Acabo de volver de un increíble viaje a Japón y, más allá de haberme enamorado de sus paisajes y gastronomía, lo que más me ha impresionado es cómo su cultura promueve la felicidad cotidiana.
Japón es un país lleno de contrastes: por un lado, la tecnología punta en cada esquina, y por otro, una fuerte conexión con sus tradiciones y su búsqueda de la armonía. En este viaje, observé varios hábitos que los japoneses practican y que creo que podrían tener un impacto muy positivo si los incorporamos a nuestro día a día en España.
Aquí van tres de esos hábitos que me encantaron y que además, me dejaron pensando en lo mucho que podríamos aprender de ellos.
1) La puntualidad como muestra de respeto y su impacto positivo en las relaciones
En Japón, ser puntual no es solo una cuestión de cortesía; es una manera de demostrar respeto hacia los demás. El país entero está sincronizado como un reloj suizo, y es impresionante cómo todo fluye sin contratiempos. Desde los trenes bala que llegan a la estación con una precisión milimétrica, hasta las reuniones con amigos o compromisos laborales, la puntualidad es sagrada.
Este hábito va más allá de ser un simple acto mecánico. Los japoneses entienden que llegar a tiempo es valorar el tiempo del otro, y en consecuencia, se generan relaciones más armónicas y respetuosas.
En España, a veces pensamos en la hora de quedar con más flexibilidad, lo que puede generar frustración o estrés, sobre todo en ámbitos laborales. Si empezáramos a ser más puntuales, no solo en las reuniones importantes, sino en cualquier aspecto de nuestra vida, creo que reduciríamos mucho las tensiones que a menudo surgen del "ahora llego", que siempre se alarga más de la cuenta.
Además, ser puntual también es una forma de mejorar nuestra organización personal y de reducir ese caos innecesario que a veces nos invade en la vida diaria. ¿Quién no se ha estresado alguna vez corriendo a última hora para llegar a una cita?
2) La práctica del "Shinrin-Yoku": cómo la naturaleza nos ayuda
Uno de los momentos más reveladores de mi viaje fue descubrir el concepto de "Shinrin-Yoku" o "baño de bosque". Los japoneses, a pesar de su vida agitada en grandes ciudades, tienen una conexión profunda con la naturaleza.
Esta práctica consiste en pasar tiempo en entornos naturales, principalmente en los bosques, como una forma de reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y conectar con uno mismo.
Al caminar por los senderos de los parques y reservas japonesas, me di cuenta de lo esencial que es desconectar del ruido, dejar de mirar el móvil cada dos minutos y simplemente estar en la naturaleza. Aunque en España tenemos paisajes preciosos, muchas veces no aprovechamos todo lo que nos rodea. Nos encanta el campo o la playa, pero la mayoría de nosotros solo lo disfruta durante las vacaciones o los fines de semana largos.
Incorporar paseos regulares por la naturaleza, ya sea en un parque urbano o en una zona más salvaje, tiene un impacto directo en nuestra salud mental. Japón lo entiende bien, y en España podríamos hacer lo mismo, dedicando más tiempo a relajarnos al aire libre. No hace falta irse lejos, incluso un paseo por el parque más cercano puede hacernos mucho bien.
3) El "Ikigai": encontrar un propósito diario
Uno de los conceptos japoneses más conocidos en Occidente es el "Ikigai", que se traduce como "razón de ser" o "motivo para levantarse cada mañana". Aunque puede sonar muy profundo y filosófico, lo cierto es que los japoneses lo aplican de una forma muy práctica en su día a día.
No necesariamente tienes que tener una gran misión en la vida; puede ser algo tan sencillo como disfrutar del café de la mañana, trabajar en lo que te gusta o cuidar de tu familia.
El "Ikigai" no busca que seas millonario ni famoso, sino que encuentres pequeñas razones que te den felicidad y te motiven a seguir adelante cada día. En España, a veces caemos en la trampa de pensar que la felicidad viene solo con grandes logros o metas inalcanzables, pero los japoneses nos enseñan que puede estar en las pequeñas cosas cotidianas.
Incorporar este concepto a nuestra vida sería revolucionario. Si cada día nos detuviéramos a reflexionar sobre las pequeñas cosas que nos hacen sentir bien y nos motivan, creo que cambiaría nuestra percepción del éxito y la felicidad. En lugar de correr siempre detrás de algo más grande, aprenderíamos a valorar lo que ya tenemos. Y eso también es felicidad, ¿no?
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