Una de las características más bonitas de la infancia es la tremenda ilusión que te hacen estas fechas por todo lo que traen consigo: planes con la familia, mucho tiempo para jugar y sobre todo: la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos con los regalos.
Sin embargo esta ola consumista que nos ha invadido desde hace años ha hecho que el verdadero espíritu de la Navidad se haya convertido en un disparo continuo de anuncios dirigido a los pequeños y la compra desmesurada de juguetes, una tendencia que los padres deberíamos evaluar por las consecuencias reales que tiene para los niños.
Todo en demasiadas cantidades es contraproducente
Si nos sumamos a los padres, que queremos darles todo lo mejor que podemos, los abuelos, que generalmente no se miden y los demás familiares y amigos que quieren tener un detalle con los niños, la Navidad trae una avalancha que puede tener un efecto contraproducente para los niños.
No digo nada que no sea obvio, pero en esta época lo olvidamos cuando hablamos de niños y de regalos. El sentido común se difumina cuando entramos a una tienda a elegirlos y nos imaginamos sus caritas sonriendo... además nos reatroalimentamos con pensamientos como "y lo mal que lo pasaba cuando los Reyes no me traían lo que pedía", "he trabajado mucho y se lo merecen" o "niñez solo hay una, ¡que disfruten!"
Sin embargo más que un bien, podemos generar todo lo contrario: la Navidad suele desatar el Síndrome del Niño Rico y para evitarlo, solo necesitamos aplicar un poco de sentido común y sensatez, esa misma que deberíamos transmitirle a nuestros hijos como una de las herramientas vitales para defenderse en la vida.
Por qué nos sumamos a la regla de los cuatro regalos
Por que de esta forma los niños no le quitan el valor a las cosas
Cuando tienes mucho de algo, pierde su verdadero valor, y cuando se trata de niños hiperregalados, la ilusión por ellos dura lo que tardan en quitar el papel para seguir con el siguiente: puede que directamente ni lo miren y ni siquiera se molesten en averiguar qué es. Sinceramente, no son esos los valores que les quiero transmitir a mis hijas.
Porque tener demasiadas cosas nuevas de golpe les puede generar ansiedad
Al hilo de lo que he dicho, tener tantas cosas nuevas y no saber qué hacer con ellas ni qué estrenar primero les puede generar ansiedad. Algunas emociones en los niños se suelen sentir más intensamente en comparación con los adultos y esta es una de ellas. Por ese motivo, más que darles una alegría, podemos generarles una situación que puede ser estresante para ellos.
Por no promover el consumismo
Estamos criando a nuestras hijas enseñándoles que no hay que comprar por comprar, que no necesitamos trasteros llenos de cosas que no utilizamos ni armarios a los que no les cabe más ropa porque sencillamente, no tiene sentido. Esta regla es consecuente con eso y por eso la seguimos.
Por un gesto de sostenibilidad hacia el planeta
En un mundo que pide a gritos que incorporemos un estilo de vida más sostenible (y en ello se incluye la crianza), creo que este es uno de los tantos gestos que deberíamos tener para lograrlo algún día.
Porque no necesitan más
Al tener dos niñas y una casa no muy grande, realmente no necesitan muchas más cosas que renovar algunos juguetes. Siempre incluimos algunos libros y alguna experiencia en familia, que disfrutamos todos juntos y que implican regalarles momentos bonitos y divertidos.
Por mi experiencia personal (esto ya llevamos haciéndolo un par de años), os digo que a los niños no les quitáis la ilusión si no les llenáis el árbol de regalos. El más importante para ellos no se puede envolver ni se queda olvidado en un cajón: dedicadles tiempo, atención, vivid la vida intensamente de su mano y acompañadles a descubir el mundo. Al final, eso es lo que queda en su mente y es un regalo para toda la vida.