligencia emocional que me permiten ser yo misma

Tengo amigos más auténticos gracias a estas tres habilidades de la inteligencia emocional que me permiten ser yo misma
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¿Qué difícil resulta ser uno mismo a veces, no? No siempre es fácil mostrarnos de forma auténtica, con nuestras virtudes pero también nuestros defectos, sin necesidad de hacer ningún papel o de llevar esa coraza que tanto pesa y que nos protege pero que también nos aleja de las personas.

Y es que necesitamos sentirnos seguros para ello y tener confianza, es decir, que la persona que tenemos delante no nos juzgue y nos valide. Pero lo cierto es que cuando logramos ser nosotros mismos, además de que es una experiencia estupenda, también ganamos amistades verdaderas. La autenticidad atrae autenticidad.

Y hay tres habilidades de la inteligencia emocional que nos pueden ayudar a lograrlo: te cuento cuáles son y cómo me ayudaron a mí a hacer amigos a través de ejemplos.

1) Reconocer y entender mis propias emociones y comunicarlas

La primera habilidad que ha mejorado mis relaciones es la capacidad de reconocer y comprender lo que siento (nombrarlo, darle espacio a la emoción, darme lo que necesito cuando aparece...). Me doy cuenta de que, al conectar más con esta parte emocional, me comprendo mejor, me empodero y gano confianza a la hora de explicar también a los demás cómo me estoy sintiendo.

Esto nos acerca a las personas; el hecho de mostrar nuestra vulnerabilidad sin temor (y facilita que el otro también lo haga). Y además, hacerlo nos permite reducir malentendidos y mejorar la comunicación. Por ejemplo, si yo te explico cómo me siento, es más probable que tú me entiendas cuando te digo que no puedo venir contigo hoy al cine.

O si por ejemplo estoy pasando una época complicada a nivel familiar, y necesito desconectar del tema y distraerme, necesitaré compartirlo con mis amigos para que me ayuden en lo que puedan (les doy la opción de ofrecerme apoyo, un elemento clave en la amistad). Si no lo digo, ¿cómo lo van a saber?

2) Ser empática, salir de mí misma para abrirme a lo que el otro necesita

La segunda habilidad que me ha ayudado a construir amistades más auténticas es la empatía, un clásico. Aprender a ponerme en el lugar de mis amigos, a escuchar sus emociones y experiencias de forma genuina, me ayuda a entenderles, a acercarme a ellos, a percibir también su vulnerabilidad... Y esto, a su vez, me ofrece la opción de escucharles sin juzgarles y de hacer crecer nuestro vínculo.

Por ello, siempre que puedo, en lugar de centrarme en cómo me siento yo, me abro también a escuchar cómo están ellos; tal vez hoy no necesiten escuchar mi rollo y tenga que ser yo la que escucha, o viceversa. Pero la amistad verdadera es, precisamente, esto, un juego de dar y recibir de forma alterna y flexible pero también equitativa.

Así, la empatía es otro pilar de la inteligencia emocional que me ha ayudado a conocer más a mis amigos pero también a conocerme más a mí, porque las personas actúan como espejos; "aquello que me cuentas y que me cuesta sostener, porque me duele, me duelo por algo; tal vez activa alguna herida en mí". Y conocerse a uno mismo y al otro nos ayuda a crear vínculos más auténticos.

3) Ser asertiva: proteger mis necesidades sin atacar o dañar a nadie

Finalmente, la tercera habilidad que ha mejorado mis relaciones es la asertividad. Aprender a poner límites y que éstos sean claros, y a comunicarlos (comunicar mis necesidades, opiniones, deseos...) de manera respetuosa, ha sido clave para lograr este tipo de relaciones justas, donde nadie se aprovecha de nadie y donde hay respeto mutuo.

Las amistades verdaderas se construyen teniendo conversaciones incómodas, no huyendo de los conflictos; por eso es importante ser capaz de explicar qué nos molesta, qué no, qué no estamos dispuestos a tolerar, qué sí... De forma clara y respetuosa. Porque además, al hacerlo, le damos al otro la oportunidad de respetarnos y entendernos. Cuando te digo que no, me estoy diciendo que sí a mí.

Así, si por ejemplo percibo que siempre que quedamos hablas de ti mismo, y que te cuesta escuchar, te lo voy a decir (con respeto), porque quizás tú no te das cuenta. Y si no te lo digo, no podremos cambiar algo que me perjudica (o al revés).

O si por ejemplo me propones un plan y ese día no tengo el día, y no me apetece, no te diré que sí por compromiso (claro que a veces tendré que hacer un esfuerzo y pensar en ti más que en mí, si para ti es muy importante ese plan, porque en eso también consiste la amistad, pero tendremos que encontrar el equilibrio).

Fotos | Portada (Película Alguien especial, 2019)

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