Hoy termina un año más, y como cada Nochevieja, muchos aprovechamos la ocasión para reflexionar acerca del pasado, el presente y el futuro. Cuando eres madre, esos espacios de reflexión quizás no son tan frecuentes, pero sí que se vuelven más profundos.
Debido a que este ha sido un año de muchísimo crecimiento personal para mí, me hizo llegar a la siguiente conclusión: quizás la maternidad me hizo sentir que perdí mi identidad, pero sin duda también me ha revelado la persona que estaba destinada a ser.
Ser madre te hace sentir perdida... al inicio
Dicen que con cada nueva etapa de la maternidad y el desarrollo de nuestros hijos llegan experiencias diferentes y positivas, así como retos nuevos y desconocidos que nos ponen a prueba. Pero también hay algo que he notado: cada año es más fácil. O tal vez así es como lo siento yo.
Por ejemplo, cuando recién me convertí en madre estaba totalmente perdida. No sabía absolutamente nada de bebés. Nunca había tenido sobrinos, ni hay bebés cercanos en la familia. Yo entré a la maternidad a ciegas y con la luz apagada. Terrorífico, ¿no?
Pero además de enfrentarte a un mundo nuevo y desconocido, pasa algo más en ti: sientes que pierdes tu identidad. Esto es algo de lo que ya he hablado en otra ocasión, pues pocas personas te cuentan que esto puede sucedernos a algunas. Y cuando sucede, es muy confuso.
Sin embargo, ahora que tengo cinco años siendo madre (aunque sigo siendo una novata en muchos temas), con el tiempo me he dado cuenta que más que perder mi identidad, pasé por una gran transformación. Pero no es una transformación cualquiera.
La maternidad es una transformación tan fuerte que hace que te desconozcas a ti misma. Que la mujer viéndote desde el espejo se convierta en una desconocida. Que el cuerpo en el que te encuentras se sienta como una vasija que no reconoces. Pero sigues ahí, en algún lado.
La maternidad te convierte en la persona que estabas destinada a ser
Y entonces, con el paso del tiempo sucede algo maravilloso: la maternidad te da las herramientas necesarias para reconstruir esa identidad que sentiste perdida. Ser madre te va moldeando hacia la persona que estabas destinada a ser.
¿Cómo sucede esto? Con las experiencias que van surgiendo en tu vida como madre. Podría enumerar un millón de ejemplos, decirte tantos pequeños momentos que se volvieron catalizadores de un cambio en ti. Pero estoy segura que tú misma ya has pensado en algunos.
Antes de ser madres, creíamos saberlo todo sobre nosotras mismas. Pensábamos que teníamos bien definido quienes éramos. Hasta que pasan los años y te das cuenta que la maternidad te muestra tu verdadero ser, tu esencia.
Te das cuenta que estabas destinada a cosas más grandes, a emociones más profundas, a fortalezas más grandes, a capacidades que ni siquiera sabías que tenías. Te conviertes en la persona que estabas destinada a ser: una mujer que conoce finalmente su verdadero potencial. Y esto es maravilloso.
Así que sí, quizás la maternidad nos hace sentir pérdidas por un tiempo, pero eventualmente y con el paso de los años, ser madre termina por convertirte en la persona que estabas destinada a ser: fuerte, compasiva, práctica, perseverante. En una palabra: extraordinaria.
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