Así es la crianza de baja demanda: cómo ser más flexible y reducir expectativas trajo calma a mi familia

Cada familia cría a sus hijos de la mejor manera que les es posible y de acuerdo a sus necesidades, aunque es sabido que existen ciertas "reglas" de crianza que es muy recomendable seguir, como tener horarios y rutinas establecidos, por mencionar unos ejemplos.

Sin embargo y como lo comentaba, cada familia hace lo mejor posible en cuanto a crianza se refiere, y en esos intentos por lograrlo a veces hay reglas que simplemente no funcionan para todos. Detrás de esto puede haber muchos factores, desde las necesidades de los niños hasta los recursos que tenga cada familia.

En nuestro caso, hemos intentado seguir las recomendaciones más populares sobre la crianza, como respetar las horas de sueño y limitar el uso de pantallas según la edad o intentar mantener una alimentación saludable y equilibrada.

Pero aunque todas estas medidas son altamente beneficiosas, tanto para hijos como para padres, la realidad es que -al menos en nuestro caso- hemos tenido que hacer unos ajustes y relajarnos con ciertas "reglas", eligiendo algo que unos llaman crianza de baja demanda.

Crianza relajada, mas no permisiva

Quizás algunas personas imaginen casas sin reglas ni límites al escuchar eso de "crianza de baja demanda", pero más que eso, se trata de un modelo de crianza en el que se es más flexible ante ciertos aspectos y tomando en cuenta que cada niño, padre, madre y familia tienen necesidades y capacidades diferentes.

Lo primero que hay que entender para poder poner en práctica la crianza de baja demanda, es que las expectativas que tenemos, sean autoimpuestas o sean consejo de alguien más, no son una métrica que se deba seguir al pie de la letra. Incluso, me atrevo a decir que lo que debemos hacer es olvidarnos de ellas.

Pasa que, cuando tenemos expectativas y éstas no se cumplen, no solo podemos sentirnos desmotivados: la presión se vuelve aún más grande, especialmente si caemos en el terrible juego de la comparación. Y como seguro muchos lo sabemos, querer estar a la altura de otros no es la mejor decisión, en especial si estamos hablando de crianza.

Amanda Diekman, autora de un libro en el tema, explica perfectamente cómo la crianza de baja demanda es el antídoto para la cultura de la vergüenza y la exigencia:

"En un mundo en el que los padres somos bombardeados frecuentemente con expectativas, es fácil pensar que no estamos a la altura. La verdad es que nuestro viaje es único y nuestros hijos son igualmente hermosos", explica. "La vergüenza nos dice que no lo estamos haciendo lo suficiente, que no somos suficientes. ¿Qué tal si cambiamos esa narrativa?"

Reducir expectativas me trajo paz

Foto | Shkraba Anthony en Pexels

Con todo esto que he dicho no quiero insinuar que hay soltar el control de todo y no hacer nada por tener reglas, metas o rutinas. Simplemente es entender que ni siempre vamos a poder llegar a todo, ni podemos esperar de nuestros hijos cosas que genuinamente no pueden hacer o cumplir. Pongamos como ejemplo la hora de dormir:

Mi "yo" del pasado se estresaba mucho por cumplir las horas de sueño que los pediatras recomiendan para cada niño. Si daban las nueve de la noche y mi hija, que debía levantarse a las seis de la mañana de la mañana siguiente, aun no estaba en cama, me estresaba y apresuraba a mi hija para que se durmiera pronto y lograra completar las 10 horas recomendadas. Pero con este patrón todos terminábamos el día de malas.

La cosa cambió cuando mi esposo y yo comenzamos a ser más flexibles en este sentido. ¿Pasaría algo terriblemente malo si un par de veces por semana se dormía un poco más tarde? No. Aunque es verdad que ya no se cumplía al pie de la letra eso de dormir 10 horas cada noche, las noches eran mucho más pacíficas. Y mi hija se despertaba descansada, así durmiera ocho o nueve horas.

Desde luego, esto no es algo que suceda todas las noches, mi hija sigue necesitando sus horas para descansar adecuadamente y la mayoría de los días cumplimos con ellas. Pero con este ejemplo podemos darnos una idea clara. Otra situación similar puede ser con el tema de los dulces y golosinas:

Que sí, que sabemos que son malos para los niños por diversos motivos, pero tampoco es para asumir que por comerlos de vez en cuando (o antes de la cena) echamos a perder todo el camino positivo que hemos hecho en cuanto a cuidado de los dientes y nutrición. La clave está en no caer en excesos, ¡y que la vida es muy corta como para no disfrutar un poco de tarta de chocolate cuando nos apetezca!

La libertad de ser flexible

Foto | Ron Lach en Pexels

Como padres y madres nos preocupa mucho criar hijos que se conviertan en seres humanos buenos, independientes, con hábitos saludables y que sean autosuficientes. Pero es importante también detenernos a pensar en lo que estamos exigiendo pidiendo de ellos y la capacidad que tiene cada uno para lograrlo.

El mensaje que nos deja la crianza de baja demanda, es que, en ese afán de querer que los niños cumplan ciertas cosas, o negarles otras, podemos ocasionar más estrés y discusiones familiares de lo necesario. Por otro lado, al pensar en las expectativas a soltar también debemos analizar y reflexionar sobre las propias:

¿Me estoy presionando demasiado por cumplir con esto? ¿es realmente necesario que sea tan exigente conmigo mismo como padre o madre?Aprender a soltar y ser un poco más flexibles nos ayuda a ser padres más tranquilos y a estar más presentes de manera positiva para nuestros hijos. Y como ya lo he mencionado, no es el fin del mundo.

Además, romper las reglas de vez en cuando también puede ser algo positivo para todos que incluso nos deja anécdotas divertidas para recordar después, como aquella ocasión que pasamos el día entero en pijama o el día que cenamos helados o cuando hicimos un maratón de películas de Harry Potter.

Foto de portada | Pavel Danilyuk en Pexels

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