La mayoría de nosotros estaremos de acuerdo en que los amigos son importantes en la vida. Como seres sociables, necesitamos cultivar vínculos, crear conexiones y sentirnos acompañados en el camino. Sin olvidar todo lo bueno que nos aporta un amigo verdadero (risas, apoyo, confianza...).
Pero, ¿qué funciona realmente a la hora de crear conexiones y amistades? ¿Por qué a veces nos cuesta tanto convertir a un conocido en un amigo? ¿Qué debemos revisar si queremos hacer amigos?
Son preguntas que nos podemos hacer fácilmente si sentimos que esta faceta de nuestra vida anda un poco "coja". En este artículo te contaré qué cinco hábitos me ayudaron a mí a hacer más amigos y mantenerlos. Y ojo, porque no hablo de "hacer muchos amigos", sino de hacer pocos pero valiosos (que al fin y al cabo es lo que importa).
Cinco hábitos si quieres cultivar las buenas amistades en tu vida
1. Escucha de verdad y olvídate por un momento de ti
La base de cualquier relación sólida, ya sea de amistad, familiar o de pareja, pienso que es la comunicación efectiva, y aquí la escucha activa es clave. Si tus conversaciones son impulsadas por el deseo de expresar tus propias ideas, trata de adoptar la escucha activa; esto te ayudará a conectar con el otro.
Así, empieza a dedicar tiempo a escuchar realmente a tus amigos durante vuestras conversaciones. En lugar de planificar mentalmente tu respuesta mientras hablan, sumérgete en sus palabras. Esto no solo fortalecerá tus relaciones, sino que también fomentará un ambiente donde todos os sintáis valorados.
2. Muestra interés verdadero en el otro: crea conexión
La autenticidad es a menudo subestimada. En mi caso, antes solía mantener ciertas barreras en mis relaciones, pero al mostrar un interés genuino en la vida de los demás, logré construir amistades más sólidas y cercanas.
Recuerdo por ejemplo haber conocido a alguien en un evento social y, en lugar de las típicas preguntas superficiales, haber decidido profundizar. Descubrí que compartíamos intereses similares en relación a nuestros hobbies. Este simple acto de mostrar interés genuino por el otro fue el disparo de salida para pasar de ser conocidos a ser amigos.
3. Toma la iniciativa y dedica tiempo al ocio y las amistades
El ritmo frenético del día a día a menudo nos sumerge en rutinas ocupadas, y las oportunidades para socializar pueden disminuir si no tomamos la iniciativa. En mi caso, al ser proactiva en la organización de planes, descubrí que podía crear oportunidades para empezar a conocer gente nueva (y hacer amigos).
Por ejemplo, pienso cuando decidí organizar una cena temática en mi casa. Invité a amigos y conocidos, y la respuesta fue positiva. Esta experiencia me permitió darme cuenta de que si no tomaba yo la iniciativa (al menos, de vez en cuando), las oportunidades de conocer gente o de fortalecer amistades previas, no iban a aparecer solas.
Creo que es importante nuestra actitud en estos casos, y sobre todo, dedicar tiempo a la vida social (aunque a veces sea difícil encontrarlo), para poder hacer amigos.
4. Empatiza y comunícate para entender mejor
La empatía es el "pegamento" que une a las personas en un nivel más profundo. Quizás te ha ocurrido, encontrarte centrado en tus propias preocupaciones; pero al cultivar la empatía, te aseguro que podrás hacer amigos más fácilmente (y cuidar los que ya tienes).
Por ejemplo, si tienes a alguien cerca que te importa y que atraviesa un momento difícil, en lugar de simplemente ofrecer palabras de consuelo (algo también necesario), esfuérzate por entender sus emociones y ofrecer apoyo práctico. No tengas miedo a preguntarle, a ofrecerle tu sostén; pregúntale qué necesita o si simplemente quiere que estés callado.
Este tipo de hábitos propios de la inteligencia emocional, tanto la empatía como la comunicación abierta, nos acercan a las personas, generan confianza mutua y permiten cuidar el vínculo que nos une a ellas, y que lo hace más estrecho.
5. Aprende a decir sí y no cuando lo sientas
A veces, por miedo a decepcionar a los demás, nos comprometemos en exceso, pero debemos aprender a decir "no" (igual que aprendemos a decir "sí"). Antes, solía tener dificultades para establecer límites, pero al aprender a decir sí y no de manera equilibrada, encontré un nuevo equilibrio en mis relaciones.
Un ejemplo claro de esto fue cuando aprendí a decir no a compromisos que sobrepasaban mis límites de tiempo y energía. Esto me permitió dedicar más tiempo a las amistades que realmente importaban y, sorprendentemente, resultó en la aparición de nuevas conexiones más sanas.
Es, en cierta forma, una manera de "filtrar" las amistades y relaciones que quieres en tu vida y las que no. Y para acabar, recuerda que cada vez que dices "no" a lo que no es justo o lo que no te apetece, te estás diciendo "sí" a ti mismo (sí a tu autoestima y a tus necesidades, ¡que también importan en tus relaciones!).
Foto | (Portada Serie "Friends", 1997)